Recuerdo que en la infancia solíamos llevarnos bien. Soñábamos con lo mismo, reíamos por horas, no había un mejor equipo en el mundo.
Con el paso del tiempo nos fuimos distanciando, nuestros padres, la familia, las personas, la escuela, nos empezaron a poner en contra.
Ya no coincidíamos en lo que pensábamos y menos en lo que soñábamos. Comencé a exigirte y tu a criticarme, dejamos de tolerarnos y nos adentramos en una competencia que nadie podría ganar. Dejamos que los comentarios de otros construyeran esta barrera.
Aventurarnos en el mundo del amor no ayudó más. Nos terminaron por arrojar a esta lamentable guerra. Era lo que faltaba para declararnos oficialmente nuestro odio.
¿Cómo permitimos llegar hasta aquí?
Querernos matar por alguien que nos ponía en el lugar número mil, ¿Por qué llegar a tanto con tal de sentirnos suficientes ante los ojos de alguien?
Querernos destruir por complacer a las personas que no fueron capaces de ver lo especial que somos.
Me he cansado de esta guerra sin sentido, y aunque sé que tu conservas un corazón dañado y enfurecido, te ruego que detengas los ataques. Ya no bombardees mi mente por las noches, ya no quiero más sangre. Ya no quiero verte llorar por la desesperación y el dolor.
Te veo en el espejo e intento estar en paz contigo, es intolerable seguir así.
Entiende, que no puedes tener una batalla conmigo y que yo no puedo pelear contigo.
Entiende, que no se puede vivir estando en guerra consigo misma.