Apartando el cabello del rostro de su hermano, mueve su cabeza de manera negativa, acto seguido, se pone de pie y se dirige a la máquina.
—Hiver, debes subir la palanca azul, después presionarás el botón rojo y, por último, el botón verde, ¿entiendes? Debe ser en ese orden y, una vez que todo se encuentre funcionando, subirás esa palanca blanca.
—Lo haré.
—Confío en ti. Cuando este lugar vuelva a ser como antes, deberás presionar el botón rojo nuevamente y bajar la palanca azul. Sayri, ven conmigo.
Antes de que pueda preguntar algo u objetar, me percato de cómo se aleja acompañado por Sayri, que me dedica una mirada llena de desconcierto. Yo no estoy menos confundida, por lo que lo único que puedo hacer es devolverle la mirada. Los veo hablar; una vez que se encuentran lo suficientemente lejos, no sé de qué hablan, pero la expresión de Sayri me preocupa. Ambos me miran y vuelven a su conversación. Sayri asiente y los veo volver. El capitán me abraza y deposita un beso en mis labios, se aleja e ingresa en la cápsula en la que antes se encontraba Inti.
—Antares, ¿qué haces? —inquiero mirándolo con lágrimas en mis ojos al comprender.
—Tranquila —musita sonriendo—. Haz lo que te pedí, por favor, todo estará bien.
—Yo... yo...
—Tú puedes, hazlo, no temas nada, ahora hazlo.
Dudosa, subo la palanca azul, y la puerta del contenedor se cierra sellándose. Presiono el botón rojo y la máquina se enciende, presiono el botón verde y una luz intensa se desprende de la pantalla atravesando un tubo que parece ser de cristal hacia la cabina donde se encuentra el capitán. Lo observo, trata de mantener una sonrisa tranquilizadora, pero una mueca de dolor se le escapa; aun así, asiente, indicándome que lo haga. Subo la palanca blanca y veo que el dolor incrementa, quiero detener todo, la tierra tiembla y sé que mi capitán sufre, no puedo tolerarlo, por lo que intento detenerlo, pero me veo detenida, es Sayri.
—¡Suéltame! —exclamó intentando alcanzarlo y liberarme del agarre de Sayri. Una intensa luz se eleva hacia el cielo proveniente de la parte superior del compartimiento en el que se encuentra el capitán—. Déjame ayudarlo, Sayri.
—¡Eso hago! Si detienes todo esto, morirá. Su hermano no hizo todo esto en un solo día, y tu héroe lo intenta porque hay mucho en contra, dijo algo de la pieza y el tiempo, no entendí mucho, pero sí he entendido que no debes detener todo esto antes de tiempo o todos, todo esto, desaparecerá.
—No, no, no —musito dejando de luchar con lágrimas corriendo por mis mejillas.
—No dejes de confiar —expresa; es evidente que no tiene ni la más mínima idea de qué decir, pero no me importa, lo único que quiero es sacar a mi capitán de esa máquina y que deje de sufrir.
Los brazos de Sayri me envuelven, todo a nuestro alrededor se sacude, pareciera un temblor que partirá todo, la luz que se había elevado comienza a expandirse y es tan cegadora que lo único que podemos hacer es cerrar los ojos mientras esta envuelve todo, hay un sonido parecido a una explosión, abro lentamente mis ojos. Pareciera que nos encontramos en un elevador que asciende, dejo de llorar y me aparto de Sayri para poder observar. Veo los colores aclararse lentamente, el gris oscuro que reinaba poco a poco se va viendo sustituido. Observo a Sayri, su piel pálida grisácea comienza a tomar un tono más natural, un moreno claro que le viene mucho mejor, sus labios se tornan de un tono hermoso y sus ojos, antes oscuros, ahora son de un gris intenso, lo único que se mantiene es su ropa elegante en negro y su rizado cabello, también negro, pero de un negro ahora brillante. Sin poder evitarlo, alcanzo su rostro, necesito tocar su piel para ver si es tan suave como parece, brilla y ha tomado un aspecto místico.
—¡Es increíble! —musito sorprendida.
—¡He vuelto! ¡Todo vuelve! —comenta no con menos admiración que la que yo tengo.
Una nueva explosión de luz nos ciega, cerramos los ojos, al poco tiempo los abro nuevamente. Me encuentro con un paisaje completamente diferente, el cielo se ha teñido de azul, rojo y combinándose en algunas zonas dando como resultado morado, las nubes blancas con tonos diferentes es una belleza, los árboles que estaban secos han reverdecido, grandes, frondosos y de un verde brillante, la energía ha vuelto, y juegos mecánicos se escuchan funcionar, y las luces encenderse. El pasto es verde, semejante al que pisábamos antes de caer en ese pozo de oscuridad. Pronto veo aparecer a un grupo muy diferente, pero conocido al mismo tiempo: Katu, quien ahora tiene un cabello rojo intenso, sus ojos son de un color gris intenso parecido al de Sayri, su ropa sí es negra, pero tiene detalles en dorado y azul, sus labios son rojos y su piel blanca un tanto rosada, mientras que Litza mantiene su largo cabello negro, sus ojos son de color azul intenso, su piel moreno claro, sus labios rosas, su ropa tiene detalles en rosa, pero también es de color negro, considero que es parte del estilo grupal. Newen es el más elegante y refinado, su sombrero ribeteado con azul y púrpura, su cabello rubio, sus ojos verde intenso, piel blanca, labios rosas y, por último, Rimak, de ojos marrón claro, cabello castaño, labios rojos, tez moreno claro, su ropa tiene detalles en rojo. Todos a color son mucho más atractivos, místicos, fuertes y llenos de vida, sus personalidades ya no son oscuras, son cálidas e incluso dulces, sus sonrisas más sinceras y brillantes, me alegra verlos de esta manera, pero es mi capitán quien sufre y eso lástima mi corazón.
Sayri camina hacia ellos mientras yo me mantengo cerca de la máquina, me acerco al contenedor, Antares ya no tiene una expresión de dolor, es como si estuviese dormido.
—Lo estás haciendo, amor mío —musito tocando el cristal con lágrimas en mis ojos, tengo miedo, de pronto me percato de cómo una mariposa se posa en mi mano y después desaparece—. ¿Mariposas puff?
—¿Cómo has dicho? —cuestiona Katu llegando a mi lado.