Año Bisiesto

Episodio 12: Mi novia.

Reed.

Salimos al campo y me detuve un segundo.

Este momento era embriagador, las barras animaban a sus equipos, las porristas realizaban sus rutinas. Los gritos, los aplausos incluso los instrumentos sonando, me llenaban de energía para dar lo mejor en cada partido.

Los Bull de Boston, habían sido nuestros rivales desde que tengo memoria, eran buenos, pero nosotros éramos mejores, aunque, jamás los subestimábamos y siempre estábamos preparados para el combate.

Nos acercamos al entrenador y miré a las gradas, mi hermana me había pedido boletos para ir con su amiga Iriel al partido, se los di porque sabía que, eran más que solo amigas, pero dejaría que mi hermana me lo contara cuando estuviese lista.

Mila todavía no había llegado, pero un chico estaba ocupando uno de los lugares, pero no le di importancia, Mila no se dejaría quitar los puestos.

—No quiero errores, debemos ganar, jugar en equipo, sobre todo, hacerlo bien, pues tenemos ojos en la multitud —comentó el entrenador y me miró—. Esto no es solo un partido más, es el partido que les puede abrir las puertas en la NFL.

—Ya lo oyeron —vociferé—. Vamos a patear sus traseros, tan fuerte que deberán dejar el campo en sillas de ruedas.

—¡Sí! —rugió mi equipo.

Nos colocamos los cascos y fuimos a la línea ofensiva.

Me coloqué detrás de mi center para recibir el balón, grité la jugada y el tiempo se detuvo.

Era adicto a sentir cómo mi corazón bombeaba sangre, cerré los ojos un par de segundos y los abrí listo para la jugada.

El balón llegó a mis manos y busqué a mi corredor, estaba preparado para realizar mi lanzamiento, cuando por alguna estúpida razón vi a las gradas.

El tiempo se detuvo cuando vi a Darcy, mi Darcy, estrechar la mano del tipo que había visto antes.

Los celos comenzaron a hervir mi sangre, pero el tacleador del otro equipo me derribó causándome un gran dolor, por instinto, protegí el balón, pero no pude apartar la mirada de las gradas.

Darcy se había girado, sus manos estaban sobre sus labios y podía ver en sus ojos el terror que sentía al verme en el suelo. La vi titubear, como si quisiese correr hacia mí, pero se quedó donde estaba.

No, no iba a dejar que mi chica me viera como un perdedor.

Teníamos varias jugadas que completar.

════∘◦✧◦∘════

Darcy.

Llegué al estadio más tarde de lo que previne, aunque, mi retraso no se debía al tráfico, sino a la ausencia de personas en la ciudad.

Lo que me hubiera tomado unos 20 minutos, me llevó casi unos 45 minutos, pero estaba aquí y era todo lo que importaba.

También me sorprendió saber que, daban boletos para ver los partidos escolares, siempre tuve la idea de que cualquiera podía venir a verlos.

Avancé por detrás de las gradas, preguntándome cómo tantas personas ocupaban el estadio escolar, incluso el cartero estaba gritando y aplaudiendo como loco.

Revisé mi boleto y suspiré viendo que, donde se suponía que, debía estar mi amiga, estaban un chico.

Avancé con calma, supongo que, se quitaría cuando ellas llegaran, pero este al verme se puso de pie:

—Tú debes ser Darcy. —Estiró la mano y me sonrió—. Hola, soy Max, primo de Iriel, amigo de Mila.

Miré su mano por un segundo y se la estreché.

—Un gusto. ¿Cuándo llegan ellas? —Escuché una fuerte colisión y me giré al campo, vi a Reed en el suelo con varios chicos sobre él y me llevé las manos a la boca.

Avancé un paso, pero retrocedí casi de inmediato, quería ir con Reed, pero estaba segura de que no me dejarían atravesar el campo.

—Ellas no van a venir —comentó Max captando mi atención.

—¿Es una broma? —cuestioné.

—Ahora entiendo todo. —Max soltó una carcajada—. Creo que, te organizaron una cita a ciegas conmigo.

—Oh, no —murmuré arrugando la frente—. Lo siento, pero…

—No te preocupes, podemos ver el partido y ya.

—Gracias. —Me acomodé en mi asiento—. ¿Al menos es verdad que hay cazatalentos por aquí?

—Sí, esa parte si es real.

Asentí sin mucha emoción.

Mataría a Mila, ya se me hacía extraño que ella me invitara a un partido de su hermano.

»¿Quieres beber algo? —Max estaba inclinado sobre mi asiento, sus ojos verdes estaban puestos sobre mí y eso me puso nerviosa.

—Agua, solo agua.

—Bien, agua será.

Me sentía tan inútil aquí sentada, no tenía idea de qué iba todo; no entendía nada.

Aunque, era una chica lista, cuando mi lado de la barra celebraba, yo lo hacía. Si la multitud abucheaba, pues, yo igual.

—Viene el descanso de medio tiempo, ¿quiere comer algo? —propuso Max.




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