Antes del Alba

V

"I can see no way, I can see no way. I'm always dragging that horse around..."

 

 

Hoy domingo, Eric me ha invitado a salir con él a una fiesta nocturna, dijo que será en un club, así que tengo que arreglarme, no tanto porque odio a las chicas que quedan irreconocibles cuando se arreglan, pero tampoco quiero ir fea o muy, muy normal.

Actualmente es mediodía y aun no escucho pasos ni movimiento en la sala, probablemente sigan dormidos. No le tomo importancia y comienzo a hacer todas las cosas que llevo pendientes y comienzo a pensar en lo que podría pasar esta noche. Presiento que será diferente, tal vez soy solo yo, no lo sé. Me pregunto qué fue lo que lo llevó a preguntar eso si con trabajos podemos estar cinco segundos en paz.

(...)

Ok, llegó el momento en el que no sé exactamente qué debo hacer, me refiero a mi cabello y rostro. No quiero arreglarme demasiado porque solo es salir con Eric a un club nocturno y no me gusta llamar la atención. Jo dejó el apartamento hace un tiempo, son las seis y no me he preparado.

"Fuerza Elle, fuerza". Me aliento a mí misma.

Así, emprendo mi "aventura" de peinado y maquillaje. Sé que soy una dramática, pero en este aspecto siempre me pongo nerviosa, siento que al hacerlo yo misma, pareceré un bufón horrible.

El reloj marca veinte minutos para las diez; en serio que vuela el tiempo cuando te arreglas, al fin he terminado. Me vestí con un vestido de Jo: es de manga larga, me llega a medio muslo y es negro con plateado, también llevo medias semi transparentes por el frío, no muy llamativa pero tampoco desarreglada. Después el cabello solo lo alisé y lo calmé un poco. Pero en lo que me sorprendí a mí misma fue en mi maquillaje, no parezco alguna de las mujeres que se maquillan en internet y me alegro por eso, sin embargo, no parezco la misma Janelle que normalmente veo en el espejo. Así pues, salgo del edificio y llego a la librería a las diez con diez minutos; no veo a Eric afuera. Seguro no tarda en llegar. Hace mucho frío y la librería está cerrada porque es domingo y es tarde, solo estoy aquí de pie, como tonta esperando por un chico con el cual me llevo mal.

Cinco minutos después, cuando decido que ya esperé suficiente en el clima helado, escucho pasos dirigiéndose hasta mí; son sigilosos y tenues, justo cuando doy la vuelta, pego un salto al ver la cara de Eric demasiado cerca de mí.

— ¡Oh por Dios!— grito asustada. Eric solo suelta una carcajada.

— ¡¿Qué diablos pretendías, Eric?! ¡¿Querías ocasionarme un infarto o algo así?! — él ríe con incluso más fuerza y toma su panza entre sus manos, yo solo lo miro con ojos de pistola.

— Es que... ¡Es que tu cara! Dios, esto es invaluable— finge secar unas lágrimas mientras posa sus orbes en mi persona. Sólo ruedo los ojos y cruzo mis brazos sobre mi pecho, esperando a que pase su momento de inmadurez.

— De acuerdo. Está bien. ¡Qué amargada eres! Fue sólo una bromita, para dejar en claro que puedo ser divertido cuando me lo propongo— sigue mirándome, me sonrojo y aunque no quiera del todo, le muestro una sonrisa torcida.

— Bien. Has demostrado tu punto, ¿podríamos irnos, por favor?

— Sí, claro. Mi auto está allá— señala un coche detrás de él, comienzo a seguirlo en silencio, es bonito, es pequeño y citadino, color negro; sé muy poco de carros pero sé cómo se llaman los que me gustan.

—Después de tí— abre la puerta del copiloto y espera a que me suba para él montarse en el auto. No tardamos mucho en llegar al club, es una representación de todos los estereotipos de clubs nocturnos: luces de neón, mucha gente, gorilas como guardias en la puerta, música excesivamente alta resonando en todas partes, etc.

— Que cliché eres— digo con afán de molestarlo.

— Calla, a mí me gusta— nos dirigimos al final de la larga fila de espera para ingresar. Yo voy adelante de Eric. Coloca suavemente sus manos sobre mi cintura.

— Por cierto, te ves extremadamente bien— ese susurro a mi oído derecho hizo que me sonrojara mucho y solo di un pequeño asentimiento.

— Gracias. Tú también te ves bien— al cabo de 30 minutos hemos pasado a los gorilones y entramos al antro.

— Vamos a la barra y a buscar una mesa libre— grita Eric por encima de la música, toma mi mano y nos dirige a la barra de bebidas.

— Dos cervezas, por favor— una vez que se las entregan me da una a mí y vuelve a tomar mi mano, diviso un pequeño sillón completamente libre y nos dirijo ahí.




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