Año Bisiesto

Episodio 11: No estoy celosa.

Darcy.

Avancé por el pasillo con la sangre hirviendo en mis venas.

—Darcy. —Mila se colocó a mi lado—. ¿Dije o hice algo malo?

La miré, pero a su lado ya no estaba Iriel.

—¿Por qué lo preguntas? —cuestioné tratando de concentrarme solo en lo que ella necesitaba decirme.

—Es que… Te dije que Iriel y yo, fuimos nuestro año bisiesto y solo te fuiste.

Rasqué mi cabeza y observé a mi amiga.

—Espera, ¿Iriel y tú son novias?

—Sí, bueno, todo es muy nuevo para mí, pero, anoche, cuando nos escondíamos y nos besamos, se sintió bien y… ¿Estoy loca?

—No, por supuesto que no. —Sujeté sus manos y le sonreí—. El amor es complicado y puede venir del lugar que menos lo esperas.

—Es raro, nunca había me había sentido así por otra chica, no digo que, estoy enamorada, solo me doy la oportunidad de explorar mis opciones. —Mila soltó mis manos y se alejó un poco de mí, suspiró preocupada y me miró—. Me da miedo qué puedan pensar mis padres.

—Lo único que te debe importar es si tú te sientes bien, si estar con Iriel te hace feliz, pues, adelante. —Me quedé en silencio cuando Reed se acercó a nosotras.

Se detuvo a lado de su hermana, pero no apartaba la mirada de mí.

—¿Qué rayos te sucedió? —le preguntó Mila, le lamió el pulgar y trató de limpiar el cuello de su hermano.

Abrí los ojos viendo cómo esa zona estaba adornada por mordidas, chupones y rasguños.

—Nada. —Reed apartó las manos de su melliza y la miró—. Dime que, anoche, no te dejaste atrapar de los guardias o de la directora.

—Si estuviera metida en problemas te hubieses enterado. —Mila se cruzó de brazos—. Claro, se me olvidaba que, anoche no llegaste a casa. ¿Pasaste la noche con la bandida que te hizo esos moretones?

—Debo irme, no me gusta llegar tarde. —Me di la vuelta y seguí mi camino dejando que los hermanos, por primera vez desde mi llegada fueran los protagonistas de las peleas.

Cuando estuve lo suficientemente, lejos de los hermanos Cash, me detuve y respiré un par de veces.

Me sentía tan furiosa, lo que no tenía lógica alguna, pero aquí estaba molesta, pensando que, si no me hubiera tropezado con Reed otra chica, pudo haber tomado mi lugar y el resultado imaginario en mi cabeza, me hacía hervir la sangre.

Entré al salón y como siempre tomé mi lugar en la primera fila frente al pizarrón.

Mila y su hermano entraron minutos después; mi amiga se sentó detrás de mí y el otro a mi lado.

El profesor de matemáticas entró y frunció el ceño al ver a Reed tan cerca de mí.

—¿Qué tal su 29 de febrero? —preguntó el profesor ocupando su mesa de trabajo—. Escuché que, la escuela tuvo invitados nocturnos.

La clase rio cómplice del suceso.

»Espero que valiera la pena su excursión. Lamento informarles que, la leyenda es solo una leyenda y no hay casos confirmados de su veracidad.

—¿Usted vino al año bisiesto? —preguntó Iriel.

—Sí, como ustedes era un muchacho ingenuo. —El profesor se apoyó en su escritorio y se cruzó de brazos—. Pero, sé que, hay un par de estudiantes que, de seguro no creen en ese tipo de leyendas.

—Yo sí creo —saltó Reed y las niñas del salón suspiraron.

—Es solo una pérdida de tiempo —rebatí llevando mis manos a la cintura.

—¿Lo dices en serio? —Reed tomó mi silla, la giró haciéndome quedar frente a él—. ¿O solo es la costumbre de llevarme la contraría?

—Entonces, si crees en la leyenda… ¿Quiere decir que viniste al colegio a encontrar a tu año bisiesto? —le interrogué de forma mordaz—. Da igual, de tus labios solo salen mentiras.

Me levanté de mi silla y miré al profesor:

»¿Puedo ir al baño?

—Claro, chicos abran su libro en el capítulo…

Miré sobre mi hombro a Reed y salí del salón.

Claro que, no necesitaba ir al baño, sino calmarme y no dejarme llevar por mis emociones.

«Estúpido Reed», pensé con amargura.

—¿En serio crees que vine a buscar una cita? —Reed me tomó del brazo y me empujó a un salón vacío.

—Mira no te juzgo, tú lo disfrutaste, yo lo disfruté…

Reed me sujetó por la cadera y me pegó a su cuerpo.

—Cuidado, princesa, puedo oler tus celos.

—No estoy celosa, solo veo los hechos y saco mis propias conclusiones —declaré alzando la cara para ver a Reed a los ojos.

—La única conclusión a la que debes llegar es que, estoy completamente, loco por ti. —Sus dedos trazaron el contorno de mis labios—. Anoche, vine a buscar a mi hermana, pero cuando llegué su teléfono estaba apagado y me puse a caminar.

—Soy una tonta —admití en voz baja.




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