Another Cinderella

Capítulo XVII

Definitivamente Ámber estaba en un aprieto. No había visto a Charlotte Leclair desde la mañana y se había aburrido de estar todo el día encerrada en la misma elegante habitación que había visto en los últimos días. Salió a los alrededores con el pretexto de encontrarla y, de ser posible, tomar prestada alguna de las incalculables reliquias que había por todas partes, dentro y fuera del palacio. Alguna a la que le podría sacar provecho y que nadie notara su ausencia.

No tuvo éxito en ninguna de las dos búsquedas y cuando se disponía a regresar se percató que estaba un poco desorientada.

El palacio estaba repleto de pasillos interminables y puertas misteriosas. Abrió una al azar y se dio cuenta que salía al exterior. Entonces la idea de rodear la enorme construcción por fuera para encontrar la entrada principal pasó por su mente. Era un fastidio caminar, pero por lo menos estaría segura de llegar a su destino. No había dado ni tres pasos fuera cuando alguien comenzó a seguirle.

—Señorita Lowell —Ámber se asustó al escuchar su nombre, pero la conocida voz hizo que su rostro inmediatamente se tornara en disgusto. Dio la vuelta y se encontró con él. El guardia entrometido—. ¿Perdida de nuevo? Permítame escoltarla hasta los aposentos de su ama.

La chica frunció el ceño cuando el guardia galantemente le ofreció su brazo. La gran sonrisa insistente que había en él hizo que aceptara la invitación a regañadientes.

—Usted ya supone muchas cosas sobre mí —reclamó con grave molestia—. Y ni siquiera sé su nombre.

—Pero estoy en lo correcto ¿no? Es parte de mi trabajo, señorita Lowell. Conocerlo todo y a todos —él nunca borró su sonrisa, lo que enfadó aún más a Ámber—. Armin Krieger, Líder General de la Guardia Imperial y Capitán de la Tropa de Élite, a su servicio.

Armin notó una ligera agitación en el brazo de su acompañante cuando mencionó el cargo que ostentaba; mientras que Ámber pensaba que debía deshacerse de él lo más pronto posible.

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Desde uno de los grandes ventanales del segundo piso del palacio, otro par de guardias observaban la divertida situación que se estaba desarrollando bajo sus ojos.

—¿Armin y su nueva conquista? —comentó Kentin, mientras veía a su Capitán comportarse como todo un caballero.

Alexy se rió.

—Víctima, querrás decir. Cuando sospecha de alguien, se le pega como una lapa con el afán de verlo sufrir hasta que confiese.

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Alice estaba realmente asustada. Por cada golpe que Castiel recibía, ella ahogaba un grito en su garganta. Apretaba tan fuerte sus dientes que casi le sangraban los labios, pero las lágrimas bajaban por sus mejillas sin restricciones. No podía moverse, al seguir amenazada con la hoja afilada de una cimitarra en su cuello.

Castiel, por el contrario, forcejeaba todo lo que su cuerpo restringido le permitía. Aún atado con los brazos en su espalda, trata de defenderse e incluso regresar algún daño sin conseguirlo, teniendo como resultado más puñetazos. Los hombres a su alrededor reían con el espectáculo.

Alice solo podía cerrar sus ojos para evitar ver la cruel escena.

—Basta —ordenó el líder, ajeno a la violenta riña. Al instante todos los hombres obedecieron.

Castiel se incorporó sobre sus rodillas, con la respiración agitada.

—¡Exijo que suelten a la señorita! —ordenó con furia. Trataba de ocultar su propio dolor físico para no asustar más a Alice— ¡E identifíquense inmediatamente!

—Oh, bueno —el pirata lea respondió mientras caminaba de un lado a otro sobre la cubierta del barco con aire aburrido—. Debido a que probablemente estén muertos al amanecer supongo que te concederé tu segundo deseo. Mi nombre es Dajan, y comando esta humilde tripulación. Nosotros somos simples sirvientes de una reina que gobierna con mano dura pero con justicia. Nuestra misión, como es el deseo de La Gran Matriarca, es juzgar de la misma manera al resto del mundo. Liberar a los débiles que viven bajo el yugo opresor de gobernantes incompetentes y premiar a aquellos que obren con rectitud. Establecer alianzas con los que acaten nuestras solicitudes y exterminar a aquellos que se opongan a nuestros preceptos—. Dajan se detuvo mientras observaba el mar, con el sol bajando en el horizonte en la dirección contraria a Amoris—. Tu gente conoce a mi país como Las Islas del Oeste.

Alice sintió un gran escalofrío cuando recordó sus últimas lecciones. Situadas al otro lado del Mar Occidental, se encontraban un conjunto de islas prácticamente inaccesibles: por su ubicación, perdidas en algún punto del vasto océano, y por la misma gente que ahí residía. Rosalya había descrito a sus habitantes como seres salvajes, aislados del resto del mundo. Numerosas leyendas rondaban aquel lugar tan hermético, al que pocos se atrevían a siquiera nombrar. El príncipe, por supuesto, conocía esa información.

—¿Qué quieren de Amoris?

—Nos han llegado rumores de un reino cuyos dirigentes son inútiles. Nuestro informante ha presenciado a una reina ingenua y el gobernar de un rey asustadizo, débil e inepto para el cargo. No me sorprende que yazca en una tumba.

—Infames mentiras —replicó Castiel mientras escupía al suelo. Alice pudo notar la sangre mezclada en la saliva. Dajan se rió.

—Por lo menos el heredero tiene cojones al no ocultar su identidad como una sucia gallina. Nuestro objetivo eran los reyes pero veo que te sacrificaste con valentía, cualidad admirable pero inútil en un difunto líder. Llegó el momento del juicio Alteza, junto a la dama pagarán por los pecados de sus antecesores y traerán verdadera libertad a su pueblo.

Dajan dio una orden y Alice fue obligada, a punta de espada, a caminar a un lado de Castiel mientras que con brazos también eran restringidos con una cuerda tras la espalda, igual que el príncipe.



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En el texto hay: fanfic, romance, corazondemelon

Editado: 01.02.2023

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