Anomia: pequeñas asesinas

Capítulo 31- Nuevo jugador: el tramposo

Sentía su cabeza palpitar del dolor, cuando abrió los ojos las luces rojas y azules casi la deslumbran, una mujer de cabello rizado se acercó a ella preguntándole si se encontraba bien. Solo entonces, Doll supo donde estaba tras unos momentos de confusión.

Mecía sus pies de atrás para adelante sentada en el capote de un carro de policia, sus hombros estaban cubiertos por una manta. Parecía haber pasado una eternidad desde el momento en que fingía limpiar el área deportiva de la escuela, pero solo había pasado menos de una hora.

El profesor que las cuidaba (el cual regresó después de haberse dormido en el baño) se dio cuenta de que no estaban y al encontrar a Victor herido llamó a la policia.

La encontraron a ella bajo la colina que se creaba a partir del límite del bosque. No recordaba mucho antes del golpe, pero recordaba lo suficiente para saber que ella no debería haber estado ahí. Había corrido, lo sabía por sus zapatos llenos de lodo, recordaba los gritos de su socia y de su amiga. Recordaba su respiración agitada de tanto correr, alguien la había movido para que quedara bajo la colina. 

Encontraron a su socia en un pequeño riachuelo, tenía la cara sumergida en este y por poco se ahoga, lo hubiera hecho si no la hubieran encontrado a tiempo. 

Emily había sido encontrada tirada bajo un árbol, estaba inconsciente y aún lo seguía al igual que Elizabeth.

Doll no comprendía el por que habían sido llevadas a sitios diferentes y explicó a los policías, con toda verdad, lo que había pasado. Explicó todos los detalles pues no tenía caso mentir.

La pequeña asesina no entendía por que las habían golpeado y no asesinado. Aquella persona... No las mato, tal vez tenía la intención pero no llego a hacerlo, incluso pudo haberse llevado a Emily pero la dejó libre.

Miro hacia el cielo nocturno lleno de estrellas, había estado al borde de la muerte y parecía no importarle.

Había olvidado algo importante, de eso estaba segura. Recordaba vagamente sus manos agarrando aire y ver entre las sombras una cara conocida, ¿había sido un sueño? Lo más probable es que si. No importaba, todo estaba bien: su amiga y ella estaban vivas y el juego continuaba.

 

::::    ::::    ::::    ::::    ::::    ::::    ::::    ::::

 

Todos tienen un lugar para escapar, un lugar tranquilo en su mente donde pueden hacer lo que quieran. Para Emily era una pradera con hermosas flores de todos los tamaños y colores.

Corría por el prado usando un hermoso vestido color blanco, el viento le pegaba a la cara y, sin duda, era un momento maravilloso donde solo estaba ella.

Todo el dolor desaparecía en aquel sitio. Ya no tenía miedo, estaba llena de paz. Puso las manos en su corazón sintiéndolo latir, estaba viva y eso era lo único que importaba.

Todas las cosas malas y buenas no existían en aquel lugar, era un lugar alejado de las reglas de la sociedad y realidad. Era su propio mundo y estaba viva, en su mundo perfecto lleno de sueños egoístas e infantiles.

Escuchó la voz de alguien llamándola,  no quería que el sueño terminara y siguió corriendo entre las flores.

La voz gritaba su nombre con desesperación, se dio cuenta que debía despertar de su mundo mágico. Se detuvo y miró hacia el cielo el cual brillaba con intensidad. Un mundo perfecto bañado de luz que almacenaba sus deseos ¿por que no era la realidad?

¿O acaso si lo era?

No lo era, tenía que despertar y seguir viviendo en aquel mundo cruel e injusto. Se mordió el labio inferior, no quería volver, quería quedarse en aquel mundo brillante para siempre.

Tenía miedo de regresar, tenía miedo de sentir dolor y miedo de nuevo... Lo peor era que no tenía alternativa, el momento en que debía regresar se acercaba cada vez más sin que pudiera evitarlo.

Su cuerpo real dolía, si despertaba lo sentiría de nuevo. El paisaje se quebró al igual que su sueño. Emily cayó al vacío, no grito y ni siquiera intentó detener su caída, solo dejó que la oscuridad se la tragara.

 

::::    ::::    ::::    ::::    ::::    ::::    ::::    ::::

 

La policia recibió la llamada de un hombre informando que su vecina había estado muy silenciosa pese a que había estado llorando noches anteriores, incluso de día.

Fueron a investigar y llamaron a la puerta la cual nadie abrio, entraron a la fuerza descubriendo que en un pasillo se encontraba la madre de Julieta y Jonathan colgada de una de las vigas del techo. La señora Kohar se había suicidado.

El cuerpo ya había entrado en estado de descomposición, dijeron la teoría que el suicidio pudo haber ocurrido el lunes en la noche o el martes en la tarde (fue una suposición antes de inspeccionar a fondo el cuerpo).

La policia despertó al vecindario, todos empezaron a hablar del asunto. La pobre señora Kohar no pudo aguantar la pérdida de sus hijos y cometió tan terrible acto.



#12343 en Thriller
#7063 en Misterio
#5035 en Suspenso

En el texto hay: asesinatos, muerte y sangre, jovenes asesinos

Editado: 22.07.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.