Anomia: pequeñas asesinas

Capítulo 11- Desaparición

El humo del agua caliente había empañado el espejo, las gotas de agua caían sobre el piso volviéndose rojas, el piso estaba con agua roja fluyendo hacia la pequeña coladera. El agua caía sobre su piel mientras limpiaban todo rastro de espuma.

Doll cerró la llave de la regadera, sus mechones de cabello rubio escurrían agua y las gotas sobrantes pasaban por su cara. Abrió los ojos, enrollo una toalla a su cuerpo y empezó a secarse con otra el cabello. 

Se miro sus manos, hace unos momentos habían estado cubiertas de sangre, aún podía sentir perfectamente la sensación de matar a Alice y sentir sus manos llenas su sangre. Alzó la vista, la sensación no había desaparecido. Se abrazo a si misma mientras mordía su labio inferior tratando de concentrarse en esa sensación. Era gloriosa, era... Indescriptible, inefable. Se sentía tan bien, adoraba esa sensación.

A pesar de todo, todavía tenía trabajo que hacer. Se puso su pijama, una adorable ropa adornada con figuras de pasteles, odiaba esa ropa pero a todas las niñas del comercial donde la ofrecían parecían amarla, por eso la compro. Al terminar de cambiarse se observó en el espejo, no podía dejar de pensar en la cara de Alice mientras la apuñalaba, nunca podría olvidarla.  

Miro para abajo observando su ropa llena de sangre, tenía que ocultarla al día siguiente, debía quemarla o esconderla por que no podía lavarla, Nadeline no le permitía acercarse al cuarto de lavado pues cuando era más pequeña agarraba las diferentes sustancias de lavado para echarlas sobre alguna rata o algún otro animal pequeño. Aunque ya no hiciera eso (qué su made supiera) seguía sin dejarla entrar. El lavabo del baño era muy pequeño para lavar nada y tampoco podía decirle a su madre que lavara esa ropa llena de sangre que evidentemente no era suya, ¿que iba a decirle? «mamá, acabo de matar a alguien y su sangre manchó toda mi ropa, ¿podrías lavarla para no dejar evidencia?». Suspiro, se le acaban las ideas y el sarcasmo no ayudaba.

Trono la boca, no se arrepentía de nada, incluso empezaba a pensar en quien más sería una buena víctima. Tomó sus cosas, el collar de Alice y salió del cuarto de baño bostezando, iría a dormir de inmediato. Después de todo, estaba cansada, era una niña, y las niña deben descansar.

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Corría lo más que podía. Estaba tan alterada que en ocasiones se tropezaba con sus propios pies, pero se incorporaba de inmediato. Las sombras detrás de ella la venían persiguiendo mientras sus escalofriantes voces resonaban en las paredes del edificio.

Pero nunca se puede correr lo suficiente. Una sombra en forma de mano la agarro del tobillo haciendo que cayera al piso golpeando su cara contra esta. Cuando se volteo vio a todas las sombras rodeándola mientras giraban y murmuraban cosas. Sin poder evitarlo puso sus manos en sus orejas mientras negaba con la cabeza intentando que se callaran.

—¡No, por favor. Lo siento! ¡No tuve opción!—gritaba con desesperación—. ¡Cállense!... Solo es un sueño, solo es un sueño, solo es un sueño...

Siguió repitiéndose eso mientras las sombras consumían su ser. Era un sueño, del que nunca podría despertar.

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Los sollozos despertaron a Doll de un buen sueño, apenas eran las 8 de la mañana y era sábado, planeaba dormir de nuevo cuando escucho que era su madre hablando por el altavoz de su teléfono. Quitó las sabanas y toco con sus pies descalzos el frío suelo provocando un estremecimiento. Abrió su puerta y escucho con claridad a su madre hablar desde abajo, en la sala.

Sin ningún sigilo bajo las escaleras viendo a Nadeline con el teléfono en mano, con quién hablaba lloraba sin control.

—No lo sé, tiene que estar por ahí.

—¡Dijo que iba a pasear!. Ya es de mañana y ella no aparece—decía la otra voz sollozando.

Doll enseguida supo que hablaban de Alice, y al otro lado del teléfono se encontraba la señora Rose, la madre de Alice, ella y Nadeline habían sido buenas amigas por mucho tiempo aunque sus hijas no tanto. Suspiro, no quería empezar a fingir desde tan temprano, estaba cansada de hacerlo por lo que con cuidado empezó a subir las escaleras para pretender que nunca estuvo ahí.

—Te lo puede decir ella misma, ya que esta despierta. Doll, ven—ordenó la voz de Nadeline tras ella.

Doll se volteo y vio cómo su madre sostenía el teléfono dándoselo, así que no tuvo más remedio que ir y atender la llamada.

Tuvo que repetir muchas veces que ella solo había visto a Alice en la escuela, luego tuvo que soportar sollozos por media hora hasta que la mujer colgó la llamada.

—Por fin colgó—murmuró para sí misma Doll irritada. Le asqueaba el que las personas le dijeran sus problemas, ¿tenía cara de que quería escuchar a la gente?.



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En el texto hay: asesinatos, muerte y sangre, jovenes asesinos

Editado: 22.07.2020

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