Anomia: pequeñas asesinas

Capítulo 34- La princesa y el caballero

—Había una vez un reino gobernado por un rey justo. Todos amaban al rey el cual era bueno y generoso. Vivía en un hermoso castillo junto con su esposa e hija, la princesa. La princesa era hermosa y generosa como su padre, todos la adoraban. Aunque siempre se mostraba amigable y sonriente, la princesa se sentía triste pues siempre estaba sola en el castillo pues sus padres no tenían tiempo de estar con ella. Había aprendido a callar y no rechistar por su soledad debido a que sus padres nada podrían hacer por el trabajo que casi les consumía la vida.

—La princesa solía pasear por los enormes jardines del castillo y un día fue atacada por una malvada criatura que quería devorarla. La golpeó y la hirió sin que ella fuera capaz de defenderse, creyó que era su fin. Un caballero apareció y salvó a la princesa antes de que fuera asesinada. Un héroe de armadura blanca. Se enamoró perdidamente de él. A partir de ese momento la princesa y el caballero se reunían en aquel jardín para pasear y agradecer el día en que se conocieron, ambos se amaban mutuamente. Ya no estaba sola.

—Un día, sin embargo, el caballero dejó de ir a buscarla. La princesa se quedó sola de nuevo, sola en aquel vacío castillo, sola en ese enorme mundo. Espero día tras día la llegada de su caballero, pero el no regreso. Su corazón se rompió y no paraba de llorar, rezaba en silencio para ver otra vez a su héroe de armadura blanca. Llena de dolor y tristeza la princesa fue a buscarlo.  

—Se encontró con que una malvada bruja tenía secrustrado al caballero.  

La pequeña niña, peinada con dos trenzas y ataviada con un vestido verde de princesa, vio a su amiga, una niña de su edad con el cabello rubio atado a un moño, le sonrió. 

—La bruja quería al príncipe para ella.

—La princesa se negó a dárselo.

La niña rubia, vestida como un caballero, con una caja de cartón recortada a modo de pechera, se levantó y tomó su espada de plástico que colgaba de un cinturón que le quedaba grande.

—La princesa y la bruja lucharon a muerte. Hasta que la princesa gano—continuo la pequeña caballera.

—Liberó al príncipe y los dos se unieron en un abrazo de amor. Pero algo iba mal, no dijo nada en su momento pero la princesa había sido herida en batalla por un veneno potente.

—Los dias pasaron y la princesa empeoró, intentaba actuar como si todo fuera bien. El caballero ignoraba lo que le pasaba a la princesa y los días continuaron. Hasta que el veneno finalmente invadió todo el cuerpo de la princesa.

—Todo su cuerpo se convirtió en veneno, al borde de la muerte decidió que si ella moría, el caballero se iría con ella. Desde el día en que la bruja había secuestrando al caballero y gracias al veneno, el corazón de la princesa se marchitó y se llenó de pensamientos horribles y malvados. Ya nada quedaba de la princesa sonriente y amigable. Se había convertido en un ser frío y distante lleno de malicia.

—La princesa infectó al caballero, y ella murió. El caballero pudo haberse salvado pero decidió que también era hora de partir. Desde el día en que fue secuestrado, en sus intentos de huida había ido a esconderse en un pueblo y la bruja mató a todos solo para encontrarlo. Decidió que la muerte lo perdonaría de sus errores y de aquellas muertes que fueron su culpa.

—Los dos murieron en los brazos del otro ignorando que la bruja seguía viva. La bruja en realidad se había enamorado de la princesa y al saber de su muerte se negó a aceptarla. Y así, vago incluso en los confines del infierno y de la tierra en busca de su amada princesa. La bruja creía que seguía ahí, oculta y encerrada, y tal vez tenía razón.

En el libro, que ambas se sabían de memoria, venía ilustrada la imagen de los dos amantes muertos. Uno junto al otro de una forma trágica.

La pequeña niña rubia se inclinó hacia su amiga quedando frente a frente.

—Me encanta este libro—confesó.

—Me lo dio mi padre, decía que lo leía mucho cuando era niño junto con su mejor amiga de ese entonces. Ama este libro, dice que el final se parece un poco a Romeo y Julieta.

—No se de cual hablas—confesó cruzándose de brazos.

—Le gusta tanto que por eso decidió llamarme así

—Bonito nombre: Emily—dijo la pequeña rubia—. Creo que te queda bien.

Le regaló una sonrisa. La caballera ayudó a ponerse de pie a la pequeña princesa y ambas, justo antes de que entraran a tomarles una foto, empezaron a jugar simulando ser los personajes de aquel extraño libro.

 

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Doll y Elizabeth estaban en la casa de la primera, ambas estaban sentadas en el piso trazando planes de asesinato en diversos cuadernos mientras comían aperitivos.

—¿Me odias?—preguntó Elizabeth.

Doll la miro de reojo mientras sorbía con un popote la bebida rosada que llenaba el vaso colorido que tenía en mano.



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En el texto hay: asesinatos, muerte y sangre, jovenes asesinos

Editado: 22.07.2020

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