Anomia: pequeñas asesinas

Capítulo 30- Lluvia

Emily se despertó en medio de la noche. Estaba sudada, había tenido una pesadilla y su cuerpo se sentía caliente pese a que hacía frío.

Las gotas de lluvia chocaban contra su ventana, como en su sueño. Había llovido en las noches anteriores como en sus sueños, pero deseaba que no fuera exactamente como ellos.

Apartó las sábanas y toco el suelo frío con sus pies descalzos, sintió un escalofrío recorrer su espalda antes de ponerse de pie y caminar hasta la ventana, alzó la mano y tomó la cortina para retirarla.

Se detuvo.

Estaba despierta, eso no era un sueño. ¿Que pasaría si el sueño se cumplía? Tragó saliva nerviosa. No quería ver, temía que todos sus sueños hasta la fecha pudieran hacerse realidad.  

La ansiedad invadía su cuerpo, sus manos temblaban al recordar aquel rostro que le había sonreído incontables veces. No tenía el por qué sentirse así. Él siempre fue bueno con ella... Siempre fue amable.

Apretó el puño y retiró la cortina para ver al exterior. Lo primero que vio fueron las gotas de lluvia chocando contra su ventana, vio la calle y las casas enfrente de la suya, pero había algo más.

Del otro lado de la calle se encontraba alguien parado con un paraguas azul cubriéndolo de la lluvia. Emily sintió otro escalofrío recorrer su espalda y esta vez no fue por el frío.

La persona delante de ella parecía mirar a su cuarto, aunque no podía distinguirlo bien pues el paraguas le tapaba la cara.

Se le quedó viendo sin saber que hacer, aunque fuera a decirle a su madre ¿le iba a creer? Su padre no estaba en la casa ahora mismo. No podía decirle a nadie, nadie le iba a creer. Un nudo se formó en su garganta.

El extraño alzó un poco el paraguas, sabía que ella estaba ahí. No lo alzó por completo pero dejó al descubierto la mitad inferior de su cara.

Una sonrisa plena y llena de maldad se asomó en el rostro del extraño. Le sonreía a ella.

Era imposible que él estuviera ahí... Se había ido a la universidad, no era posible que hubiera vuelto. Era imposible y aún así estaba delante suya con esa asquerosa sonrisa.

El extraño, sin dejar de sonreír, empezó a caminar calle abajo para desaparecer entre las sombras. Emily no se había fijado que estaba conteniendo la respiración.

Se dejó caer de rodillas al suelo y empezó a jadear. Sabía quien era aquel extraño de cabello rubio, ¿por que estaba ahí? ¿Por que le provocaba un revoltijo en el estómago?

No lo sabía, sus sueños le advirtieron que al apartar la cortina el se encontraría ahí. ¿Por que?

Siempre fue amable con ella, la acompañaba de la escuela a su casa, recordaba haber jugado con el. ¿Por que sentía esa opresión en el pecho? 

Su cabeza palpitaba, había olvidado algo. Un vago sentimiento lejano la invadió y le provocó arcadas.

Vomito aún sin entender la razón de aquella sonrisa, sin entender por que estaba ahí. ¿Era un sueño? Tal vez lo era, tal vez estaba atrapada en otra pesadilla. Pensando en eso, se quedó dormida en el suelo.

Era un sueño, eso quiso creer ella hasta el final pues era casi impensable que aquel chico de dulce sonrisa pudiera provocarle asco. 

 

::::    ::::    ::::    ::::    ::::    ::::    ::::    ::::

 

Era gracioso como cambiaban las cosas de lugar, tan solo hacía unos días era ella quien perseguía a su víctima y ahora ella se sentía como la víctima.

Doll se giró a todos lados, árboles, oscuridad, nada. No veía nada más que eso. Podía oír los pasos corriendo pero no sabía si eran de aquel sujeto o de Elizabeth, incluso de ella misma.

—¡Muévete!—grito la voz ronca de Elizabeth empujándola por detrás.

Doll casi se resbala por el barro. Tenía que concentrarse, iba a perderlo todo si no podía distinguir de donde venían los pasos. Al frente se escuchaban, pero se escuchaban también a un lado ¿que pasos eran los correctos? ¿Por que escuchaban tantos?

—¡Ayúdenme, ayúdenme!—escuchó el grito desgarrador de su amiga.

—Emily—murmuró.

Los demás pasos eran alucinaciones o engaños de su mente, los ruidos correctos eran los de enfrente. Impulsándose hacia adelante empezó a correr colina arriba tratando de ver algo más que ramas.

Pudo vislumbrad algo, la figura de alguien corriendo entre los árboles, una sombra alta que llevaba cargando algo que no podía distinguir, seguía demasiado lejos para verla bien. Aunque no había duda de que era Emily lo que llevaba en brazos.

—¡Doll, Doll!—grito la voz de su amiga.

Giró hacia Elizabeth para pedirle ayuda, (aunque no sabía cómo podía ayudarla) cuando se dio la vuelta su socia estaba en el suelo con la cabeza sangrando. Doll retrocedió asustada y miró a ambos lados, se volvió en sus talones y ahí lo vio: un bate de madera que venía directo hacia ella. 



#12343 en Thriller
#7063 en Misterio
#5035 en Suspenso

En el texto hay: asesinatos, muerte y sangre, jovenes asesinos

Editado: 22.07.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.