A la mañana siguiente, en cuanto me desperté, me preparé para ir a ver a Jasper. Mi mente no había parado de pensar en lo sucedido, y lo único que quería era dejar de hacerlo, parar la rueda del hámster, como dicen. No tardé mucho en llegar a la sala donde estaba Jasper; él siempre se despierta muy temprano, incluso he llegado a pensar que ni siquiera duerme. Ayer por la noche hubo espectáculo: aun con una Naima con menos cabello y adolorida por la pelea, hubo entretenimiento. Presentó su danza ante la tripulación, y todos siempre ven su espectáculo. ¿Qué se puede esperar? No hay muchas cosas interesantes aquí; se consuelan con cualquier cosa. Eso no es importante; el punto es que, aun durmiendo tarde, Jasper se había despertado muy temprano. Al entrar en la sala, me percaté del desastre que había, o mejor dicho, del mucho trabajo; más que suficiente para dejar de pensar en cosas que no debía.
—Buen día, Jasper —saludé con amabilidad.
—El huracancito andante, ¿cómo estás? Me enteré que Naima llevó el problema hasta el capitán, pero no me han informado sobre tu castigo. ¿En qué consiste?
—Si tú no sabes de qué se trata, menos lo sé yo. El capitán no me dijo nada respecto al castigo —respondí mirando al piso. Debería decir que no le di tiempo, pero eso implica dar más explicaciones de las que tengo, y no tengo ganas de recordar lo sucedido precisamente porque estoy intentando borrarlo de mi mente.
—Bueno, significa que no habrá castigo, al menos no hasta que el capitán me llame. Así que, mientras tanto, lo mejor que puedes hacer es cumplir con tus deberes de la mejor manera posible; eso me dará armas para ayudarte y minimizar tu castigo.
—¿Harías eso? —inquirí, evidentemente sorprendida. Me esperaba cualquier cosa menos que se ofreciera a hacer lo posible para que mi castigo no fuera tan intenso. Es decir, debería hacer lo posible para que recibiera un castigo ejemplar, pero, ya que lo pienso, lo más lógico que debió hacer era poner un castigo directo.
—Claro que sí, ¡fue épico! Claro que intervendré a tu favor —expresó con una amplia sonrisa.
Qué agradable sujeto. Y pensar que llegué a considerarlo culpable de delatarme con el capitán. Es obvio que Naima hace lo que quiere, como quiere, en este lugar; por lo mismo decidió ir directamente con el capitán. Con una pequeña sonrisa y un sentimiento de esperanza en mi interior, me encargué de buscar mis instrumentos para comenzar a realizar mis deberes, enfocándome únicamente en eso.
Ha sido un día largo y tedioso; estoy agotada, pero al menos me ha ayudado a no atormentar mi mente. Me encuentro bajando del escenario cuando casi caigo al suelo; al parecer, el barco se ha detenido. Es gracias a Jasper que no llegué al suelo; qué buenos reflejos. Ojalá los míos fueran iguales, pero siendo realista, soy un poco (¡muy!) torpe.
—Vamos, el barco se detuvo, y espero que no hagas de las tuyas —me advirtió mirándome con seriedad.
Todos han comenzado a salir, y yo avanzo al lado de Jasper. Si el barco se ha detenido, significa que llegamos a un nuevo lugar donde se encuentra una de las piezas del mecanismo; esta sería la penúltima pieza. Me emociona mucho ver a dónde hemos llegado, qué dimensión o época estamos visitando. Al salir por el pasillo, observo el exterior. Este lugar definitivamente es otra dimensión. Por suerte es de día y puedo observar todo en su máximo esplendor. El barco se ha detenido en una planicie; pensé que siempre se mantenía en el cielo, pero ha descendido, y puedo observar con toda la calma del mundo. Los árboles son tan verdes que parecen brillar, como si sus hojas tuvieran un tipo de baño de oro; que cuando la suave brisa mueve sus hojas y la luz del sol las toca, desprenden un brillo dorado espectacular. Admirando con toda mi atención el paisaje, avanzo por cubierta para poder observar con mayor detalle.
—Lo lamento —musité al tropezar con alguien.
—Cuidado, ahora vete a tu lugar de descanso; no quiero problemas en esta ocasión —indicó con un tono lleno de seriedad. Al mirar sus ojos, denoto un sentimiento que me siento incapaz de describir, pero que me hace sentir triste—. Todos saben lo que deben hacer; Magarita, ven aquí.
Coralie atiende el llamado del capitán de manera inmediata, mientras que el resto de los prisioneros se encargan de cumplir con lo indicado en cada lugar en el que se detienen. El grupo de búsqueda se aleja también para prepararse, y el resto de la tripulación se dirige a los respectivos puestos de vigilancia.
—Dígame, capitán —musita Coralie. Al mirarla, me percato de inmediato de algo inusual en ella: su piel parece desprender luz, al igual que brillan las hojas de los árboles, y su cabello también ha cambiado. ¿Cómo es posible?
—Este lugar es Magari, ¿cierto? —inquiere, centrando toda su atención en Coralie, al igual que yo. Si mal no recuerdo, Magari es el hogar de Coralie.
—Efectivamente, capitán; nos encontramos en la zona montañosa de Magari. La ciudad no se encuentra muy lejos de aquí —responde mirando los alrededores con una sonrisa nostálgica. Creo que no esperaba volver a ver su hogar.
—Significa que lo conoces; ve a prepararte, irás con nosotros —indica con tono tranquilo. Coralie mueve la cabeza afirmativamente y se retira para prepararse; parece feliz y emocionada por volver a pisar la tierra de su hogar. ¿Se puede llamar tierra a otra dimensión? Bueno, no estoy segura de eso, pero es lo de menos. Enfocándome en curiosear, me paseo por la cubierta.
—¡Wow! —expresé mirando el lugar que nos rodea. Es hermoso. Así que, de aquí es de donde proviene Coralie; es sumamente asombroso, mágico y encantador.
—¿Tú qué haces aquí? ¿No te di una orden? ¡Retírate ahora! —ordena el capitán, llamando mi atención. Al posar mi atención en él, me percato de que ni siquiera me mira.
—Si no hago nada malo, únicamente estoy observando —expresé frunciendo el ceño. No puedo creer que ahora hasta observar desde el barco esté prohibido; además, es un lugar increíble, no quiero perdérmelo.