Era setiembre de 1988 y las ciudades principales aglomeraban ingresos altísimos, como superando la tibieza estratosférica sin bajar la guardia externa, nosotros un grupo de estudiantes infravalorados, nos mantuvimos lineales en todo momento, no sucumbimos ante la presión de grandes inversionistas ni tampoco ante la economía deficiente que gobernaba las arcas de la sociedad, pero siempre nos preguntábamos ¿Cómo sobrevivir a tal crisis que afectaba de manera permanente a las personas mas deleznables? ¿Cómo solucionar esta situación que nos mantenía en lugares clandestinos? Otra vez las luces de la habitación se habían malogrado, mientras en el suelo tímido, un montón de gabanes sin brillo decoraban las esquinas desajustadas, cavilando de manera conjunta recordamos la posesión de un objeto valiosísimo para los hampones maliciosos, fue heredado por nuestros padres que compartían el tipo de sangre “O” y la piel de gallina, asimismo imaginaban regularmente un proyecto particular para superar las dificultades del camino actual ¿De que se trataba? Le pregunte a Gaich sin mucho rodeo, pues necesitaba conocer un concepto como líder del grupo especializado, el me contesto con una mirada centrada y unos gestos robustos, no entendía muy bien al principio, pero pude leer sus movimientos que parecían jeroglíficos, en resumen, los años acaecieron de manera instantánea, dejando de lado nuestros pensamientos mas profundos y objetivos más oscuros ¿Cuál es el motivo para mantenernos vivos? Todos respondieron al unisonó ¡Es seguir vivos sin esperar ningún aviso!