Ante ti, soy

Capítulo 6

Su espalda ancha había comenzado alejarse y un escalofrío recorrió su pierna mojada. Volvió a mirar su costado embarrado y un poco más allá, la fiesta aún en su apogeo. No había escapatoria para semejante desastre. No podía llegar hasta Brooke o Amy y solicitar ayuda, no podía atravesar el gentío hasta su carruaje y mucho menos quedarse allí sola en la oscuridad. Su orgullo la hizo temblar y la espalda de aquel hombre perdiéndose en la noche, apremiaban.

— ¡Señor Denson! —llamó insistente mientras avanzaba rápidamente tras él. —Señor Denson… ¿No pensará dejarme aquí tirada en semejantes fachas? —Le cuestionó agitada cuando logró alcanzarlo y que se volviera hacia ella.

— ¿Qué es lo que quiere ahora, señorita? —Respondió fastidiado.

—He considerado su propuesta, y claro que debe responsabilizarse por mí y llevarme hasta mi casa. De ninguna manera pasaré semejante bochorno. No ha sido mi culpa sino la suya. —Drake rio con ironía mientras cruzaba sus brazos sobre su amplio pecho.

—Vaya, vaya… pensé que me libraría del placer de su compañía, pero veo que no… —Caddy afiló su mirada y enderezó su espalda.

—Claro que eso quisiera, pero lamento decirle que no puede dejarme abandonada en este lugar y en este estado.

—Ya veo… —simplemente forzó una sonrisa amable mientras le ofrecía el brazo, que obviamente ella rechazó. — ¿Siempre es tan hosca?

— ¿Hosca? Yo no soy hosca. Soy educada y amable con verdaderos y afables caballeros, y no veo ninguno presente en este momento.

—Claro… —respondió mientras continuaban el camino en silencio. Caddy estaba tan nerviosa que sus ojos no dejaban de revolotear en todas direcciones rogando que nadie los cruzara por allí. Serían demasiadas explicaciones, demasiadas coincidencias y desgracias para que le sucedieran a una mujer en la misma noche. Apenas si ella podía creer que estuviera pasando por semejante desdicha.

Finalmente llegaron al carruaje y la puerta se cerró tras ellos dejando apenas vislumbrar las luces de la mansión, luego penumbras y la respiración de aquel hombre sentándose frente a ella. Corrió el cortinado preguntándose si acaso había enloquecido y asintió en silencio a sus propios pensamientos mientras hundía su cabeza en sus hombros y de alguna manera el peligro sobrevolaba a su alrededor.

—A la mansión de Anne Miller. Detente a unas casas de distancia. —Dio la orden y al oír el golpe de su mano en el costado, el carruaje comenzó su marcha.

Caddy intentó concentrarse en los cascos de los caballos resonando en los charcos y las gotas de la lluvia q volvían a caer para olvidar por un instante todo lo que había sucedido. Inspiró hondo y soltó el aire lentamente convenciéndose que al menos iba rumbo a casa y a salvo de la mirada indiscreta y chismosa de alguna serpiente vestida de muselina.

Con disimulo desvió su mirada para observarlo. La luz de las velas daba un brillo dorado a la piel de su rostro de facciones duras, surcado por una barba que rodeaba su boca de labios rectos y se extendía desde su patilla como una selva espesa y tupida, repleta de misterios y peligros.   Sus ojos protegidos por largas y curvas pestañas, permanecían cerrados y había apoyado la cabeza en el costado del asiento, ignorándola por completo.

No recordaba su rostro de otras reuniones aristocráticas, ni su nombre resonaba en recuerdos de otros tiempos o temporadas. Se veía elegante enfundado en aquel frac aunque por el color de su piel hubiera jurado q pasaba más tiempo en tareas arduas al sol, que fumando en el salón de caballeros y hablando de política.

¿Qué diría su tía y John de saber que volvía a solas con un hombre como aquel? ¿Acaso sería soltero? Se preguntó sin respuesta, aunque seguramente era así, pues no vio sortija en su dedo ni mencionó compañía de alguna dama.

No tenía respuesta que darle a su familia ni tampoco excusas a sus amigas por desaparecer en mitad de la fiesta. Rogó a Dios que nadie en la casa se percatara de su llegada, que Jane cerrara su boca y agradeció que al menos tendría hasta el otro día para eludir las preguntas de Brooke. Quizás la excusa de que su encuentro con Walter la había desestabilizado le ayudaría a pasar el apuro.

Pensar en su nombre y en su rostro, conmovió sus entrañas. Se preguntó si acaso Dios se había ensañado con ella, pues su corazón volvía a estrujarse una vez más y de peor manera. La idea de aquel futuro anunciado desgranaba sus pedazos lentamente mientras sus justificaciones la lastimaban aún más. Apretó sus labios y movió su cabeza de lado a lado repitiéndose que aquella carta no era la solución a sus problemas. Nunca lo había sido. Su vida ya era complicada como para añadir aquel escándalo sobre ella.

Un sobresalto y el ruido estridente le hicieron escapar un quejido mientras sostenía su cuerpo del asiento. El carruaje se detuvo intempestivamente y Denson abrió sus ojos encontrando los suyos fijos en él. ¿Acaso había delirado en sus pensamientos demasiado tiempo? Sólo allí se dio cuenta que no había apartado su mirada de él desde que partieron de la casa Hemingway, por lo que no pudo evitar sentirse descubierta. Sus mejillas ardieron y carraspeó nerviosa, enderezándose.

– ¿Qué sucedió?— Exclamó mientras corría el cortinado intentando ver algo en la oscuridad de la noche.

Drake enderezó su espalda y abrió la puerta del coche mientras la fina llovizna continuaba sin dar tregua.



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En el texto hay: epocavictoriana, amor misterio

Editado: 05.04.2022

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