Anomia: pequeñas asesinas

Capítulo 18- Tres son multitud

Los ojos grises de su invitado la veían atentamente, Noah se sentó en el piso y trató de alejarse dándose cuenta muy tarde que estaba amarrado.

—¡No había necesidad de hacer esto!—dijo el niño tratando de liberarse.

Doll frunció el ceño y lo miro, le parecía familiar ¿ya lo había visto antes?

—Te llamas Noah ¿no es verdad?—pregunto Doll. 

El contrario sonrió al verla.

—Vaya, si es Hena—dijo despectivamente—. Tiempo sin verte, ¿como has estado?

Al oír eso Doll sintió cómo su cara se volvía roja del enojo. Llevaba dos años sin escuchar esa palabra. "Hena" era un apodo que Victoria le había hecho favor de ponerle, un apodo despectivo que nada tenía que ver con aquella pintura negra que se usaba como decoración. No, Doll no tenía tiempo para investigar sobre el origen de esa palabra pero sabía muy bien que Victoria había volteado la palabra original para formar el nombre Hena, Emily se lo había dicho.

Enojada y bufando tomó un pedazo de vidrio roto y lo puso en la garganta del niño.

—¿Donde oíste esa palabra?—pregunto enojada.

—¿Quien sabe?—respondió aún con aquella sonrisa burlona que empezaba a fastidiarla— Me lo dijo un muerto.

—Los muertos no hablan—replicó Doll enseñando los dientes.

—Tal vez no los escuchas con atención—replicó aún sonriendo.

La mano de Elizabeth la apartó lejos del niño, este las miro a los dos fijamente con un brillo de desafío en los ojos. Preguntaron por su apellido pero su invitado negó a contestar aquella pregunta aún cuando lo amenazaron con matarlo a palazos.

—¿Quien demonios eres? ¿Que buscas?—pregunto la nueva enojada.

Noah bajo la mirada y luego las miro con arrogancia.

—Se que las dos son responsables de las muertes que han ocurrido, la de Jonathan y la de Alice Rose—dijo con seguridad—. Al igual que la muerte de m... Victoria Alexander. No está desaparecida, esta muerta. Vi como su cadaver caía en aquel hoyo sin fondo.

Doll se congelo en el lugar, era imposible que supiera aquello. Era imposible. Nadie la había visto matar a Victoria. Nadie (Aparte de Elizabeth) debió haberla visto cegar la vida de Alice. 

Era imposible que ese niño supiera.

Y aún así, sabía lo del hoyo y como la había arrojado cuando no era más que un saco de carne y huesos.

Elizabeth era la única persona a la que había revelado que había matado a su vecina, secreto que reveló después de mantener silencio por dos años. Ni siquiera le había dicho donde había dejado su cuerpo. 

Aún sabiendo que era imposible que la hubiera visto, algo parecido al miedo recorrió su espalda. Asintió varias veces y le dio la espalda. Rápida como un rayo tomó la pala que habían dejado tirada y la alzó en el aire dispuesta a matar a Noah. Elizabeth lo advirtió y detuvo el golpe. Forcejearon hasta que Elizabeth le quitó el arma.

—¡Dámela!—grito Doll desesperada.

—¡No, aún no puedes matarlo!

—Espera... ¿Como que "aún"?—preguntó Noah pensando que le había librado de una muerte segura.

—Si lo matas ¿quien nos dirá cual es su fuente de información?—replicó Elizabeth ignorando al niño.

—Tal vez aprenda a escuchar mejor a los muertos—rugió Doll.

Elizabeth le hizo un ademán para que se tranquilizara. Se dirigió a su invitado mirándolo a los ojos. Le encantaban sus ojos, eran preciosos, ese tono de gris jamás lo había visto y ardía en ansia de sacárselos. De hacerlos suyos.

—¿De donde has salido?—dijo Elizabeth confundida—. ¿Que es lo que buscas al decirnos esto? ¿De donde sacaste toda esa información para confirmarlo?

El invitado sonrió, aquella horrible sonrisa que Doll estaba impaciente de borrarle de la cara.

—Ustedes... Me llamaron la atención desde un principio—admitió—. ¿Me creerían si les digo que soy un fantasma? Al ser un fantasma estoy en todos lados, yo vi cuando acabaste la vida de esas dos personas, Hena.

Doll lo miro, avanzó hacia el y le di un golpe en la cara sin que Elizabeth pudiera evitarlo.

—Un fantasma muy corpóreo, en mi opinión—dijo viéndolo con desprecio—. Si no quieres que te tire todos los dientes será mejor que hables sin ningún tipo de bromas. ¿Quien eres?

—Eso si me lo merecía—acepto el menor de los tres con la mejilla roja—. Soy todo y a la vez nada. Veo todo y nada. Estoy en la luz y en las sombras. Digamos que soy alguien que ve y sabe todo. Para prueba de ello les dire algo que ustedes no le han dicho a nadie, pero que yo se. Vamos, no haré ni intentaré nada, se los diré al oído. 

Las dos niñas intercambiaron miradas, al final, Elizabeth se encogió de hombros y se acercó al niño pegando su oído a su boca. Este le murmuró algo que hizo que la expresión de Elizabeth se tornada en una de puro odio. Se apartó y lo miro con furia.



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En el texto hay: asesinatos, muerte y sangre, jovenes asesinos

Editado: 22.07.2020

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