Antares: Etoile d'hiver

Capítulo 38: Un reencuentro esperado

Me encuentro avanzando por un camino desolado entre las carpas y atracciones que se alzan por todo el lugar. En cuanto la oscuridad se aclaró un poco, fui a la sala de entrenamiento, tomé algunas armas y salí de la guarida sin que nadie lo notase. Tengo claro lo que debo hacer y sé que no será fácil. En el tiempo que llevo fuera, ya he tenido dos enfrentamientos, pero gracias a Sayri, el arrogante, puedo defenderme sin problemas; definitivamente, debería agradecérselo si tengo oportunidad.

Este lugar es enorme y ni siquiera sé hacia dónde debo ir, pero quedarme esperando más tiempo no era una posibilidad. Pronto escucho pasos y decido ocultarme; cualquier cosa puede saltar de la nada, debo ser precavida. Me oculto sigilosamente entre las carpas y puestos hasta que me percato de lo que sucede. Sin dudarlo, corro hacia el sujeto que es atacado, pero no se ha percatado porque busca algo; sin dudarlo, me lanzo hacia él y caemos al suelo, rodamos y queda justo encima de mí.

—¿Estás bien? Yo estoy bien, ¿tú estás bien? —hablamos al mismo tiempo. Esto es vergonzoso, siento mis mejillas sonrojarse bajo su mirada. Su cabello rizado cae sobre su frente, me mira de una manera en la que consigue hacerme sentir más nerviosa.

—Gracias por salvarme —musita sin apartarse.

—Tú harías lo mismo por mí, ¿qué haces aquí?

—Me di cuenta de que tomaste armas y saliste. Si alguien ha tenido ese valor, también puedo tenerlo e intentar hacer algo. Solo hemos esperado, fue suficiente, te acompañaré y, aunque no encontremos a tu príncipe, saldremos de este horrible lugar —indica con gran seriedad, puedo ver sus ojos brillar, creo que es un sentimiento de esperanza que lo ha hecho reaccionar.

—Entonces deberíamos ir, ¿no crees? —expreso con una pequeña sonrisa en mis labios.

—Oh, sí, disculpa, yo... lo siento —musita con nerviosismo, para acto seguido ponerse de pie con agilidad, y después ayudarme a ponerme de pie—. Andando.

—Vamos.

Juntos avanzamos por la dirección en la que avanzaba antes de verlo, esto me hace saber qué tan perdida no estaba. De pronto, siento que toma mi mano y me guía hasta unas tiendas, cubre mi boca y mira pendiente el camino por el cual avanzábamos. Pocos segundos después veo cruzar un grupo de marionetas, como si patrullasen la zona, son tan horribles que me hacen dar escalofríos. Por suerte para nosotros, pasan presurosos sin preocuparse por nuestra presencia.

—Esto no es normal, algo ocurre —informa Sayri preocupado, haciendo que la inquietud se apodere de mí—. Iremos por otro camino, date prisa y guarda silencio, debemos ser sigilosos, lo más posible —muevo mi cabeza de manera afirmativa y me dejo guiar. Cruzamos por varios puestos vacíos, zigzagueando rápidamente hasta que nos detenemos al ver un gran objeto el cual emana un humo oscuro.

—Esa es la cosa —musito con no poca impresión.

Es una máquina semejante a una pequeña fábrica, con tres tubos hacia arriba que expulsan ese tipo de humo que, a diferencia del humo normal o la neblina tras un día lluvioso, no se disipa, parece adherirse a los árboles y a todo alrededor, robando todo el color. Se conforma por tres piezas que con la distancia no consigo distinguir. A la distancia escuchamos el choque de metales, probablemente espadas, y pronto vemos aparecer los seres de los que nos ocultamos con anterioridad. Con cuidado nos aproximamos, y entonces lo veo, y comprendo lo que sucede.

—¡Es increíble! —musita Sayri con admiración, a mí no me lo parece.

Él respira con irregularidad, se encuentra agotado, y se toma un momento para poder recuperar el aliento, momento que aprovecha un títere araña metálico, se aproxima a gran velocidad, y no lo dudó, preparó el arco y lanzo una flecha directo a su cabeza, «gracias, Sayri, por enseñarme», pienso al ver rodar a ese ser espantoso. Él se pone en guardia y su intensa mirada recorre toda la zona. Sin dudarlo avanzo hacia él rápidamente, una sombra aparece de la nada, pero la enfrento con destreza, me percato de cómo Sayri me ha alcanzado y eliminado a una marioneta. Una más aparece y usando la espada la quito del camino, es así como lo consigo.

—¡Capitán! —expreso emocionada abrazándolo, haciendo que escape de sus labios un sonido de dolor—. ¿Qué te sucedió?

—También me alegra verte, Hiver, veo que eres capaz de cuidar de ti a la perfección, ¿qué sucedió con mi indefensa compañera? —bromea sujetándose un costado.

—Encontré amigos aquí, mira, él es Sayri, me enseñó a luchar, es mi maestro —expreso mirando a Sayri quien se mantiene en silencio, manteniendo su mirada fija en el capitán.

—Ya veo, me alegra mucho, estaba preocupado.

—Por suerte, cuando nos separamos, encontré a Katu y su grupo, Katu salvó mi vida, y ellos han cuidado de mí, además de hacerme capaz de defenderme, sin ellos no sé qué habría hecho.

—Deberé agradecer cuando esto termine entonces.

—Pero, ¿qué te pasó a ti? Y disculpa que sea desconsiderada, yo... lo siento —expresó tocando su rostro que contiene algunas heridas.

—Estoy bien —musita besando mis manos—. Tuve un ligero enfrentamiento, ¿sabes quién soy ahora?

—No lo sé.

—He vencido a Tyrone, ahora he tomado su lugar, pero para ganar por completo hay algo que debo hacer y necesitaré tu ayuda, ahora que estás aquí.

—¿De qué se trata? —inquiero con desconcierto.

—Ambos, vengan conmigo —indica dirigiéndose a Sayri y tomando mi mano.

Juntos entramos entre los grandes aparatos, a la distancia parecían más pequeños, pero son más altos que Sayri y el capitán, y ni hablar de mí, hacen ruidos al funcionar, pero no es lo más perturbador. Me detengo mirando al frente, el centro de todo esto, un tipo de computador, y a su lado un contenedor del cual emana una luz azul y roja. Siento que el capitán aprieta mi mano y gira para mirarme.

—¿Tú harías lo que sea por mí, Hiver? —cuestiona con una mirada dulce.

—Sí, capitán —respondo mirándolo a los ojos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.