Capítulo 34: Enfrentando las consecuencias

Tal vez por la noche no me parecía tan grave, pero al salir a cubierta y ver a una conglomeración, admito que me asusta. No esperaba tal conmoción por una insignificancia, además, se divirtieron tanto como yo, hipócritas. Sabiendo que si me ven son capaces de lanzarse contra mí, decido ocultarme y observar desde la distancia, viendo el mundo arder, pero sin arder con él, al menos por el momento.

–¡Ha sido suficiente tiempo perdido! ¡Vuelvan a sus trabajos! Este asunto será investigado y el responsable, castigado –indica el capitán con un tono frío y serio.

–La responsable es esa tal Hiver, ella es la encargada del escenario –lloriquea Naima–. Capitán, lo que me hizo no puede quedar impune, exijo que sea duramente castigada.

–¡Sí, tiene razón! –gritan varios.

–¡He sido claro en esto, me encargaré! ¡Jasper y Naima, quédense, el resto vuelva a sus deberes y cuidado con lo que hagan! ¡Taranis, trae a Hiver hasta aquí!

–Sí, capitán.

Tras escuchar que Taranis debe buscarme, decido volver por el pasillo hasta el lugar de descanso. Yo debo fingir que no he visto a todos esos individuos reunidos pidiendo que me lancen a la hoguera. La bruja es Naima, a ella deberían quemarla con leña verde, no a mí. Pronto escucho los pesados pasos de Taranis aproximarse, dejo escapar un suspiro y me pongo de pie, avanzando hacia la salida, aparentando que me encamino a cumplir con mis deberes.

–Ven conmigo –indica con seriedad–. Y, por tu bien, será mejor que no te apartes de mí.

–¿Qué? ¿Por qué? ¿Acaso olvidas que ya no estoy bajo tu supervisión? –expreso como buena actriz.

–Mira, duendecillo infernal, afuera está lleno de sujetos furiosos por lo sucedido con Naima, ¿entiendes? Son capaces de lanzarte por la borda sin consideración, si tienen la oportunidad.

–¿Eso te haría muy feliz, no?

–Sí, mucho, pero no lo permitiré, así que guarda silencio, no me canses y avanza a mi lado.

–Oh, quién lo diría, Taranis protegiéndome, me harás llorar.

–No lo hago por ti –admite mirando al frente para, acto seguido, avanzar por el pasillo para cumplir la misión del momento.

Sé perfecto que lo hace por el capitán. Ahora realmente me siento mal por causar todo este problema. Tal vez no dimensione la situación, pero, ¿quién va a imaginar que una venganza hacia una persona involucraría a tantos? Es una verdadera locura. Ahora comprendo mucho mejor la molestia del capitán, conoce a su tripulación, seguramente sabía que todo esto sucedería. De haberlo sabido, busco otra manera de vengarme porque, si bien sabía que sería castigada, no esperaba tanta agresividad por parte de la tripulación.

Caminar al lado de Taranis nunca antes me dio tanta seguridad como ahora mismo. Las miradas llenas de odio se centran en mí, no sé leer las mentes, pero no es necesario. Evidentemente, si no fuera por Taranis que me acompaña, ya me hubiesen sujetado y lanzado fuera del barco, lunáticos. Pronto llegamos hasta la habitación del capitán, Taranis se anuncia y, al recibir el permiso para ingresar, abre la puerta, avanzo al interior por delante de Taranis.

–Taranis, gracias, ahora, por favor, puedes asegurarte de que todos estén cumpliendo sus deberes. No quiero más disturbios –indica el capitán con un tono lleno de seriedad, evidentemente se encuentra cansado de todo esto.

–Yo me encargo, capitán –responde Taranis saliendo de la habitación y cerrando la puerta tras de él. Hay tanta seriedad en todo esto que comienzo a sentirme realmente mal por darle la merecida lección a Naima.

–Acércate, Hiver –pide el capitán. Yo obedezco avanzando hasta ellos con paso seguro hasta detenerme frente a los tres.

–Dígame, capitán, ¿qué sucede? –inquiero con tono inocente, aun sabiendo que tanto Jasper como el capitán conocen la verdad y Naima, ella no importa.

–Sucede que se te señala como responsable del incidente que sufrió Naima por la noche.

–¿Qué incidente? No tengo conocimiento de nada así, capitán. Al terminar mis deberes me retiré a descansar y no abandoné la celda de descanso durante toda la noche –explico haciéndome la desentendida ante la mirada furiosa de Naima.

–Deja de hacerte la inocente, ¡jamás podrás engañarme! –expresa fuera de sí. Es tan divertido quitarle esa careta de dulzura que intenta mantener.

–Por supuesto, el león cree que todos son de su condición, no me interesa si me crees o no, yo solo digo lo que sucedió.

–Deja de intentar engañarnos, tú eres la encargada del escenario, ¿o me equivoco, Jasper? –cuestiona dirigiéndose a Jasper quien me mira fugazmente.

–Es verdad, pero insisto, debió ser un accidente.

–Pues ese cuento yo no me lo creo –musita Naima con amargura–. Exijo que la lancen fuera del barco.

–Naima, conoces cómo funcionan las reglas a bordo –indica el capitán manteniéndose sumamente neutral.

–Bien, entonces una semana en el calabozo, sin agua ni comida.

–Mira nada más, la capitana ha hablado. Jasper, llévame a la celda, una semana completa porque su majestad Naima lo ordena –expreso mirándola con los ojos entrecerrados.

–Y tienes el valor de burlarte de mí, ¡descarada! –exclama furiosa lanzándose contra mí.

Es así como terminamos en el suelo. Naima consigue arañar mi rostro y el dolor en mi mejilla me hace saber que ha conseguido herirme. Consigo quitármela de encima y es mi turno, esta bruja no se quedará tan tranquila por haberme rasguñado.

–¡Suficiente! –exclama el capitán sujetándome por la cintura. Naima se pone de pie rápidamente–. ¡Jasper, lleva a Naima a una celda de castigo, por tres días!

–Pero… capitán, ¡eso es demasiado injusto! –objeta Naima tras escuchar las palabras del capitán.

–Jasper, ¿no me has escuchado? –la ira es palpable en la voz del capitán a pesar de que ha conseguido controlarse–. Haz lo que te he ordenado y vuelve enseguida.

Tras las palabras llenas de ira del capitán, Jasper reacciona y sujeta a Naima tirando de su brazo para sacarla de la habitación y cumplir con la orden que ha recibido. Es así como Jasper sale de la habitación con una Naima aún más furiosa que antes, no se esperaba este desenlace, pero ninguno de nosotros lo esperaba.