Another Cinderella

Capítulo XXI

Alice abrió los ojos y después los volvió a cerrar.

La escena se reproducía en su mente una y otra vez. Sus mejillas estaban ardiendo de pura vergüenza. Probablemente su rostro estaba tan encendido como las rosas que adornaban el jardín real.

Castiel la había besado.

No un beso que un caballero daba a una dama en el dorso de la mano por mera cortesía, ni un gesto juguetón depositado en su mejilla. Tampoco se trató de un tímido roce de labios, al contrario, fue algo que la dejó sin respiración.

Un beso como si fueran amantes.

Por supuesto que no era su primer beso, más nunca antes había sido besada con tanta pasión. Como si le quisiera transmitir mil cosas con un solo acto y, en especial, sentía la desesperación fluir a través de su boca.

La tomó desprevenida, pero inmediatamente Alice se sorprendió al verse a sí misma cerrando sus ojos y correspondiendo a los movimientos del príncipe de inicio a fin. No se apartó ni un instante, ni odió la acción. Y aún sentía una agradable calidez en su corazón cada que recordaba aquel suceso.

Aunada a la cálida sensación, la pregunta «¿por qué lo hizo?» rondaba en su mente con mucha insistencia.

¿Era parte de su actuación? Convencer a todos, guardias, aristócratas y sirvientes, que su amor era puro y genuino. Que su compromiso era real y no parte de un teatro que llevaría al príncipe directo a su coronación.

¿O quizás su corazón estaba saltando con alegría más de lo debido?

Con la mente hecha un lío, Alice no sabía cómo enfrentarse a Castiel.

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Castiel no sabía exactamente qué debía hacer a continuación.

En tan solo un instante dejó salir todos los sentimientos que había tratado de reprimir por Alice y junto a ello, sus deseos por besarla salieron a la luz con aquel apasionado acto. No estaba arrepentido en absoluto, al contrario. Feliz era la descripción mínima de lo que sentía. Enamorado de la chica, alegre de haberla encontrado con bien, y emocionado, porque Alice no lo apartó.

Quizás le hubiese gustado haberlo hecho en un ambiente más romántico, no con la Guardia Imperial como espectador, ni en las precarias condiciones en las que se encontraron.

No sabía cómo enfrentarse a ella, pero estaba decidido a hacerlo. Aunque sabía que la palabra final era de Alice, por un momento decidió dejar de lado sus inseguridades y se había resuelto a confesar sus sentimientos, aquellos que había estado renuentes a aceptar. La quería, y deseaba que aquel compromiso que comenzó como una farsa se tornara en una realidad. Ansiaba sentirse correspondido.

Con valentía tocó la puerta de la habitación solo para recibir la noticia que su prometida había sido secuestrada nuevamente por la duquesa de Candy tan pronto como salió el sol.

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─Alice, querida, sé que estos últimos días no han sido fáciles para ti ─ Rosalya caminaba tres pasos delante de ella sin dejar de hablar. Alice, por el contrario, bostezó con cansancio.

La rutina de las mañanas siempre era la misma, siendo Alice de las primeras personas en despertar dentro del palacio, al igual que las mucamas. Así, cuando Rosalya acudía a su habitación para dar comienzo a su agenda, la encontraba preparada para sus actividades.

Ese día fue la excepción, con la duquesa siendo la encargada de despertarla personalmente y ayudarle a vestir a toda prisa, alegando que ya no había más tiempo que perder.

Alice resentía el cansancio acumulado de los días anteriores. Primeramente, por pasar casi toda la noche en vela en compañía de una tripulación de piratas, cuando amenazaron con quitarle la vida a Castiel; y posteriormente otra noche cuidando a Viktor. Y cierto beso la había mantenido despierta una velada más, al recordar una y otra vez aquel suceso. Como resultado llevaba varias noches sin poder descansar adecuadamente.

─Pero debo recordarte que ─prosiguió la duquesa─, como futura esposa del príncipe heredero, debes asumir ciertas responsabilidades. Hay que definir la música, los arreglos florales, la mantelería… ¡todo! Sin contar que hay mucho protocolo que aún debes memorizar.

─¿Protocolo?

─¡Sí, para tu fiesta de compromiso! ¡Por Dios, es en dos días! ¿Por qué nadie parece consciente de ello?

─¿No habías dicho que las fiestas de compromiso te aburrían?

─Cuando no veo amor de por medio. Recuerda que los compromisos se pueden romper ¡Pero al ver a Castiel tan enamorado de ti supe que esta fiesta debe ser espectacular! ¡Por eso no hay ni un minuto que perder!

Rosalya cruzó las manos con más alegría que exasperación por todos los detalles que quedaban por definir; pero Alice, con todos los sucesos recientes, casi había olvidado la fiesta de compromiso. Si unos meses atrás le hubieran dicho que estaría a escasas horas de un evento de tal magnitud sin angustiarse, no lo habría creído.

Anteriormente la frase fiesta de compromiso, que era mencionada sin césar, significaba más que miedo para ella. No se podía imaginar estar a un paso de atar su vida a un hombre que apenas conocía aún su fuera solo para mantener las apariencias ante la sociedad; pero ahora pensaba en dicha fiesta tan solo como una manera de ayudar al futuro rey de Amoris. Además, el cambio en su manera de pensar en parte se debía a que su prometido ya no era un total desconocido; la compañía de Castiel se había vuelto una parte fundamental de su diario vivir.

El recuerdo de sus labios volvió a su mente repentinamente y comenzó a sentir todo su rostro arder. Prefirió cambiar el tema antes de que el travieso rubor fuera notable en sus mejillas.

─¿Cómo está Viktor… eh, Su Majestad? ─corrigió al instante de ver los ojos ámbar de Rosalya posándose sobre ella con recelo.

─Te reprendería por hablar de otro hombre que no sea tu futuro esposo con tanta familiaridad si no fuera porque me informaron de las condiciones en las que estuvieron la noche anterior ─la duquesa aligeró el pasó y después suspiró. ─Se encuentra estable… por el momento está fuera de peligro, pero aún no despierta. Los médicos alabaron incansablemente tus habilidades.



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En el texto hay: fanfic, romance, corazondemelon

Editado: 01.02.2023

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