Ante los ojos de la luna

Escapar

No fue solo el primer golpe, no fueron solo los gritos los que hicieron que quisiera huir de ese lugar, había pasado tantos años encerrados en aquel lugar que rogaba por algún día salir de ahí y, en cuanto tuvo la oportunidad no dudo ni un segundo en tomar sus maletas y guardar todo, desde aquel peluche de tigre que le había dado su madre poco antes de irse, las notas con las que se comunicaba en la ventana con su amiga pelirroja, hasta su libro favorito en toda la vida.

Es verdad, había recuerdos en esa casa,la mayoría de ellos tristes, recuerdos que luchaba por algún día olvidar; el recuerdo de la chimenea en plena época navideña, los gritos en la habitación de sus padres o el primer golpe que desató toda la ira en la sala pero sin duda, el recuerdo que más le dolía, era el de aquella sala en donde trabaja su padre, una pequeña sala con un enorme escritorio y vitrales mandados a hacer, el lugar donde la poca amabilidad que tenía la poca esperanza que tenía se vino abajo.

Su comida para ese día no estaba preparada, como era costumbre, la hermosa mujer de pelo marrón se había ido y nunca más iba a volver. No pudo evitar detenerse por un momento y observar la única imagen que aún seguía en aquel lugar, era la única forma en que podía admirar su belleza y la enrome sonrisa que tenía en ese entonces, la cual, él mismo se encargó de destruir; y ahí estaba, aún después de todos los años seguía estando donde lo dejó, la pequeña caja envuelta en papel oscuro con unas cuántos rastros de brillantina, tal vez por eso no se atrevió a tomarla, con un moño al lado de color rojo era el último regalo que le había dado la señor antes de marcharse.

Pudo haberlo dejado en donde estaba, darse media vuelta y marcharse pero ahora se encontraba caminando directo a la entrada con aquel objeto en sus manos, rogando para que la poca brillantina que tenía no se pegará en sus manos. Para su mala suerte, la botella de vidrio fue arrojada justo a un lado de él, estallando en mil pedazos en la pared ocasionándole un leve corte.

- ¡¡¿¿Te vas a ir así como si nada??!! - odiaba escuchar su voz, pero debía admitir que era la única cosa a la que le temía tanto como para quedarse inmóvil - ¡¡¡¡Desagradecido!!!! - no tuvo tiempo de procesar la situación, el hombro del cigarro había llegado por detrás y había tomado uno de los pedazos de vidrio del suelo.

- Ya tengo todas mis cosas, así que si, me iré - dijo haciendo enojar a el otro, haciendo que se acercara tomando un pedazo de vidrio que había en el suelo - Dijiste qué era mejor irme.

- ¡¡Te irás en cuanto me des esa caja!! ¡¡¡No te pertenece!!!

- Es lo único que tengo de ella. No te lo daré.

- ¡¡¡No te pregunté!!! - la sangre recorrió su mano, la sangre cayó al suelo pintando lo de color rojo - ¡¡¡¡Me  la darás ahora mismo si es que quieres salir!!!! - otro golpe más logró hacer que su brazo temblará, se aferraba a la caja como si su vida dependiera de ello mientras seguía sintiendo el dolor de las pequeñas cortadas sobre su brazo.

- ¡¡Aléjese de él ahora!! - una enorme sonrisa se dibujo en su rostro al ver a su ángel de la guarda abrir la puerta en ese momento, con su largo y ondulado cabello de color rojo con unos cuantos mechones morados, los cuales se demoró años en elegirlos, sus grandes pero hermosos ojos del mismo color que su pelo - ¡¡Déjelo ahora mismo si no quiero ir a la cárcel!! - su fría mano tomó la suya, juntando así los dos listones de color rojo que tenían atados a sus muñecas.

- Sarah - pronunció su nombre queriendo atacarla en cualquier momento, sin importar el pedazo de vidrio que había en su mano - ¡¡No te metas!! ¡¡¡No tienes nada que ver en este lugar!!!

- Créame señor, llevó años en este lugar y sé lo suficiente como para entender la razón de porque su esposa se fue - un vago recuerdo le llegó a la mente, la puerta abierta y en ella la mujer de rasgos hermosos con una maleta en la mano, observándolo con asco y rencor - Si no fuera porque su hijo me lo ha rogado, en este momento estaría en la prisión.

- Y si no fuera por mí, este niño ya estaría lejos de aquí, y tú estarías completamente sola, ¿No es así, fenómeno? - solo había una cosa que lograba hacer que aquella chica bajará la guardia, una simple cosa que  la hería en lo más profundo de su ser. 

- Nos vamos - tomó sus maletas y sin soltarlo caminaron a su auto.

- ¡¡¡Recuerda que tú la mataste!!! - hacia años que había logrado ignorar aquellos comentarios, pero no podía no sentirse mal y algo culpable cuando metía a la señora en eso - ¡¡¡Tú hiciste que se fuera!!!

- Ponte el cinturón - no había necesidad de pedirlo, abrochó el cinturón y aquel primer click fue música en sus oídos, por fin se iría de aquel lugar, por fin dejaría de sufrir. Su sueño terminó de cumplirse en cuanto escuchó el motor del auto encenderse, comenzar a avanzar hasta que la unidad donde pasó años desaparecía de su vista - Empezaremos de nuevo - le dijo entrelazando sus manos - Juntos - era el inicio de un frase que habían creado juntos, dio media vuelta para observar por última vez al sujeto del cigarro y volvió a observar a la persona a su lado.

- No hay nada que un demonio no pueda superar - y así fue como había logrado escapar, sin ver hacia atrás, solo hacia adelante y así seguiría.

Las luces de la ciudad comenzaban a alzarse ante sus vistas, como si su infancia regresará comenzó a dar saltos por todo el auto observando cada esquina del lugar, ya fueran los entonces edificios a su alrededor, las personas, o la cartelera de las próximas obras de teatro ser anunciadas con luces.

- No podemos estar aquí sin ver una de esas obras - comentó su compañera de vida.

- Obviamente - como si fuera un fiel canino, bajo la ventana para poder asomar su cabeza y disfrutar del aire golpear en su rostro, cerrando sus ojos y disfrutar el ambiente.

- Esa será nuestra nueva escuela - abrió sus ojos para admirar la enorme estructura frente a ellos al haber parado en un semáforo, la unión de varios edificios de colores claros con ventanas enormes, una gran entrada con árboles y un extraño símbolo en la parte superior - Que extraño.

- ¿Qué sucede?

- Es solo ... - la pelirroja comenzó a sacar su teléfono buscando una imagen - Es diferente al de la foto - con duda, tomó su celular para comparar las imágenes; el que se mostraba en la imagen parecía ser de los más normal, un libro abierto con una pluma de tinta en él, giró su rostro para observar dos imágenes chocando frente a una gran pero hermosa luna llena, completamente diferente al visto en el celular.

- Debieron haberlo cambiado - hizo un gesto con su cabeza para decirle que avanzará.

- Si ... - colocó su pie en el acelerador - Debe ser eso - siguieron con su camino hasta llegar a un área con unas muy bellas casas, todas con un gran patio al frente - Bien, baja tus cosas. Llegamos - había notado el cambio de actitud en ella pero decidió seguir con sus pedidos y bajó sus maletas. La pelirroja tomó una llave de su bolso de pantalón y abrió la pequeña reja que daba al jardín.

- Deberíamos plantar más flores - le dijo tratando de hacer tratando de cortar la tensión.

- Claro - dijo secamente tomó otra llave, está vez para abrir la puerta de su nuevo hogar - Bueno, esto no lo esperaba - llegó a su lado para observar con asombro el lugar completamente amueblado, con algunas decoraciones colgadas en la pared, en específico dibujos y las ventanas abiertas para que la luz del sol entrará - Hay algo que no te dije - se escuchó un ruido en la parte de arriba, alertando al chico.

- Espera aquí.

- No es necesario - no escuchó lo último y comenzó a subir las escaleras, el ruido se hizo aún más presente proviniendo de una habitación con la puerta cerrada, con más dibujos pegados en ella, tardó unos segundos antes de abrir la puerta solo para ser derrumbado por completo - ¡¡Maldito!! - dio un giro en el suelo, extendiendo su pie, logrando hacer que la otra que lo había derrumbado cayera al suelo de espaldas - ¡¿Quién eres?! - no tuvo oportunidad de ver su rostro al ser arrojado con fuerzas con sus propios pies - ¿Qué ... Cuánta fuerza tienes?

- ¡Erik! - la pelirroja entró en la habitación en ese momento calmando la situación - Creo que no los presente como se debía.

- ¿De que hablas? - le preguntó levantándose, aún con un gran dolor en su estómago por la patada del otro - ¿Lo conoces?

- ¿Conoces a este idiota? - se quejó el otro chico, mostrando por fin su apariencia - Pensé que ibas a traer a alguien más ... ¿Amable?

- Oye, idiota, si tienes algo que decir dímelo a la cara - se quejó, ya comenzando a odiar a la persona frente a ellos, grabando perfectamente sus características como su pelo color marrón y, como su amiga, solo un ojo de color rojo, en este caso el derecho.

- ¡Aaron! - en cuanto estaba dispuesto a discutir, observó la forma en como el chico de ojo rojo había llevado su cabeza hacia abajo, como si mostrará cierto dolor por algo, en especial por algo que había dicho - Erik ... Lo siento mucho.

- No te preocupes - le dijo rápidamente - Y perdona - su voz se dirigía a él, pero se ojos estaban perdidos - No era mi intención lastimarte - dio media vuelta y salió de la habitación sin mirar atrás.

- Oye, oye - se apresuró a tomarla de la mano al ver la forma tan apresurada que quiso salir detrás de él - ¿Qué sucede aquí? Pensé que íbamos a vivir los dos solos - Sarah observó una vez más afuera del cuarto, al ver que no había nadie exhaló y le dirigió la mirada.

- Su nombre es Erik Parks - comenzó a explicar - Y si, el plan era vivir solo los dos, pero entonces cuando llamé para hablar del costo y todo eso, la señora de la casa me pidió considerar a un chico que rentaba una casa en un barrio demasiado peligroso para él, me dijo que llevaba años viviendo en condiciones lamentables y créeme que lo eran - pero seguía sin sentirse mal por lo que había dicho - Iba a decirte, de verdad que sí, pero ... Comenzaste a discutir con el señor del cigarro y yo ... Pasé todo el camino pensando en lo que te había hecho.

- Basta, basta - le dijo rápidamente -No estoy molesto, solo avísame para la siguiente, ¿Quieres?

- ¿Estás seguro? - el chico exhaló y la tomó de las manos.

- Eres la única persona que conozco en la que puedo confiar, nunca dudaría de ti ni me molestaría, sé muy bien la forma en cómo te preocupas por los demás así que no hay nada que explicar, ¿De acuerdo? - le dedicó una sonrisa y asintió - Así que ... ¿Erik?

- Ya hablaremos de eso, por ahora - llevó una de sus manos hacia su muñeca, levantando la manga de su sudadera - Tenemos que arreglar esas cortadas.

- No te preocupes, ya sabes que puedo hacerlo solo.

- Lo sé - ambos comenzaron con su juego de muecas, guiñando un ojo, sacando la lengua e incluso sacudiendo sus manos al lado de su cabeza, un juego infantil que tenían entre ellos - Arreglaré las cosas - entró al baño de la habitación y comenzó a lavar la herida, por suerte, no lo suficientemente grande como para alarmarse, pero vaya que dolía.

- ¿Aún sigues aquí? - rodó los ojos al escuchar la voz de la persona con la que hace unos minutos había peleado.

- ¿Algún problema? - dijo ocultando rápidamente los cortes.

- Ninguno, si no tomas en cuenta que esta es mi habitación - inclinó su cuerpo un poco para observar el cuarto lleno de cosas esparcidas por todo el suelo, un gran bastidor para pinturas y más de esos grandes dibujos pegados en las paredes, no pudo evitar observar con algo de asombro toda el techo pintado de color azul, con algunos puntos blancos, violetas, morado, amarillo, justo como si fuera de noche y estuvieran observando las estrellas.

- No me di cuenta, me iré de inmediato - no pudo contener un gemido de dolor en cuanto el de ojo rojo lo tomó de la muñeca - Dije que ya me iba.

- Eres muy orgulloso - aún tomándolo del brazo se adentro más al baño y tomó un botiquín de primeros auxilios, abrió de nuevo la llave y siguió limpiando la herida - Está es más grande - debía admitir que sintió al incómodo al sentir la forma tan exagerada en cómo pasaba sus dedos por su piel. El de ojo rojo tomó un bote de alcohol y algodón, colocándolo de manera gentil sobre la herida sin ocasionar algún dolor, en cuanto estaba por tomar una venda toda la caja se vino abajo - ... Lo siento - Aaron no contuvo su risa al ver como, en el intento por recogerla, se llevó un fuerte golpe con el mueble del espejo.

- ¿Siempre eres tan torpe? - el otro se detuvo por un momento, tocándose de manera nerviosa su cabeza.

- Si - se había quedado mudo al escuchar su respuesta, por lo que simplemente dejó que siguiera ayudando con la herida envolviendo la con un pequeño pedazo de venda - Ya está - con dificultad colocó todo en el botiquín y lo dejó en donde estaba - Ten diría que tuvieras más cuidado para la próxima vez, pero sé que no habrá próxima vez - era la primera vez en años que podía escuchar una voz parecida a la suya y a la de la pelirroja, una voz igual de rota que las suyas.

- Erik - dijo su nombre haciendo que se detuviera en la puerta - Ese es tu nombre, ¿Cierto? - aún dándole a espalda asintió con la cabeza y se metió a su cuarto - ¿Desde hace cuánto conoces a Sarah?

- Hace unos meses, cuando comenzó a preparar todo para que vinieran a este lugar - observó la forma en cómo daba tropezones con cada paso que daba - Por un momento pensé que eran hermanos por lo mucho que hablaba de ti.

- Hermanos de sangre no, pero si, la considero una hermana.

- Debes sentirte afortunado - por fin había logrado tomar asiento en su cama - Por tener a una persona tan especial como ella.

- ¿Cuántos años has estado viviendo solo?

- Aaron - de nuevo, la fría mano de su ángel lo ayudó a calmarse - Es nuestro compañero, no alguien a quien necesites interrogar.

- De acuerdo, de acuerdo, lo siento.

- No hay problema - dijo sin observarlos - Por cierto Sarah, arregle todo en la escuela, no es necesario que llenen más papeles, después de este fin de semana empiezan las clases, solo deberían preocuparse por encontrar todos los materiales.

- ¿De verdad? Muchas gracias, Erik - rodó una vez más los ojos al ver la forma en cómo platicaban, como si se conocieran desde hace tiempo - Por cierto, dibujas muy bien.

- Bla bla bla - no solía comportarse de esa forma, este no era él - Tengo hambre, vamos afuera - pero al ver a la persona que consideraba su compañera de vida hablar tan normal con alguien, hizo que cada fibra de su ser se llenará de odio hacia aquel muchacho, aún sin siquiera conocerlo.

- ¿Quieres venir con nosotros? - dio una leve patada a un mueble al escuchar aquello, lanzó una maldición cuando Erik asintió y quedó en silencio durante todo el camino - ¿Desde hace cuánto dibujas?

- ... Desde que tengo memoria - le dijo - Supongo que se ha vuelto un hábito mío.

- Si consideras lo muy mal que lo haces - cada palabra que salía de su cuerpo, se estrellaba como una bala en el pobre chico, cada palabra que salía de él lo hacía sentir sucio y cada acción cometida por él hacía que se llevará una mala mirada de parte de Sarah - Ese lugar se ve bien. Vamos - se apresuró a cruzar la calle, sus ojos se llenaron de odio y repulsión al observar la forma en cómo había sido Sarah quien tomó de la mano a Erik ayudándolo a cruzar la calle, odio que poco a poco se fue convirtiendo en dolor y tristeza - Debo admitirlo ... No quiero perderte - se dijo a si mismo observando con un gran dolor en su corazón la escena frente a sus ojos.

- ¿Vamos? - dio media vuelta de golpe y se adentro al restaurante que había frente a ellos - ¿Qué quieres comer? - ya no había odio, simplemente un enorme dolor, Sarah había tomado la carta y se había encargado de decirle a Erik todo lo que había en él - Lo sé, a mi tampoco me gusta la pizza - ocultó su rostro entre el menú de manera incómoda y ahí, se odio a si mismo por ser una persona tan celosa - ¿Aaron? - alzó su rostro sin querer observarla - ¿Crees que son demasiados largos? - amaba esos momentos, esos pequeños momentos en donde sus lados infantiles salían a la luz para llenar cada segundo de diversión con cada tontería que se les ocurría, como tomar dos popotes y colocarlos en su dentadura, fingiendo ser unos largos y afilados colmillos.

- Claro que son muy largos - le dijo, trayendo de vuelta una sonrisa en su rostro - Debemos seguir buscando hasta encontrar los adecuados.

- ¡Pero si es Erik! - incluso él mismo había notado la forma en como las manos de éste habían comenzando a temblar al escuchar su nombre - Erik, el maricón.

- ¡¡Oye!! - como lo esperaba, Sarah fue la primera en levantarse de golpe.

- Parece que encontraste nuevos amigos - siguió divirtiéndose el chico de cabello puntiagudo pintado de color naranja - Y al parecer son igual de raros que tú.

- Más te vale disculparte.

- ¿Y quién eres tú? Si podría saber - la retó el chico de cabello naranja.

- Eso no te incumbe.

- ¿Qué está pasando aquí? - un chico de ojos azules había llegado en ese momento, su gran y brillante cabello rubio resaltaba en todo el lugar, llamando la atención de todas las chicas del lugar - ¿Jonathan?

- Yo solo venía a saludar a nuestro amigo Erik, ¿No es así? - aún temblando, el de ojo rojo asintió - Y está chica comenzó a obligarme a disculparme.

- ¿Por qué se tendría que disculpar? - el rubio y de ojos azules tomó una posición mayor cruzándose de brazos.

- Lo llamó maricón - para ese momento, todas las miradas ya estaban sobre ellos.

- No veo razón para disculparse cuando dice la verdad - "Grave error", pensó Aaron, comenzando a rezar por el pobre ojiazul, quien ya debería estar dentro de la lista negra de Sarah.

- ¡¿Quién te crees que eres?! - como si fuera un animal, el de cabello naranja se apresuró para ponerse en medio de ambos, fulminando a la pelirroja con la mirada.

- Si le tocas un solo pelo a Evan, te irá muy mal amiga.

- Si te atreves a tocarla, te irá muy mal amigo - le devolvió lo dicho.

- ¿Disculpa?

- Lo que oíste - le dijo jugando con la malteada de fresa que tenía en sus manos, la cual había llegado hace unos minutos.

- ¿O si no qué? ¿Qué harás?

- No te advertía por mi, sino por ella - de un segundo a otro, Sarah ya había tomado unos mechones del pelo naranja del chico y, con ayuda de los popotes, logró enredar uno de ellos en su cabello haciendo que cada persona en el lugar comenzará a reír y tomar fotos - No es de llegar a los golpes, pero créeme que puede poner en ridículo a quien sea en cuestión de segundos.

- ¡¿Qué demonios?! - exclamó el chico tratando de liberar el objeto de su cabello - ¡Eres una ... !

- Maldita, tonta, estúpida, di lo que sea - se apresuró a decirle - Ya me acostumbré a cada palabra, puedes hablar basura de mi, lastimarme o lo que tú quieras, pero te lo advierto, no te metas con mis amigos - un uhhhh se escuchó en coro por el establecimiento - Y para ti - objetivo 1. Aniquilado. Pasando a siguiente objetivo - El tener un hermoso cabello, ojos azules e insultar a los demás no te hace mejor, solo te vuelve otro maldito cliché - está vez fueron aplausos los que se escucharon en cuanto la malteada de fresa de la pelirroja fue arrojada en el rostro del ojiazul - Vámonos de aquí - tomó del brazo al de ojo rojo y salieron del lugar, no sin antes pagar por la comida que habían pedido. Aún con su malteada en manos, se levantó de su lugar y barrio a ambos chicos con la mirada, primero al ojiazul cubierto de malteada, a quien parecía divertirle la situación, completamente lo opuesto con el de cabello naranja.

- Cabello zanahoria - dijo sorbiendo lo poco que quedaba de su bebida - Cliché - dejó el objeto en la mesa y dio una reverencia fingida - Nos vemos - las personas en el lugar regresaron a sus lugares, aún riéndose por lo sucedido.

- Esos malditos ... ¡Me las pagarán! - exclamó el chico de cabello naranja dando un fuerte golpe en la mesa.

- Cálmate Jonathan - le dijo tomando unas servilletas y liberando a su amigo del popote en su cabello - Fue divertido.

- ¡¿Divertido?! ¡Mira como te dejó! - le apartó las servilletas y comenzó a limpiarlo - ¡Nadie nunca se había atrevido a levantarte la voz, mucho menos esto!

- Lo sé - hizo de lado todas las servilletas e hizo un movimiento con su cabeza para salir de ahí - Y ese fue su error - objetivo principal: escapar de su antiguo hogar. Cumplido. Objetivo nuevo: salir vivo de la escuela.



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En el texto hay: hombres lobo, amor, escuela

Editado: 26.08.2019

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