Anomia: pequeñas asesinas

Capítulo 51- Athal

—Estas bien, eres valiente: eres Emily Alexander. Cualquier cosa que te propongas sea buena o mala, la vas a lograr. Por que eres valiente y no tienes miedo—murmuro Emily en la oscuridad de su cuarto.

Esa frase era una que Doll le había otorgado para darle valor y fuerza en los momentos más duros, como aquel. 

No había podido dormir. Dejó de ir a la escuela, no podía dejar de pensar. El pecho, su alma le dolía como nunca antes. Nunca había experimentado aquella sensación.

Con tan solo ver a Elizabeth hacía que su sangre hirviera, no podía ni siquiera escucharla. Cada vez que la veía cerca de Doll o hablándole, algo dentro de ella explotaba y se inundaba de una sensación horrible.

Cada vez que las veía juntas, sentía el abandono de su amiga y como se iba alejando de ella dejándola sola. Odiaba estar sola.

Tenía ganas de llorar. 

Y su mala memoria no ayudaba.

Había olvidado tantas cosas que había hecho, o al menos eso decía la gente.

Emily no podía recordar haber hecho ciertas acciones, pero aquellas acciones estaban escritas en su diario con una letra que no era suya.

"Decidí no ir a la escuela. No quiero ir" se leía en el diario con una letra limpia y clara.

"La toco. La toco. La toco. La toco. La toco" decía otra, apenas eran garabatos.

"¿A quien?" Escribió Emily en respuesta.

"Quiere alejarla. Quiere llevarla lejos del pueblo. Se la va a llevar lejos y nunca la volveremos a ver" respondió la persona que escribía en garabatos.

Hablaba de Doll. ¿Quien quería alejarla de ella? ¿Quien... Quien era?

No podía permitirlo. No quería quedarse sola. Odiaba estar sola.

El sonido de la puerta principal abriéndose la sacó de sus pensamientos.

Se relajó y se acostó de nuevo. Sabía que era Kaleb, su primo no podía dormir, al menos no como una persona normal, dormía una hora a lo mucho y eso era un récord. Siempre paseaba por la calle cuando era de noche.

Tal vez por la lluvia es que había regresado tan pronto pues normalmente regresaba cuando el sol apenas salía.

El pequeño entró a la habitación y ya que ella estaba despierta, ambos hicieron un pequeño fuerte con sábanas y almohadas dentro del cuarto. Kaleb había robado unas galletas de la cocina y las puso en medio de ellos para compartirlas.

Emily sonrió con tristeza antes de encender una linterna con luz tenue que alumbraba el pequeño espacio que habían construido.

—Es gracioso que lo recordarás—admitió la niña—. "Hena"... Recordaste el apodo.

—Por supuesto, tú me lo dijiste después de todo. Me explicaste la relación de Doll y Victoria después de que ella muriera. Si tú me lo dijiste, es obvio que lo recordaré. Siempre recuerdo todo lo que más dicho.

Emily asintió con una pequeña sonrisa.

—Dijiste que le revelaste que sabías su verdadero nombre—indicó refiriéndose a Elizabeth.

—Tenía que hacerlo.

—Es curioso, realmente curioso—murmuro—. No entiendo por que cambio su nombre. Incluso pidió en dirección que usaran el nombre de "Elizabeth" para referirse a ella.

—Leí eso en un libro de psicología: es una forma de sentirse apegada a su madre.

La niña rio con sorna.

—Eso es lo más curioso; que quiera mostrar un apego con una asesina—dijo riendo antes de mostrar una sonrisa—. Lisbeth Aiza, ciertamente es muy parecido al nombre de "Elizabeth".

Lisbeth Aiza, el nombre de aquella que se hacía llamar "Elizabeth Ardat". Elizabeth (o más bien Lisbeth) había cambiado su nombre y pidió a todo el mundo que la llamara así para tener un vínculo con su madre muerta, según Kaleb.

Emily se había escabullido en la oficina del director y encontró los archivos descubriendo el verdadero nombre de su enemiga.

La verdadera Elizabeth Ardat, nombre que utilizaba Lisbeth, era la madre de su enemiga y también había sido una asesina en serie. Elizabeth Ardat, más conocida como "La Asesina Ocular", fue una mujer que disfrutaba torturar y asesinar a sus víctimas, no importaba el género o la edad, ella no tenía reparos. Todas sus víctimas tenían diferentes trabajos y religiones, ninguno tenía una conexión o relación en común, excepto sus ojos.

La asesina le quitaba los ojos a sus víctimas y, según se especulaban, se los comía. ¿Que era lo especial en ellos? Su color; azules, verdes, grises, Ámbar pero nunca color café, eran lo único que compartían sus víctimas: color de ojos "fuera de lo común".

Sus escenas del crimen siempre tenían las mismas características: una persona sin ojos en algún lugar "oculto" de la ciudad junto con su marca personal, las iniciales "E.A".

El error que la llevo a que la policia la capturara fue un pedazo de uña pintado de rosa que se había quedado en el cuerpo de una de sus víctimas. El sospechoso ahora era una mujer así que buscaron a las mujeres que tenían aquellas iniciales.

Una de ellas era Elizabeth Ardat, una noche (con la policia siguiendo sus pasos) la atraparon después de asesinar a su vigésima primera víctima. Pocos lo saben, pero un policía que la capturó admitió que la encontró con la boca llena de sangre y cuando la analizaron, encontraron restos de un ojo humano entre sus dientes y otro ojo metido en su chaqueta.

Sin más remedio, confesó ser la asesina de todos los asesinatos, fue enjuiciada y encarcelada.

Dos dias después cometió suicidio en su celda no sin antes grabar un mensaje con su propia sangre en la pared: "volveré".

Elizabeth Ardat aparentaba ser una mujer normal, tenía un buen empleo, estaba casada y era madre de dos niños: Maximiliano y Lisbeth.

—El padre se volvió a casar—informó el pequeño tomando una galleta—. Tuvo un bebé con su segunda esposa el cual murió de asfixia por uno de sus peluches que cayó sobre su cara mientras dormía. Al poco tiempo, su esposa, mientras tomaba vino en la bañera, se quedó dormida y se ahogó. El esposo, devastado, mando a sus hijos con su tía la cual vivía en un pueblo muy lejano, así los alejaría del trauma de todas las muertes que los rodeaban—explicó—. La gente es muy descuidada, una persona puede saber a la perfección la vida de otra solo sabiendo donde buscar.



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En el texto hay: asesinatos, muerte y sangre, jovenes asesinos

Editado: 22.07.2020

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