Antares: Etoile d'hiver

Capítulo 35: Maktub

Algunos días después, el barco al fin se detiene. Es un lugar diferente, parece completamente deshabitado. Como de costumbre, todos nos preparamos; ahora ya pertenezco al grupo de búsqueda. Iré con ellos, pero a diferencia de las otras dimensiones, esta me inquieta demasiado y no logro comprender la razón.

Todos corren de un lugar a otro, pero yo me mantengo en completo silencio, en la borda del barco observando todo. Es tan normal, simple... Tal vez me acostumbré a la extravagancia de las dimensiones anteriores. No todo debe ser una locura, pero no es solo el hecho de que este lugar sea tan normal, lindo y brillante. Hay árboles, pasto, algunas elevaciones, pero no se ve rastro alguno de civilización.

—Sé lo que piensas, también me parece extraño el lugar. Preferiría que permanecieras a bordo del barco, a salvo —musita el capitán colocándose a mi lado.

Por primera vez me veo tentada a aceptar, porque hay algo en mi interior que me grita que acepte quedarme, pero mi corazón dice que no debo dejar al capitán.

—Pase lo que pase, me quedaré a tu lado.

—Cumple tu palabra y no te alejes, no sé qué esperar de este lugar.

Me limito a mover mi cabeza de manera afirmativa. Al igual que él, no sé qué esperar de este lugar. Con cautela salimos del barco, avanzamos siguiendo al capitán. Cumpliendo mi palabra, me mantengo cerca de él. Todo es exactamente igual aquí: algunos árboles enormes de hojas grandes y verdes, el pasto perfecto... Ese es el problema, todo es sumamente perfecto. De pronto, el capitán se detiene desconcertado.

—Taranis, toma esto —dice entregándole una de sus brújulas—. Lleva a todos de vuelta al barco, pronto.

—¿Pero capitán...?

—Sin cuestionamientos, ya lo sabes.

—Sí, capitán. Todos han escuchado, vámonos de vuelta —indica Taranis avanzando hacia el lugar por el cual veníamos.

—Taranis —lo llama el capitán.

Él se detiene, pero no gira.

—Gracias, cuida bien de todos y aumenta la seguridad del barco, sabes lo que debes hacer.

—Sí, señor —responde con seriedad.

El tono empleado por ambos consigue inquietarme, no sé qué es lo que sucede, pero evidentemente, nada bueno.

—¿Qué estás esperando? —cuestiona al verme de pie a su lado—. Al decir todos, también me refería a ti, es más, especialmente a ti.

—Di mi palabra.

Es todo lo que digo. Sé bien que esto será extremadamente peligroso y es por eso que ha decidido enviar a todos los demás de vuelta. Siento su mirada atenta sobre mí, se encuentra tenso y preocupado. No logro comprender lo que sucede y menos aún, lo que cruza por su mente en este momento. Al parecer se ha resignado a que no me marcharé, pues ha guardado silencio. Así, ambos en silencio, vemos marchar al grupo hasta desaparecer de nuestro campo de visión. No me había percatado de que nos encontrábamos tan lejos, hasta ahora.

De pronto, como si un imán atrajera mi mirada hacia el pasto, observo que no hay huellas. Sigue tan perfecto como cuando llegamos, lo hemos pisado, pero pareciera que nada lo tocó.

El capitán gira pensativo, está preocupado, no comprendo el motivo, pero resulta evidente. Mira la brújula y observa todo lo que nos rodea, que no es mucho en realidad: unas rocas, árboles y el pasto. Definitivamente no veo nada en este sitio, voy avanzando un poco sin alejarme demasiado. De pronto, el suelo se abre a mis pies y caigo en un pozo, intento sujetarme a alguna cosa, pero no alcanzo nada.

—¡Ayuda!

—¡Hiver! —exclama el capitán corriendo hacia el pozo y lanzándose sin dudarlo. Lo veo caer y pronto sujeta mi mano y me atrae a él. De inmediato lo abrazo—. No debes temer, si caes y no te alcanzo, me lanzaré a tu lado. Creo que sin querer has encontrado el lugar que buscábamos, más que nunca, mantente a mi lado.

—¿Tienes idea de qué lugar es este?

—Es un pozo transportador —musita con calma.

—¿Y a dónde nos llevará?

—Lo averiguaremos ahora —indica mirando el sitio en el que hemos aterrizado.

Nos encontramos frente a un gris y deprimente escenario, digno de una película de Tim Burton. Todo es tan lúgubre y diferente a lo que he conocido hasta ahora. Tomada de la mano del capitán, me dejo guiar, definitivamente no quiero terminar perdida en este lugar. Llegamos hasta lo que parece ser una entrada, con un letrero en la parte superior que dice: "Bienvenidos a Maktub".

Miro hacia el interior, se trata de un tipo de feria abandonada. Hacia la izquierda se encuentra un camper viejo de color blanco y a la derecha, el sitio encargado de los tickets, pero como todo parece abandonado. Una brisa sopla, produciéndome un escalofrío para darle un toque más tétrico.

—Estamos juntos, no te preocupes, debemos encontrar a Inti.

—¿Inti? ¿Quién es Inti? —cuestiono completamente desconcertada.

—Mi hermano menor, el responsable de todo este lío. Se supone que tiene la última pieza y se encuentra aquí, pero no se me ocurre un lugar en el que pueda ocultarse, él es un caso complicado.

—¿Con responsable te refieres a que él es quien perdió las piezas?

—No las perdió, las tomó y se las llevó. En un juego estúpido, decidió escapar con ellas y dejó una nota burlona... ¡Es un inmaduro! —expresa con molestia.

Recuerdo que durante el baile en Magari, Karan le entregó un sobre con la palabra "Inti" escrita en este. Ahora cobra sentido y puedo comprender. Y es ahora que puedo hacerme realmente una idea sobre la situación que hemos estado pasando todo este tiempo.

—¿Qué decía la nota? —inquiero confusa, pero tal vez nos aporte alguna pista.

—Tonterías, dice: "Mi querido brillante hermano mayor, si estás leyendo esto significa que estás a punto de encontrarme, suerte en esta última parada". ¡Es un niño!

—Entonces debe estar aquí.

—Lo está, el problema es saber, ¿dónde? Este lugar parece ser inmenso, el tiempo está en nuestra contra y caímos en un pozo, definitivamente no es un escenario alentador —expresa mirando el sitio, es la primera vez que lo noto tan desanimado, no es para menos.




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