Otro niño había sido asesinado en un callejón. Doll no supo cual era su nombre así que no podía saber si lo conocía o no, daba igual, si no era Emily no le importaba conocerlo o no.
Ambas socias se dirigían al barranco, donde asesinaron a Noah, mientras se ocultaban de las miradas indiscretas y escuchaban cada vez más detalles acerca de aquel asesinato. Había sido brutal, incluso le arrancaron los ojos al pobre niño. Un rumor que escucharon fue el siguiente: había sido un asesino serial.
En una ciudad lejana de aquel pueblo apartado de la mano de dios, habían habido varios asesinatos hechos de manera brutal y despiadada. El asesino torturaba a sus víctimas cortando sus cuerpos de diferentes formas y después procedía a quitarle los ojos, muchos decían que se los comían, otros especulaban que los guardaba como una especie de "trofeo".
Se le había apodado como: "El Fetichista de Ojos". Cuando reunieron más evidencias descubrieron que la posible sospechosa era una mujer adulta y su apodo cambió a "La Asesina Ocular".
Gracias a su marca personal que siempre dejaba en la escena del crimen (Doll no sabía cual era) descubrieron su posible nombre y empezaron a buscar a mujeres con nombres parecidos.
Arrestaron finalmente a una mujer después de haber asesinado a su vigésima primera víctima. Ella confesó ser la asesina, fue enjuiciada y encarcelada. Dos días después cometió suicidio en su celda.
Había sido muy popular, para Doll fue muy difícil seguirle el paso a esta asesina pues en el pueblo casi todos lo tenían como tabú y nadie quería habla de una asesina en serie. Por las noticias se enteró de todo esto pero Nadeline siempre le apagaba el televisor cuando descubría que estaba escuchando sobre esa horrible mujer.
No sabía el nombre de la asesina ni su marca personal, pero si sabía que había habido un debate entre la gente que ahora estaba en boca de todos: ¿que tal si la que confesó y se suicidio no era más que una fanática loca?
La mayor prueba de que podía ser un imitador era que el niño asesinado salía de su patrón de víctimas. La Asesina Ocular asesino a mujeres y hombres de distintas edades y razas pero nunca alguien tan joven como un niño.
Llegaron hasta el barranco y con miedo se asomaron. Las manos de Doll empezaron a temblar, ¿acaso eso era el miedo... Miedo a algo que parecía imposible?
Al fondo del barranco no había nada; ni siquiera sangre.
—Imposible—susurró Doll.
Elizabeth se apartó de la orilla y negó con la cabeza.
—¡Te lo dije, esta vivo!—gritó horrorizada.
—¡Cállate! Es imposible, debe haber otra explicación. Ni siquiera hay sangre, ¿como puede ser que no haya? Aún si estuviera vivo hubiera dejado su rastro de sangre. Algo no anda bien.
—¿Que tal si tiene algo que ver el "socio" del que tanto presumía?—preguntó con cautela su socia.
—... ¿Que tal si el tercer asesino era su socio?
Ambas se miraron con los ojos llenos de incertidumbre y duda.
—¿Que sentido tendría? Es decir, ¿por que recuperaría el cuerpo de ese pequeño desgraciado y luego limpiaría la escena del crimen?—preguntó una vez más Elizabeth.
—No lo se, Elizabeth. Hay respuestas que incluso yo no se—le reclamo frunciendo el ceño—. Esta situación se vuelve más torcida cada vez. ¿Tendrá algo que ver la muerte de ese niño que encontraron en la madrugada?
Elizabeth se puso pálida y desvío la mirada. Doll observo su comportamiento extraño y se apartó del barranco para enfrentar a su socia.
—¿Tienes algo que decirme, chica nueva?—pregunto enarcando una ceja.
—Para nada.
Mentía, Doll podía oler las mentiras y Elizabeth no era muy buena ocultándolas. Cuando iba a reclamarle una voz familiar se escuchó gritando su apodo.
—¿Chris?—murmuro confundida Doll.
—¿Nos siguió?... Imposible, tuvimos mucho cuidado de que nadie nos viera—susurró Elizabeth negando con la cabeza—. ¡Llévatelo de aquí! No sabemos si puede haber evidencia que nos culpe.
Doll asintió y ambas se separaron. La pequeña asesina salió primero para distraer a su hermano y que Elizabeth pudiera irse corriendo sin ser vista, aunque ya la había visto antes cuando empezaron a correr.
—¿Juegas a las escondidas, hermanita?—murmuro su hermano una vez lo tuvo en frente.
—¿Como me encontraré?—pregunto al entender que Elizabeth tenía razón; lo habría visto si las hubiera seguido.
—Llámalo instinto de hermano, Doll. Vámonos ya.
Su hermano le hizo una seña antes de empezar a caminar. Una vez más, Doll pudo oler las mentiras en él.
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La lluvia caía gentilmente sobre su paraguas negro, la noche se alzaba en el cielo, miró al cielo buscando estrellas sin éxito alguno.