Antes de los veinte

CAPITULO TREINTA - UN AÑO

Domingo, 11 de septiembre del 1988

Hace una semana que llevé a Gabi al aeropuerto y, a pesar de hablar con ella todos los días por teléfono, la echo terriblemente de menos. Ayer no la pude llamar porque Claudia ha venido a pasar el fin de semana con nosotros, coincidiendo con el primer aniversario de la muerte de su hermano, que es hoy, y nos fuimos juntos a Barcelona.

Así que ayer asistimos Samuel, Claudia y yo al macroconcierto en el Camp Nou, el estadio del F.C. Barcelona, que organizó Amnistía Internacional para reivindicar la lucha por los derechos humanos. Yo tenía que ir porque tocaba "El último de la fila" y estaba en mi lista, pero también actuó Bruce Springsteen, que a mí me encanta, Sting y una cantante que desconocía que me cautivó desde que comenzó a cantar, Tracy Chapman.

Tenemos tanto trabajo acumulado que ni siquiera nos quedamos a dormir en Barcelona, sino que volamos los tres desde Madrid y regresamos con un compañero de Samuel que estudia con él en la facultad y vive en Barcelona. Iba a regresar un día antes, pero le dimos cinco mil pesetas y esperó a que terminase el concierto.

Yo me lo pasé genial en el estadio, pero no puedo mentir y en el coche me pudo el cansancio y me dormí las seis horas que duró el trayecto. Samuel y Claudia me imitaron. Así que llegamos a Madrid casi descansados.

- ¿A qué hora sale tu vuelo? – le pregunta Samuel a Claudia que desde la boda de mi madre se están llevando mejor que nunca.

- A las seis de la tarde y, como no tengo equipaje, solo tengo que llegar una hora antes – le responde mientras se termina su desayuno, ya que nosotros ya lo tomamos antes de que ella se levantase.

En cuanto llegamos, salí a correr un poco para despejarme y, una hora después, Samuel y yo nos encerramos en mi habitación para terminar de solucionar un problema en la actualización de la base de datos de las tres oficinas que tiene un cliente en la capital. Nos llevó menos tiempo del esperado, ya que era una incompatibilidad de órdenes en la programación del software, así que tenemos toda la tarde libre. 

- Podríamos salir a pasear al Retiro, cuando vuelvas la próxima vez a Madrid, hará tanto frío que no te apetecerá – aconseja mi mejor amigo a Claudia.

- No quiero retrasarlos con el trabajo – contesta ella.

- Ya hemos acabado lo que teníamos pendiente – le hace saber Samuel.

- Yo voy a aprovechar para llamar a Gabi. Quedé en llamarla en media hora, pero luego me apunto – les digo.

- ¿Cómo le va?

- Bien, la madre no está muy contenta de que tenga un novio español, pero era necesario decírselo. Ya tengo un vuelo para verla el siete de octubre y cuanto antes se enterase su madre de nuestra relación, mejor – les explico.

- ¿A su madre no le gustan los españoles? – me pregunta Claudia, sorprendida.

- No, a su madre no le gusta que tenga un novio al cual no conoce y mucho menos a su familia. El único novio que ha tenido era el hijo de unos íntimos amigos de mi suegra – intento bromear un poco al final.

- ¿Tu suegra? Pues sí que vas lanzado – intenta molestarme Samuel, pero no me afecta lo más mínimo.

- Bueno, no nos vamos a casar el año que viene, pero no me gustaría tener que esconderme de su madre, si solo voy a estar diez días en Nueva York.

- ¿Ya han planificado cuándo se verán? – pregunta Claudia entusiasmada, que desde el principio nos ha apoyado.

- En diciembre no nos vamos a ver, porque son fechas complicadas, pero el dos de enero yo volveré a visitarla, aunque en México, porque pasará allí las vacaciones de Navidad. Además, ella vendrá a los Carnavales a Tenerife y luego iré yo en Semana Santa. La primera semana de mayo también quiero ir a verla a Nueva York y luego esperaremos a vernos en verano. Intentará estudiar en Madrid el año que viene y entonces todo será más fácil – les informo.

- Pues no está tan mal, al final les va a ir mejor que a mí con Miguel – se queja Claudia.

- ¿Problemas en el paraíso? – se interesa nuestro amigo.

- Está un poco paranoico últimamente. Le ha dado por pensar que lo voy a engañar y me pregunta lo que he estado haciendo cada vez que me ve o habla por teléfono conmigo. Se supone que estamos juntos para evitar dramas y escenas y él parece no recordarlo - se lamenta.

Yo le habría dicho que su hermano ya le hubiese dado una charla para que dejase de ser tan idiota, pero es el aniversario de su muerte y no quiero nombrarlo en voz alta.

- Gabriel le hubiese cantado las cuarenta. Lo llamaré esta noche y hablaré con él – dice Samuel sin indecisión al nombrar a nuestro amigo ya fallecido.

- ¿Tú? ¡Pero si de quien más siente celos es de ti! Casi no me monta una escena al saber que venía a Madrid. Tuve que contarle que venía a pasar con ustedes el aniversario de la muerte de mi hermano para que me entendiera – se frustra Claudia.

- Pues hablaré yo con él. Esto no puede seguir así, Claudia. Esta relación es una tontería desde el principio. Vas a perder a un amigo por no saber estar sola – le riño.

- Claro que sé estar sola, pero es más fácil con alguien a tu lado – se defiende ella.

- ¿Y nosotros no somos alguien? – se queja esta vez Samuel.

- Sí, pero no es lo mismo. Tú ahora tienes a Gabi, Colacho, y tú te acuestas cuando quieres con Carolina o con la primera que se te pase por delante – nos echa en cara.

- Carolina es solo sexo y lo tenemos muy claro los dos. Si quieres acostarte con alguien, lo haces y ya está, pero no necesitas tener una relación cuando no sientes nada por ese pobre chico.

- Las chicas no nos acostamos con un chico sin tener una relación con ellos, ustedes lo tienen más fácil en ese sentido – nos explica Claudia.

- Si eso fuese así, entonces los chicos no tendrían chicas con las que acostarse – le discute Samuel y nuestra amiga se queda callada durante un instante.




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