Año Bisiesto

Episodio 10: Año Bisiesto.

Darcy…

Cerré mis ojos y me entregué al momento.

Mis manos se sujetaron con fuerza de la camisa de Reed, mientras mis labios se separaban tímidamente, permitiéndole la entrada a su lengua; la cual no esperó para apoderarse de cada rincón de mi boca y hacerla suya.

Podía sentir cómo sus manos bajaban por mi cuerpo y me apretaban contra el suyo.

Entonces, este sitio me pareció enorme.

Mis caderas se frotaban contra el cuerpo de Reed, sin control alguno. Las manos del quarterback acariciaron mi piel por debajo de mi camisa y sentí que, había demasiadas barreras entre nosotros.

Mi cabeza me repetía que debía parar, pero era incapaz de hacerlo.

Era como si todo este tiempo mis sentimientos hubieran estado metidos en una olla de presión y había elegido este momento para estallar.

—Darcy, no tienes idea de las veces que soné con este momento —gruñó Reed besándome por el cuello.

—Reed… —Fue todo lo que salió de mis labios.

Beso a beso, las barreras entre nosotros fueron desapareciendo, dando paso a sensaciones desconocidas, pero placenteras.

De mi boca salió un murmullo y los labios de Reed contuvieron el sonido.

Clavé mis uñas en el torso de Reed y las deslicé por su piel cuando un dolor desconocido atravesó mi cuerpo.

—Darcy. —Reed me miró dándose cuenta de que era el primer hombre en atravesar esa delicada barrera desatando sensaciones inéditas.

—Por favor, no te detengas —supliqué y no fui capaz de reconocer mi propia voz.

—No lo haré, princesa.

El quarterback me sujetó con firmeza. Con besos y caricias me llevó a lugares que nunca antes había visitado.

Reed había abierto una puerta a una dimensión ignota, varias lágrimas cayeron de mis ojos, pero no eran de tristeza, sino de la sensación de euforia que llenaba cada parte de mi ser.

No había perdido la noción de donde estaba y había reemplazado los gemidos por mordiscos en los hombros y cuello de Reed, mi piel ardía y el sudor se mezclaba entre nosotros.

Sin poder evitarlo más, un último contenido selló nuestro encuentro.

Reed apoyó su cabeza en mi pecho, mientras tratábamos de recuperar la respiración.

¿Qué se dice después de tener relaciones con tu enemigo?

Reed levantó la cara y me observó fijamente.

—¿Eras virgen? —preguntó sin escucharse nervioso o en pánico.

Bueno, al menos, así me sentía yo.

—La palabra clave es: era —enfaticé queriendo sonar muy adulta.

Estaba tan nerviosa, mi cabeza no paraba de pensar y cada nuevo pensamiento me asustaba más que el anterior.

—Darcy…

—Mira relájate —lo interrumpí. Sabía que, no podía exigirle nada al quarterback del equipo, así que, era mejor liberarlo del problema—. Fue cosa del momento, la adrenalina en nuestras venas…

Reed me besó silenciando mis palabras.

—Desde que llegaste me traes de cabeza. —Su mano apartó el cabello de mi cara—. Me costó aceptar lo mucho que me gustas y esto… —Señaló nuestros cuerpos—. Es…

—Un error. —Me limpié una lágrima que caía de mi mejilla—. Al salir de aquí, seguiremos odiándonos como el primer día.

—No, al salir de aquí serás mi novia —sentenció Reed.

—Has perdido la cabeza.

—Sí, perdí la razón desde que llegaste con tus trenzas y tus lentes —discutió Reed.

Como pude empecé a arreglarme.

—A mí no me vas a culpar de tu locura —declaré enfurecida.

—Te culpo de entrar en mi cabeza y no dejar ni un solo pensamiento libre de ti.

—Por favor, eres un niño mimado queriendo hacer responsable a los demás de tus asuntos. —Llevé mis manos a la cintura y levanté la cara para ver a Reed.

—Eres irresistiblemente, hermosa, cuando te enojas —dijo Reed sonriendo.

—¿Por eso me haces enojar?

—Sin importar las condiciones, Darcy, yo elijo estar contigo —susurró inclinándose para llegar a mis labios.

Puse mi mano en su boca evitando caer de nuevo en la tentación.

—Reed, no podemos parar de pelear. ¿Cómo vamos a ser algo más?

—Pelear es lo que nos define. —Quitó mi mano y la besó—. Lo mejor de pelear son las reconciliaciones.

—Lo siento, pero no me mudé a Portland para enamorarme.

—Era un errante por el mundo, hasta que, llegaste a mi vida —murmuró y unió nuestros labios.

¿Acaso él no era capaz de verlo?

Él siempre sería el típico imbécil arrogante capitán de su equipo y yo era la típica chica que los idiotas llaman nerd.

Me separé de sus labios, era fácil dejarse llevar por los sentimientos.




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