El día terminó y me encontraba confusa pensando en todo lo que había sucedido. Annie y Eddy juntos. Donny me llevaría a casa. Mi corazón latió con fuerza ante el último pensamiento.
Donny se acercó a mi cuando estaba guardando las cosas en mi casillero —Diana Adams, ¿Estas emocionada porque te lleve a casa? —pregunta recostándose a un lado de mi casillero.
Una chica de cabello rizado se detiene frente a él —Nos vemos Donny —su tono de voz era, sin duda, coqueto.
Donny la mira y aprieta un poco los labios pero levemente sonríe —Nos vemos Nora.
Nora me da una mirada y suspira, luego regresa a verlo —Entonces, ¿Te veré en la fiesta de la próxima semana?
Donny cruza los brazos y eleva sus hombros —Puede que sí, puede que no.
Nora ríe —Tú siempre tan misterioso —estira su mano y le da una palmadita rápida—. Nos vemos por ahí.
Ella se aleja y yo ruedo los ojos, cubriéndome con la puerta abierta. Donny tiene demasiadas fanáticas y él parece disfrutar de esa atención. —Entonces —él toma la puerta por arriba y se acerca a mí— ¿Qué tan feliz estas porque te lleve a casa hoy?
Lo miro seria —No mucho, eres mi opción de emergencia.
—Graciosa —dice él estirando su mano y tomando algo de mi casillero, es mi bálsamo labial porque mis labios suelen secarse con este tipo de clima—. ¿Qué es esto?
Se lo quito de la mano —No te hagas como si jamás has visto un bálsamo labial.
Él vuelve a tomarlo de mis manos —Ah, ¿Entonces tú lo usas?
—Obviamente —respondo intentando quitárselo pero él aparta el brazo haciendo que no pueda tomarlo.
—Entonces, ¿Puedo usar un poco de esto? —Lo mira—. ¿Me dejas?
Soy un poco “delicada” con la cuestión de los gérmenes, no me gusta eso de compartir tus cosas como botellas de agua, caramelos o cepillos de dientes. Sin duda cepillos de dientes no se comparten —Em, no —le digo—. No quiero tus gérmenes ahí.
Donny sonríe y eleva las cejas —No quieres mis gérmenes en tu bálsamo pero —da un paso hacia mí—, ¿Qué hay de mis gérmenes en tus labios?
Lo empujo hacia atrás sintiendo el calor en mis mejillas —Dame eso Donny.
—Dame eso Donny —usa una voz más chillona—, Diana, ¿Alguna vez te he dicho que tienes una voz muy linda?
—Si claro —ruedo los ojos—. Y tú tienes una voz muy molesta, me irrita mis días.
Él destapa el bálsamo — ¿Te irrita mi voz? —Se lo acerca a la boca—. Si quieres te recito poemas así te enamoras de mi voz.
Suspiro —Dudo que sepas de poesía —tomo su brazo—. Ya te dije que no quiero que lo uses.
Resopla —Bien —lo tapa de nuevo—. No lo haré pequeña señorita con miedo a los gérmenes.
—No me dan miedo los gérmenes —digo quitándoselo finalmente y guardándolo al fondo del casillero—. Solo los gérmenes de personas que no conozco.
—Ya me conoces —responde—. Además deberías acostumbrarte a mis gérmenes porque algún día nos besaremos.
Casi me ahogo con mi propia saliva, abro los ojos y volteo a verlo con el corazón saltando cual niño pequeño en un trampolín — ¿Qué dijiste?
Donny sonríe y hace que se le formen delgadas líneas por debajo de los ojos —Que algún día nos besaremos.
—No —digo intentando respirar tranquilamente—. No nos besaremos, eso jamás pasará.
—Uh, ¿Jamás? —Rasca su barbilla—. ¿De verdad piensas que no me besaras? Sé que quieres besarme.
Estoy segura que mis manos están temblando así que las oculto detrás de mí —No quiero besarte, no me gustan los chicos como tú.
— ¿Divertidos? ¿Guapos? —pregunta claramente divirtiéndose con esta conversación.
—No, tontos y presumidos —bajo la mirada porque es difícil mentirle cuando me ve de esa manera.
Donny suelta una carcajada —Me encantas, Adams —claro que sí—, eres la chica de mis sueños.
Arrugo la nariz y niego —Deja de practicar tus técnicas de coqueteo conmigo, todas me parecen muy malas.
Donny estira su mano y cierra la puerta de mi casillero para colocarse frente a mí —No estoy practicando.
—Bueno —doy un paso hacia atrás—. Como sea, ¿Ya nos vamos o tengo que buscar un taxi?
Niega y deja escapar una exhalación larga —Ya nos vamos, ¿lista?
Asiento —Sí, gracias —respondo porque los modales no pelean con nadie, según dice mamá.
Empezamos a caminar hacia la salida. Donny hace algo que me estresa y es que suele caminar tan cerca de mí que en algunas ocasiones nuestras manos llegan a tocarse. Me molesta que cuando eso sucede él no parece afectado en absoluto mientras que yo siento todo un zoológico en mi estómago.
—Creo que recuerdo tu dirección pero me la puedes volver a decir cuando salgamos de aquí.
Asentí con la cabeza y al mismo tiempo escuche una voz femenina que decía el nombre de él. Ambos giramos para ver quien estaba llamándolo y me encontré con una chica alta, delgada, con cabello hasta la cintura de color negro con las puntas rojas y onduladas. Era algo así como una modelo.
Creo que nunca me había sentido tan intimidada por alguien hasta ahora, es realmente bonita.
— ¡Donny! —Dijo ella alegremente mientras que lo abrazaba rodeándole el cuello—. ¿Dónde está Lenny? —Preguntó y luego se fijó en mí.
¿Quién es Lenny?
Ella me sonrió y volvió con él, bueno al menos parece ser una chica amable, espero.
—Está por ahí. —Dijo él sin ganas al mismo tiempo que le quitaba sus brazos de encima.
La chica comenzó a rizar un mechón de cabello con sus dedos. —Oh bueno, me alegra verte —inclina un poco su cabeza— ¿Puedes darme un aventón?
Traté de descubrir quién era esta chica mediante alguna expresión por parte de Donny pero él no mostraba nada. Estaba totalmente serio ¿Es su amiga? ¿Ex novia? ¿Vecina tal vez?
—No lo sé, debo llevar a Diana a su casa —responde Donny señalándome con un movimiento de cabeza.
Ella giró y me vio. —Así que, Diana— Dijo con un tono de voz diferente al que estaba usando con Donny, de pronto me pareció molesto—, ¿Te molesta si vamos juntas en su auto?