CAPITULO 14

— ¿A qué hora vienen? —Pregunté por octava vez.

Mi mamá me observo más tiempo de lo común y las comisuras de sus labios se alzaron. —A ver, Diana. ¿Por qué estás tan nerviosa? Se supone que también son tus amigos.

 —A ver Meredith —ese era el nombre de pila de mi madre—, debes entender que Anne, la chica de Eddy si es mi amiga, su hermano no.

—Entiendo, su hermano es tu chico. — ¡¿Mi, qué?!

Las mejillas comenzaron a arderme y mis labios se secaron. —No, no es mi chico, no es mi nada. Nada.

Se sentó a mi lado en la mesa. —Bien, relájate. Eddy dijo algo así en la mañana pero, ¿Por qué estas nerviosa, Diana? ¿Acaso el chico te molesta?

—No, no es eso —Bueno si me molesta pero no como si fuera malo, es grosero pero no es de esos que harían bullying o algo así.  

Ella toma un sorbo de café. —Entonces, ¿Qué es?

No puedo decirle que Donny me pone nerviosa, que me da ansiedad pensar en que tal vez él me vio besando a Rilley quien parece ser su enemigo. —Solo es curiosidad, madre.

Rueda los ojos. —Tú eres curiosa pero ahora veo a una Diana muy ansiosa.

—No es cierto. —Ruedo los ojos aunque está en lo correcto—. Es solo que, Donny es un tonto, mamá. Es tan egocéntrico y creo que es mejor que todos, es desagradable de verdad, no lo soporto en absoluto.

Se acerca a mí y acaricia mi mejilla. — ¿Sabes algo? —sonríe—. Te he escuchado muchas veces quejarte de las personas pero nunca con tanto detalle eso solo quiere decir que, hay dos posibilidades.

Suspiro. —No quiero escucharlas.

Ella suelta una risa corta —O ese chico es definitivamente la peor persona del planeta —aprieta mi mejilla—. O te gusta, ¿Cuál de las dos es?

—Madre, es un tonto… ya lo veras —respondo—. No hay forma que alguien como él me guste, te darás cuenta que es una molestia enorme.

Niega sonriendo y se aparta un poco de mí —Diana, ¿es tan difícil aceptar que alguien te gusta?

Exhalo frustrada —Hablo en serio, no me gusta, no hay nada que aceptar.

Iba a tratar de explicarle a mi madre que Donny solía actuar como mi amigo un instante y luego me odiaba pero ambas escuchamos el timbre y giramos nuestras cabezas hasta la puerta. Mamá se levantó felizmente de la mesa y caminó alisando su blusa con sus manos.

Mi madre era una mujer muy linda, no era flaca pero aún conservaba su figura de adolecente, a pesar de muchos embarazos, según ella es su buena genética. Su cabello le llegaba hasta los hombros y era rubio, muy lindo y cuidado. Sus ojos eran grises y su piel era tan blanca como una hoja de papel, pero el maquillaje la hacía ver hermosa, realmente linda. Ojala fuera tan bonita como ella.

Yo siempre he pensado que soy una mezcla entre mi padre y mi madre, pero muy al cincuenta por ciento de cada uno. Mi nariz no es tan delgada como la de mamá, mis ojos son oscuros y grandes pero mi boca es algo pequeña, mi cabello es oscuro y no soy tan alta, bueno ni siquiera soy alta.

— ¡Pasen niños, adelante! —Mi madre les dio una bienvenida mientras que mi padre se apareció y ambos caminábamos hacia la entrada.

Trate de actuar relajada. —Hola Diana. —Eddy me saludó y levantó su mano.

Levanté mi cabeza como saludo. Aún recuerdo todo lo que pasó anoche, nuestra pelea y el drama que vivimos, aunque no parece estar molesto conmigo así que me tranquilizo un poco.

Pero luego escuché más voces entrando y mi cuerpo, de nuevo, se tensó.

— ¡Diana! —Gritó Anne desde la puerta y me abrazó—. ¡Chica, este día fue genial! ¿Por qué no llegaste a la casa junto con Eddy?

—Tenía planes —mejor dicho, no fui invitada.

Eddy señala a Anne y a Donny para presentarlos con mis padres, ellos se muestran amables, tanto que mi mamá me da una mirada como diciendo “¿no que era mal educado?” una fachada, mamá.

—Bueno chicos —mamá sonríe—. Estaré en la cocina junto con su padre —mira a los hermanos Mudd—. Esta es su casa, pónganse cómodos.

—Gracias —contestan ambos.

A pesar de mis intentos de ignorar la gran silueta de Donny, él caminó hacia mí y Anne se fue diciéndome que iba a recorrer la casa con Eddy. Excusas, claro.

Yo quería huir de ahí pero antes de siquiera moverme, Donny se acerca y está frente a mí. Hoy lleva una camiseta azul de manga larga, es oscura y resalta el color de sus ojos. Detesto que se vea bien.

Es difícil odiar a alguien que te provoca mariposas en el estómago cada vez que lo ves.

—Hola Diana —me saluda, con una voz tranquila.

Mi corazón se está acelerando de nuevo y me recuerdo a mí misma que me prometí dejarlo ir, que ya no vale la pena ilusionarme con él. —Hola Andrew.

Él sonrió. Realmente me sonrió, pensé que después de lo de ayer me ignoraría toda la noche pero creo que no es así. —Gracias por recordar lo de mi nombre.

Quería sonreírle. Quería, pero no lo hice. —Gracias por no llamarme Cariño.

Donny cruza los brazos y sigue sonriendo. —No entiendo el odio ante tu nombre.

—Me gusta Diana, no me gusta Darling —Como si fuera posible, se acerca más y comienzo a ponerme nerviosa. Si mi madre nos viera ahora seguramente diría algo como: ¿Ves que si te gusta?

No puedo decir que no me gusta cuando está cerca de mí pero yo no fui quien se acercó. —Me gusta Diana —susurra y mi corazón por un segundo se detuvo pero luego continúa hablando y me doy cuenta que se refiera a mis nombres—. Y también me gusta tu nombre, Darling.

Rio nerviosa. —Que bien por ti. Te regalo mis nombres.

— ¿Y cómo te llamaría entonces? —Donny se acerca un poco más, tanto que tiene que inclinar un poco el rostro para verme a los ojos. La manera en que este chico me mira, me confunde tanto. Esos ojos podrían derretir el corazón más congelado del mundo.

Trato de respirar como normalmente lo haría pero parece que he olvidado como se hace. Inhalar. Exhalar. —No lo sé, cuando era niña mis hermanos solían ponerme un montón de apodos —estoy nerviosa y ahora estoy parloteando—. Ellos eran cursis, me llamaban “conejita” o cosas así, lo hacían para molestarme porque no me gustaban —él se ve entretenido con mi historia—. Solían llamarme “pollito despeinado” ese fue el que más odiaba, lo hacían solo para que me quejara porque según ellos yo les parecía adorable cuando me enojaba.