Antares: Etoile d'hiver

Capítulo 8: Navegando aguas turbulentas

No sé si soy propensa al caos; juro que yo no lo busco, simplemente llega. Tal vez sea karma; eso me pasa por hacer cosas que no debería. El karma existe, y esta es una prueba de ello. La silueta permanece inmóvil, y puedo sentir la intensa mirada del sujeto sobre nosotras. El nerviosismo de Coralie y un nudo en mi garganta me confirman que fue una mala idea entrar aquí, la peor de todas.

–¿Qué hacen aquí?– cuestiona con calma. Estar tan tranquilo siempre parece irreal; bueno, aquí todo lo parece. Coralie y yo nos miramos sin saber qué responder. El capitán es un enigma, y estoy segura de que no solo para mí. Siempre se encuentra lejos de nosotros, incluida la tripulación. Taranis es el único que tiene contacto directo; para el resto, es como un fantasma.

– ¿Nos equivocamos de lugar?– musito con duda, la primera respuesta que se me ocurre. Es evidente que miento; mi voz no es convincente. Mentir no es lo mío.

–Entonces te has metido en un nuevo problema y estás huyendo– comenta como si fuera lo más normal del mundo. Correcto, ya me he creado fama y todo; soy una verdadera barbaridad.

–Tal vez...

–¡Oh, genial! Hasta el capitán sabe de tus mañas– murmura Coralie a mi lado, y le doy un codazo. No estamos para quejas; el predicamento del momento no es cualquier cosa.

En el exterior, puedo escuchar puertas abrirse y cerrarse. Ese sonido aumenta mi nerviosismo; de esta manera, no puedo pensar claramente. El capitán nos mira de lado, como si nos estuviera analizando. Claro, entramos en su habitación sin permiso, cerré la puerta con seguro como si estuviera en mi casa y, por si fuera poco, permanecemos aquí sin disponernos a salir. Es evidente que algo sucede. De pronto, algunos golpes en la puerta nos hacen saltar, y nos alejamos de ella como si no la hubiéramos cerrado y fueran a abrirla de pronto.

–Tranquilas, a excepción de ustedes, nadie en todo el barco es tan descarado como para entrar aquí– expresa con un ligero tono burlón.

Coralie debe estar roja como un tomate, y yo no debo estar mejor que ella tras ese comentario, pues puedo sentir mis mejillas acaloradas. Esa es la impresión que se ha hecho el capitán de nosotras, y yo, como quiera, soy un caso serio sobrepasando los límites, pero Coralie siempre trata de no cometer errores. Los golpes en la puerta continúan, y no sé qué hacer, por lo que me limito a observar lo que sucede y esperar que el futuro depare lo mejor; no hay nada más que pueda hacer.

–Capitán, soy Taranis, puedo ingresar.

–Por supuesto, aguarda un momento– responde con toda la calma del mundo. –Abre esa puerta– ordena mirándome directamente. Tragando saliva, tomo valor y avanzo hacia la puerta para quitar el seguro y, acto seguido, alejarme. Que Dios nos agarre confesados. Si bien lo decía Newton: "A cada acción corresponde una reacción, de igual o mayor magnitud pero en sentido opuesto". O como yo lo llamo, karma. –Puedes ingresar.

Escucho el seguro moverse y, acto seguido, la puerta se abre. Respiro profundamente mirando a Coralie, quien ha bajado la mirada al piso. Es evidente quién es la insolente que busca problemas aquí. Taranis ingresa e inmediatamente posa su mirada en nosotras. Cierra los puños con rabia; se muere de ganas de sujetarnos y deshacerse de nosotras. Bueno, tal vez no debería hablar en plural; Coralie es inocente en toda esta historia; el problema es conmigo.

–Disculpe que le moleste, capitán.

–¿Cuál es el problema?– cuestiona mirando directamente a Taranis.

–La rebelde ha causado problemas nuevamente y ahora ha incluido a la magarita en sus 'planes'. Ataron una cuerda en los escalones, me han hecho tropezar, y ese demonio se ha burlado abiertamente; me ha convertido en un chiste para todos. Debo darle una lección para que todos tengan claro lo que sucede con quien desobedece.

–Eso no es verdad, ya lo dije, no hice nada. Si me reí, pero ¿cómo no hacerlo? Eras como una pelota rebotando escalones abajo.

–¡Tú!– exclama furioso mirándome. –Juro que haré que te arrepientas o dejo de llamarme Taranis.

–Está bien, Jacinto– respondo devolviéndole la mirada. Una risa llama nuestra atención, por lo que dirigimos la atención hacia el capitán.

–Te queda bien ese nombre, Taranis, ¿no lo crees?– comenta con un evidente tono bromista. Es la primera vez que su voz no me resulta fría y distante.

–Capitán, no es divertido; se la vive buscando problemas, no respeta mi autoridad; hacerme tropezar es una clara declaración de guerra. Si lo permito, todos los prisioneros comenzarán a pasarme por encima.

– Al parecer merece un buen castigo, ¿Qué se te ocurre?– musita colocando su mano en la barbilla en un gesto pensativo.

–Eso mismo pienso, capitán; una semana en el calabozo comiendo arroz seguro le hará bien– expreso adelantándome y mirando a Taranis. Coralie se percata de lo que hago y tira de mi brazo hacia atrás. El capitán se ríe mientras que Taranis dirige su atención hacia mí. Realmente estoy haciendo méritos para que me deteste con toda el alma; ahora me burlo de él frente al mismísimo capitán. –Auch.

–Te lo has buscado; de verdad que no aprendes– me regaña Coralie en voz baja. Uff, tiene razón; debo callarme.

–¿Entonces el castigado sería Taranis o estás eligiendo castigo para ti?

–Eh… para él. Realmente soy inocente; creo que merece un correctivo porque yo trabajo mucho, y el muy bribón se la vive molestándome y todavía tiene el descaro de acusarme sin pruebas.

–¡¿Pero qué barbaridades estoy escuchando?! ¡No puede creerle a esa mentirosa!

–Evidentemente alguien aquí miente– musita el capitán.

–Él.

–Ella.

Hablamos al mismo tiempo señalándonos el uno al otro. Así comienza una discusión; Taranis maldiciéndome y gritándome sobre el karma que soy en su vida, etcétera, mientras que yo me defiendo de sus palabras, haciéndolo responsable de lo que hago y argumentando que ha sido él quien me ha provocado todo el tiempo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.