— ¡Levántate! —Gritó Eddy desde el otro lado de la puerta. Cuando él no asistía a clases, solía despertarse realmente tarde, pero cuando lo hacía… se despertaba muy temprano. Muy temprano.
— ¡Cállate! —Grité igualmente.
Segundo día de escuela. Veamos, Eddy ira conmigo, Annie estará ahí recibiéndome con sus sonrisas, Matt será genial y el chico Donald será un dolor de cabeza.
O tal vez ya no lo vuelvo a ver.
—Vamos, perezosa. El sol brilla, los pájaros cantan y la gente amigable nos espera. —Parecía alejarse cuando gritó: ¡Oh, también el arrogante te espera!
Ayer por la noche Eddy insistió en contarle todo lo que había sucedido en el día, cuando le hable de Matt me molestó tanto que mis mejillas se pusieron rojas como un tomate. Eso hizo que me molestara aún más. Cuando le hable de Anne dijo que parecía una buena chica y se alegró de que finalmente hiciera amigas. Pero cuando hablamos de Donny… bueno, al chico no le gustó la idea de que fueran groseros con su hermana. Eddy siempre me ha protegido, al igual que Adam, Benny y Christopher.
Adam es seis años mayor que yo, tiene 23 años y es un chico divertido, es el más popular de la familia. Las chicas siempre están a su alrededor. Cuando era pequeño, era bajito y tenía un poco de sobrepeso. Creció y fue al gimnasio y bueno, ahora es todo un “modelo de revistas” según nuestras anteriores vecinas. Él es el único rubio de la familia a excepción de mi madre. Se parece a mi abuelo.
Benny es cinco años mayor que yo, 22 años. Él es un chico que lo clasifica como “nerd”. Es demasiado inteligente para pertenecer a la familia Adams. Siempre esta bronceado y tiene el cabello a la altura de su barbilla. Usa lentes y es jugador de basquetbol. Es muy alto. Así que, es inteligente, deportista y según las mismas vecinas, un chico muy apuesto.
Christopher es tres años mayor que yo. 20 años. Él es otra historia. Es el payaso de la familia. Siempre que los pequeños, ósea Eddy y yo, estábamos tristes él se vestía de conejo y bailaba como las chicas en los videos musicales de aquellos años. Si, él es raro. Y como siempre, guapo, blah, blah, blah.
Ninguno de ellos sigue viviendo con nosotros, están en la universidad o trabajando. Antes, cuando yo tenía doce años, un chico me tomó la mano en el parque. Mis hermanos de 18, 17, 15 y 11 lo acosaron hasta que nunca más se acercara a mí. La historia de mi vida.
Pero no fue tan malo después de todo. Fui la princesa de la casa y ellos siempre me consentían. Me enseñaron a jugar soccer, basquetbol, futbol americano, béisbol y videojuegos. También algo de mecánica y algunos “códigos de hombres”
Códigos que no me han servido de nada en la vida.
Eddy es el único que falta. Su nombre es Edison. Es un año menor que yo pero dejo que diga que es más grande. En realidad, así se siente. Se ve más grande, es más alto, es un poco más maduro e inteligente. Es mayor psicológicamente. Es tonto pero lo quiero demasiado. Me protege y él fue el que me cuido cuando me caí de la bicicleta y me lastimé la rodilla. Él también se cayó pero no le importó.
Papá y mamá se conocieron cuando tenían quince años y mamá jura que fue amor a primera vista. No esperaron más y a los veinte tuvieron su primer hijo, Adam. Ellos aún se aman con esa pasión adolecente. Aun se besan en frente de quien sea y se susurran con ternura. Es gracioso, es el único matrimonio que ha funcionado en toda la familia de mi padre. Él tiene ocho hermanos, todos divorciados. Mi madre tiene cinco hermanos, dos mujeres y tres hombres. También divorciados.
Nadie duro más de ocho años. Nadie excepto mis padres. Ellos lo llaman una bendición de Dios. Creo que es lindo, espero encontrar a alguien que me ame tanto que su amor dure, por lo menos, una vida entera.
— ¿Nos vamos? —Preguntó Eddy.
—Vamos. —Susurré sin muchos ánimos, aun no estoy tan adaptada a todo esto, extraño las vacaciones.
Llegamos a la escuela y nos separamos, su casillero está del otro lado de la escuela así que me tocó caminar hasta el mío sola, mientras caminaba me topé con Matt.
—Buenos días. —Saludó sonriendo, acercándose con la mano levantada.
Sonreí también —Buenos días.
Donny pasó cerca de nosotros. Me observó por varios segundos, no se detuvo pero si caminó un poco más lento, luego de verme movió sus ojos hacía Matt, pensé que iba a saludarme o decir algo pero solo siguió. Engreído.
— ¿Conoces a Donald? —Pregunté señalándolo mientras pasaba por detrás de nosotros.
Él asintió con la cabeza. —Sí, es algo tonto. No en el sentido matemático, en el sentido que se cree tan bueno como para ignorar a las personas como tú o como yo.
— ¿A qué te refieres? — ¿Personas como yo?
—Mira, él es popular, yo no. Eso pasa. Tú eres nueva, los nuevos no son nadie. Sin ofender —Ah, entonces eso es.
—Entiendo —lo que no entiendo es por qué su hermana es todo lo contrario a él.
—Solo no te juntes demasiado con él. Juega con las chicas. —Aseguró. Me alegra conocer a Matt, necesito un amigo real. —Bien, te dejo bonita. Nos vemos en literatura.
Matt se alejó de mí mientras mi mente intenta procesar su apodo de “bonita” seguro solo fue por ser amigable pero, no sé, no estoy acostumbrada a que los chicos me llamen cosas así. Sigo con la mirada en dirección al camino que tomó Matt cuando siento como alguien me abraza por encima de los hombros.
— ¡Diana Adams! —Dice Annie riendo.
Sonreí y me di la vuelta para verla. —Aun no me acostumbro a tus saludos —no estoy acostumbrada a que personas fuera de mi familia me abracen.
Ella sonrió. —Nadie lo hace, pregúntale a mi hermano —me dice pero ella no sabe que su hermano no es mi persona favorita en estos momentos, que acaba de pasar y básicamente me ignoró.
— ¿Nos vemos en el almuerzo? —Preguntó emocionada.
—En realidad, tengo que hacer muchas cosas esta semana. Pero pronto volveré a almorzar contigo —no es verdad, es solo que no quiero volver a sentirme tan rechazada por su hermano como ayer.