Veo la espada cruzar muy cerca de mí; menos mal que cuento con gran agilidad. Esta me ha servido mucho ahora que he tenido que aprender a defenderme. No sé cuánto tiempo llevo en este sitio, pero, como todos, debo defenderme en caso de ser atacada. Para mi mala suerte, el encargado de enseñarme ha sido Sayri. Es un gran guerrero, el mejor del grupo, y en realidad es un buen maestro: poco expresivo, malhumorado, silencioso y amargado, pero en poco tiempo me ha ayudado a defenderme y a valerme por mí misma, más que nadie en el mundo. Ahora estamos con las espadas, pero también me ha enseñado a luchar sin armas; fue doloroso, pero ahora siento una seguridad y un valor en mi interior que me hacen sentir sumamente agradecida.
—Por ahora ha sido suficiente, he de admitir que estoy sorprendido —expresa con una pequeña sonrisa orgullosa mientras se quita los guantes negros sin dedos que usa mientras entrenamos—. Soy mejor maestro de lo que pensé; ahora la inútil puede matar con facilidad al enemigo.
Me mantengo en silencio observándolo; no sé si lo que dice es halagador o insultante, de lo que sí estoy segura es de lo arrogante que es el comentario y lo arrogante que es él. Suspiro con fastidio y ruedo los ojos.
—Gracias por todo lo que me has enseñado.
—Ha sido por el bien del grupo, no necesitamos un lastre; las cosas no son fáciles.
—Ya lo he notado, ¿siempre ha sido así?
—No, pero eso no es de tu interés. Esperas y confías en tu príncipe que vendrá a rescatarte y vivirán felices por siempre; para ti, esto es solo un capítulo amargo en tu vida, para nosotros es nuestra condena definitiva.
—Dirás lo que quieras, pero sí me interesa, quiero comprender, ¿por qué todo es como es ahora? ¿Cómo era antes?
—¿Por qué no vas y le preguntas a Katu o a Litza? Especialmente a Litza, te contará lo que sucedió sin problema, ya que es la única con la loca y absurda esperanza de que todo vuelva a ser como antes —indica con amargura.
—Sayri, ¿por qué te desagrado?
—Porque eres una preguntona, ¿por qué esto? ¿Por qué lo otro? Hablas sin parar y tu voz me molesta.
—¡Auch! —expreso haciendo un mohín.
—Tengo un problema de sinceridad extrema, no es personal; al menos sabes que no mentiré.
—Eso me tranquiliza, iré con Litza —indico dejando todo, para acto seguido marcharme en busca de Litza. Estoy decidida a comprender todo y ella puede revelarme lo que necesito.
No sé cómo debería sentirme, tengo una ligera sensación de molestia, pero al mismo tiempo un respeto por Sayri; a pesar de todo, se ha tomado la molestia de enseñarme cómo luchar y defenderme, no puedo molestarme realmente con él. Llego hasta la sala común; en el lugar únicamente se encuentra Litza, tengo suerte, pero no sé adónde se han ido los demás.
—Oh, Hiver, ven acá, cuéntame, ¿cómo te fue?
—Creo que bien —respondo tomando asiento a su lado.
—Más que bien, tienes una máquina letal a tu lado —expresa Sayri desde la entrada para luego perderse en la zona que sirve de cocina.
—Solo exagera, la verdad es que he aprendido mucho, pero para ser letal aún me falta bastante.
—Sayri no exagera, solo dice lo que piensa, sin filtros, así que debes haber hecho un gran trabajo —comenta casual.
—Comprendo, ¿dónde están los demás?
—Oh, salieron a distraerse un poco; permanecer solo encerrados no es agradable, por eso es importante que puedas defenderte, así podrás salir sin preocuparte.
—Comprendo, ¿sabes? Quería preguntarte una cosa, ¿puedo?
—Claro, con confianza.
—Le pregunté a Sayri si este lugar siempre fue como es ahora y me dijo que no, pero no quiso decirme más, ¿tú podrías decirme qué sucedió?
—¿Con exactitud? No, porque ni nosotros mismos sabemos lo que sucedió; un día simplemente entramos en un pozo, todo cayó y nos volvimos grises, tristes y amargados, pero antes era un lugar hermoso, colorido. Nosotros nos fuimos encontrando, somos prisioneros igual que tú.
—¿Es decir que los tomaron como pago?
—El rey Tyrone nos entregó, uno a uno, como pago para salvarse. Nosotros estamos atrapados en este lugar luchando por sobrevivir, no somos los únicos aquí, hay otros grupos, pero lo peor son los títeres y las sombras que, si nos atrapan, se alimentan con nosotros —relata con sus ojos muy abiertos y una clara expresión aterrada, como si a su mente llegaran algunos recuerdos poco agradables—. Ha sido muy difícil, pero eso no será para siempre.
—¿Entonces? ¿Hay manera de devolver todo a como era antes?
—¡Claro que la hay! Nadie es gris solo porque sí, usualmente hay más colores; lo primero es un guerrero fuerte y valiente que sea capaz de vencer al rey, una vez que el valeroso héroe venza a Tyrone, llegará a la caja del caos y deberá subir el interruptor, entonces saldremos de aquí y volveremos a ser como antes.
—Así que de eso se trata —musito pensando en Antares, eso es lo que debe hacer, encontrar a Tyrone y vencerlo. Una vez que lo comprendo, la inquietud se apodera de mí de manera inmediata—, ¿dónde está esa caja de caos?
—¿No estarás pensando ir ahí, o sí? —cuestiona Sayri llegando hasta donde nos encontramos con una manzana en su mano—. No es una zona segura, "caja caos" es un nombre sumamente revelador, ¿no te lo parece? Cualquiera que lo intente morirá, es por eso que jamás volverá a ser como antes; Litza es la única que se niega a aceptar nuestra nueva realidad.
—¡¿Qué?! ¡No, no, no! ¡Debo ir! ¡Debo hacerlo! —exclamo completamente alterada.
—Pero no te pondrás a llorar ahora, ¿cierto? —musita Sayri.
—¡Es que tú no entiendes nada! —expreso sintiéndome furiosa por su frivolidad—. Él, mi capitán, debe enfrentar a ese tal Tyrone y luego deberá ir a ese lugar, no voy a esperar a que algo le ocurra.
—¿Esa es la confianza que le tienes? Creí que era un súper hombre —indica llevando la manzana que tiene hacia sus labios y mordiéndola de manera despreocupada.