Anomia: pequeñas asesinas

Capítulo 52- No hay vuelta atrás

No sabía con quien hablaba, pero definitivamente no era Emily o Athal. Era sarcástica, agresiva, burlona y un poco demente.

Sus movimientos parecían los de un animal, al caminar no hacía ruido y veía a todos lados como si esperara ser atacada por algo o alguien.

Sacó del armario un bate de madera que pertenecía al padre de Emily, lo observo y paso sus manos sobre este como si fuera una cosa delicada y preciosa.

—¿Quien eres?—pregunto Kaleb.

"Emily" empezó a reír a carcajadas. Su voz era ronca.

—¡Soy yo, Emily!—dijo extendiendo los brazos.

—No lo eres.

Otra vez río a carcajadas. 

—¿En verdad importa quien soy?—pregunto, al no recibir respuesta su sonrisa se esfumó—. Venus, puedes llamarme Venus... Pero sigo siendo Emily para ti.

—No lo eres—acusó el niño.      

—¡Me veo como ella!—dijo dando una vuelta sobre si misma—. No me había dado cuenta de que había más personas en este cuerpo, hasta ayer... Eso significa que todos pertenecemos al mismo sistema. Eso significa, que tú eres mi familia.

—Pero no eres Emily.

—¡Claro que lo soy!—salto hacia el y lo tomó de la cara—. Yo soy parte de ella al igual que ella es parte de mi. Yo nací para hacer cosas que ella no podía, para protegerse a sí misma.

Kaleb retrocedió. La que parecía ser su prima, dejó el bate de madera en la cama y se sentó en la misma mirando al techo.

—Misma moneda, diferente perspectiva—murmuró—. Es como toda esta situación, nosotros vemos cruz, ella ve cara. La misma situación, diferente perspectiva. Misma persona, diferente personalidad—murmuro.

No supo si hablaba con él o para ella.

Misma persona, era Emily después de todo... Pero a la vez no lo era.

Fuera como fuera, sentía que Venus era la niña que siempre debió ser su prima. Venus, pese a toda su demencia, era feliz y alegre. Veía la vida desde otro punto de vista y siempre tenía una sonrisa en la cara.

Finalmente llegó el día en donde se desharían de Isabel.

Kaleb y Athal fueron a la feria tras escaparse de casa, su tío trabajaba por la noche y su tía había ido con unas amigas (como ere costumbre dejaban a Emily sola, o al menos eso aseguraba ella).

Poseían solo una bicicleta así que ambos tuvieron que acomodarse y pedalear hasta la feria, fue un largo recorrido.

Finalmente pudieron visualizar las destellantes luces de la feria a lo lejos, escucharon los gritos y las risas de las personas, cuando estuvieron más cerca, el olor dulzoso del algodón de azúcar y el olor de las palomitas de maíz recién hechas invadió sus narices.

—¡Me encanta el algodón de azúcar!—dijo entusiasmada antes de reírse—. ¡¿Nos compras uno?!

Kaleb se dio cuenta que Athal se había ido y ahora Venus ocupaba su lugar. ¿Donde estaba Emily?

No, Venus era Emily.

El pequeño accedió antes de ser arrastrado de la mano por Venus al interior de la feria casi olvidando su verdadero propósito del por que estaban ahí.

Y aunque solo fueron unos minutos, ambos estuvieron ahí siendo solo niños. Subieron a unos cuantos juegos mientras reían y paseaban entre toda la gente. Venus abrazaba su brazo pegándose a él mientras sostenía con su otra mano su sexto algodón de azúcar de esa noche. Kaleb se quedó sin mesada en una sola noche.

¿En verdad era Venus? Simplemente lo olvido y quiso creer que ella había sido siempre Emily. Que era la Emily que siempre debió haber sido.

—¡Te estuve buscando mucho tiempo!

La atmósfera fue interrumpida por una voz chillona. Ambos voltearon encontrándose a Isabel viéndolos molesta con los brazos cruzados, la niña que había molestado a Emily y tenía intenciones de acusar a Doll, estaba ahora en frente de ellos luciendo completamente indefensa con su absurdo vestido blanco.

—Así que eres tú—susurro Venus sonriendo con malicia.

—¿Y bien, quien eres tu, su novio?—preguntó Isabel.

—Soy Kaleb, el primo de Emily—respondió viéndola con altanería—. Estamos buscando a Doll.

—¡Primero me invitan y luego me hacen buscarlas por toda la feria! ¡Que mal agradecidas!

—¿Viniste sola?—preguntó Venus.

—Pues claro. Me escabullí de mi casa por que no me hubieran permitido salir, un buen hombre se ofreció a llevarme ya que la feria estaba de paso a su destino. ¡Nunca lo había visto en el pueblo, fue tan amable! ¡Su auto olía a lavanda!

Kaleb pidió un momento privado con Venus antes de jalarla lejos de los oídos de Isabel.

—Entretenla, yo iré por el bate—explicó.

Habían dejado la bicicleta escondida en las afueras de la feria entre unos matorrales, ahí estaba el bate.

—¿Podemos matarla?—preguntó cómo si quisiera asegurarse.

Kaleb tomó la mano de su prima y la llevó hasta su pecho.

—Los dos lo haremos—dijo sonriendo—. Te seguiré hasta el final.

Venus le sonrió con malicia.

Todos los olores y luces invadían sus sentidos, podía escuchar tantas voces distintas que era casi insoportable. Gritos, murmullos y risas, era insoportable y aún así lo aguanto todo. La feria dejó de ser el lugar que había sido hacía cinco minutos, dejó de ser un niño que se escabulló de casa para ir a la feria.

Ahora era un cazador.

—¿Has oído eso?—dijo Venus una vez estuvieron los tres reunidos.

Kaleb había dejado el bate detrás de unas carpas y le indicó que debían llevarla ahí.

—Yo también lo escuche, ¿que será? Vamos a ver—mintió Kaleb.

Antes de recibir respuesta, Venus entrelazó su brazo con el de Isabel y los tres fueron detrás de las carpas donde estaban varios objetos que usaban los artistas  y dejaban abandonados cuando ya no los necesitaban.

Empujó a Isabel delante de ellos dos, Kaleb agarro de entre las sombras el bate y se lo dio a Venus, quien lo sujeto con fuerza antes de pegarle a Isabel con este en la espalda.

Grito antes de caer al suelo. Se giró gimiendo de dolor viendo a Venus directamente a los ojos, no hablo ni pregunto el que pasaba o que estaba haciendo.



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En el texto hay: asesinatos, muerte y sangre, jovenes asesinos

Editado: 22.07.2020

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