Anomia: pequeñas asesinas

Capítulo 16- No debiste meterte

El fuego siempre llamó la atención de Doll. Tan brillante y tan elegante consumiendo todo lo que tocaba, esparciéndose y liberando sus llamas abrazadoras. Tan poderosas que no tenían control, sus llamas moviéndose con gracia y elegancia. 

Su color era majestuoso, el sonido y el calor envolvían a Doll por completo provocando que se quedara hipnotizada al verlo. Cuando era mas joven solía quemar muchas cosas, cosas pequeñas detrás de su casa, encendía fogatas y otras cosas más, un día casi quema su propia casa en el intento de crear una marea de fuego.

Cuando decidió volver a ser "normal" tuvo que dejar ese mal hábito suyo de incendiar pequeños trozos de madera y papel, le producía ansiedad no hacerlo pero se esforzó en controlar aquella ansiedad: y ahora había vuelto.

Estaba frustrada y enojada, aquella platica con Jonathan el otro día le había dejado mal sabor de boca. Aquella necesidad de quemar cosas volvió después de mucho tiempo, necesitaba quemar algo, necesitaba ver las llamas del fuego consumir algún objeto.

Aprovechando que su madre llegaría tarde, salió de su casa y camino a un depósito abandonado donde antes quemaba cosas, aveces lo visitaba los fines de semana para atrapar a nuevos ratones o ratas.

Llegó al depósito y junto varias pequeñas ramas y papel desgastado para crear una fogata improvisada. Siempre llevaba consigo un mechero así que fue fácil encender el fuego después de acomodar cuidadosamente todo lo que necesitaba.

Encendió la fogata y vio como las llamas prendían y consumían el papel de la hojas, empezó a atizar el fuego y a quemar trozos de papel viendo como se consumían  lentamente bajo las llamas rojas.

Si, se sentía mejor ahora. Pero no era suficiente, entrecerró los ojos viendo al fuego bailar. Aún no se sentía completamente bien, necesitaba deshacerse de Jonathan cuanto antes.

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Al día siguiente las clases habían terminado. Doll suspiro cansada empacando todas sus cosas en la mochila. Emily la tomó del brazo llamando su atención.

—¿Estas bien? Estas rara desde ayer—admitió Emily.

Doll se sorprendió, había estado pensando sobre muchas cosas y había estado ausente. Sonrió con esfuerzo.

—Perfectamente—admitió.

—Sabes... Que puedes confiar en mi, ¿verdad?—dijo su amiga—. Estoy aquí, contigo. Justo aquí, a tu lado.

—Estoy bien—repitió—. Solo necesito aclarar mis ideas.

Se sorprendió, el tono de voz de Emily parecía lleno de tristeza, ¿había hecho algo para preocupar a su amiga?. No quería preocuparla de ese modo. Le regalo una sonrisa para tranquilizarla, estiró su mano posándola en la mejilla de su amiga.

—Estas bien, eres valiente: eres Emily Alexander. Cualquier cosa que te propongas sea buena o mala, la vas a lograr. Por que eres valiente y no tienes miedo—dijo Doll.

Emily la miro sorprendida, luego sonrió. Aquella frase era una especie de conjuro para que Emily fuera valiente, lo decían mucho cuando eran más jóvenes, lo inventaron después de la muerte de Victoria para que la niña pudiera aguantar el miedo y supiera que todo iría bien. Hacia mucho que no lo decían: pero ahora era el mejor momento para retomar esa frase, por que Emily necesitaba ser valiente para lo que pudiera ocurrir. 

Ambas se fueron de la escuela y  recorrieron el camino a casa. Paso a dejar a Emily a su casa y luego fue a la suya donde agarró un bocadillo ligero y se puso a leer. Su madre no llegaba hasta la noche por lo que le dejaba la comida hecha en la mañana pero no tenía hambre.

Después de terminar decidió ir con Elizabeth para ver si había algún progreso con Julieta. Salió de su casa y empezó a caminar por las calles hasta detenerse al ver algo extraño.

Vio a Jonathan escabulléndose por las calles, como si no quisiera que nadie lo viera, traía una capucha en la cabeza por lo que hacía difícil ver quien era, pero ella lo sabía. ¿Que estaría haciendo?. Había decidido investigar al chico a fondo y esa era una oportunidad perfecta para conocer sus movimientos.

Decidió seguirlo y vio como llegaba hasta la escuela, ¿que hacía ahí?. A esas horas no había nadie en el edificio, ni siquiera maestros. Vio como el chico escaló los barrotes de metal y se metía por una ventana muy pequeña. Era el baño de mujeres.

Era la misma ventana por donde Elizabeth se escapó y Doll lo persiguió, era la única ventana que tenía fácil acceso para entrar y salir. No perdió tiempo e imitó los pasos del chico colándose también por la ventana.

Una vez dentro recorrió los pasillos vacíos de la escuela, estaba increíblemente silencioso, nunca había oído tanto silencio como aquel, pero los pasos lejanos de Jonathan le indicaban por donde debía ir.

Lo siguió de lejos cuidando de que no la viera ocultándose en las esquinas y en los altos casilleros, uno arriba de otro. En su escuela existían los casilleros para alumnos y profesores. Para cada uno existía un casillero de un tamaño considerable. Los casilleros para los alumnos se encontraban en el pasillo pegados a su respectivo salón, los casilleros de los profesores se encontraban dentro del salón de clases. 



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En el texto hay: asesinatos, muerte y sangre, jovenes asesinos

Editado: 22.07.2020

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