Antes de los veinte

CAPITULO TREINTA Y NUEVE - VAS A SER PADRE

Sábado, 23 de diciembre del 1989

He llegado hace unas horas a Tenerife porque me he pasado las dos últimas semanas en Gran Canaria. Tenemos un montón de clientes en esa provincia y los trabajadores necesitaban mi ayuda. Menos mal que hace tres días comenzó a trabajar un chico que es un genio y me ayudará bastante.

- El nuevo es un crack – le digo a mi amigo antes de despedirnos.

- Sí, pero no te subestimes Colacho. Tú también – me responde mi amigo.

- ¿Mañana nos vemos a las nueve de la mañana en mi casa? – le pregunto, porque mañana, conforme a nuestra tradición, vamos a ir a comprar a Santa Cruz los regalos de Navidad.

- Sí, pero deberías de decir hoy, porque ya es la una de la mañana – me contesta.

- Voy a hablar un rato con Claudia y luego me voy a dormir – me despido de mi amigo.

- Vale, pero no te acuestes tarde. Tienes que descansar. Has trabajado muchísimo últimamente.

- Sí, solo será un rato – me comprometo.

No he visto mucho a Claudia desde hace seis semanas, porque después de nuestro viaje a Alemania tuve que pasarme noviembre en Barcelona y, tras pasar el fin de semana en Madrid, me vine una semana a Tenerife y el resto estuve en Gran Canaria.

Fue una pena que nos fuésemos de Hannover el cinco de noviembre porque cuatro días después cayó el muro de Berlín, que llevaba casi tres décadas dividiendo la capital alemana.

Actualmente, nuestra empresa es conocida por toda persona que se precie en el mundo de la informática de nuestro país y hemos tenido que empezar a declinar proyectos porque no queremos contratar a demasiado personal y que no controlemos todo lo que sucede en la empresa, preferimos crecer poco a poco.

La tienda sigue siendo nuestro orgullo. Hemos habilitado una sala donde algunos de los chicos, que es como llamamos a los amigos que hemos hecho en alguna BBS, vienen a probar las últimas novedades en el mundo del ordenador. Además, tenemos dos ordenadores de los cuales se pueden conectar y Javier ya no sale a las empresas, organiza el trabajo de todos nosotros desde la tienda, pero él siempre está ahí. Incluso a veces llega alguno de los chicos a las once de la noche y se ponen a hacer cualquier tontería.

Hace meses que lo ascendimos de categoría y está muy contento. Le ha presentado a Claudia a algunos de los chicos que vienen a verlo, diciéndoles que gracias a ella su vida cambió y Claudia ya tiene tres nuevos proyectos. Tengo que admitir que uno debe pesar más de cien kilos, aunque mide casi como yo.

Yerlin está encantada viviendo en la tienda y sé que hace muchas más horas de las que le pagamos, pero vive con Javier, que es un adicto al trabajo, así que imagino que todo se pega.

Están pensando en casarse el próximo verano, a pesar de que Yerlin no ha terminado con sus estudios, pero ya viven juntos.

A quienes les va muy bien es a Silvia y a David. Siguen viviendo con nosotros en el piso porque David está todo el tiempo estudiando y así Silvia no se siente tan sola.

Claudia sigue viviendo con Gabi y sé que se llevan de maravilla. Aunque yo soy el ojito derecho de mi mejor amiga y me chiva algunas cosas de mi ex. Ayer por la noche me llamó al piso que hemos comprado en Gran Canaria para quedarnos cuando estamos trabajando en esa isla y me contó que James le había dado un ultimátum a Gabi cuando llegó a Nueva York para que volviese y dejase Madrid después de los exámenes de febrero o él no seguiría con ella.

El bueno de James no aprendió nada de la última vez que amenazó a Gabi y tuvo el mismo resultado que hace casi un año y medio: Gabi lo dejó.

En el fondo no me alegro, al menos sabía que James era un buen chico.

Mi exnovia quiere terminar el año en Madrid, pero luego tiene plaza para estudiar en el Instituto de Tecnología de Massachusetts. Yo también me iría a Boston con ella, pero no me queda más remedio que quedarme aquí.

Silvia le ha dicho a su madre que en cuanto Gabi se vaya de Madrid, ella se irá a vivir con nosotros, y para sorpresa de todos, su madre está de acuerdo. Me he dado cuenta de que no hay nada que Claudia se proponga y que no acabe consiguiéndolo.

- ¿Puedes sentarte aquí? – me pide Claudia cuando llego a la sala donde solo está ella, puesto que todos los que nos hemos reunido en su casa esta noche se han ido a acostar, excepto yo, claro.

- ¿Qué pasa, Claudia? – le pregunto, porque noto que está nerviosa y me estoy empezando a preocupar.

- Te tengo que contar algo y sé que no te va a gustar. A mí tampoco me gustó al principio, pero ahora estoy muy feliz – comienza a decirme mi amiga.

- ¿De qué hablas? – le pregunto preocupado, porque no continúa hablando.

- No te lo digo para que te sientas responsable de nada. Sé que la culpa ha sido mía, pero también creo que tienes derecho a saberlo.

- Claudia – la animo a que siga.

- Estoy embarazada – me dice sin más.

- ¿De quién? – le pregunto sin entender cómo puede quedarse embarazada de cualquier idiota con el que se ha acostado, porque actualmente no tiene novio.

- ¿Te acuerdas el último aniversario de la muerte de Gabriel? – me pregunta y comienzo a entenderlo todo.

- ¿Lo hicimos sin condón? – le pregunto desesperado.

- Sí – responde agachando la cabeza.

- ¿Y dejaste que me corriera dentro? – le riño.

- La verdad es que no lo pensé mucho. Estaba triste, borracha y solo quería olvidarme de todo y de todos – se excusa.

- No pasa nada, Claudia. Tampoco es el fin del mundo, incluso me viene bien – le digo para consolarla.

- ¿Te viene bien? – me pregunta sin entenderme esta vez ella a mí.

- Ya tengo experiencia con Nauzet y, si hace falta, dejo de trabajar cuando nazca. La empresa no puede ir mejor y hemos hecho tantas inversiones inmobiliarias este último año que podríamos vivir solo de los alquileres. Además, tengo suficiente dinero en el banco para poder mantener al bebé y mi familia se alegrará, ya que no creo que vaya a conseguir una mujer para formar una familia después de lo de Gabi – intento animarla.




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