Antes del Alba

XIX

"It's always darkest before the dawn..."

—¿Y cómo la estás pasando, Janelle?—pregunta Desmond con actitud cordial, ya que vamos en la camioneta y todo está en silencio, hasta que él se digna a hacer el ambiente más cómodo.

—Muy bien, muchas gracias por invitarme. La casa es increíble y los paisajes cercanos son inolvidables, son perfectos—respondo amable y en verdad estoy de muy buen humor.

Eric da un pequeño y cariñoso apretón a la zona de mi muslo que está descubierta, llevo un vestido aproximadamente con tres dedos arriba de la rodilla de largo, sin embargo, al sentarme se sube. Me mira a los ojos y ensancha un poco su sonrisa cuando nota mi sonrojo.

—Me alegro, espero que Eric esté siendo mucho mejor anfitrión que nosotros—sigue Desmond, en cuanto las palabras abandonan su boca, la señora Anne voltea a verlo cual posesa, no bromeo; parece que fue poseída por algo malo, mira al señor Desmond con los ojos demasiado abiertos como para no verse perturbadores y hace una cosa extraña con la boca.

Muevo mi cabeza para atrás y Eric reprime una carcajada, sí me llegó a espantar un poco. Desmond sólo responde con un leve movimiento de hombros y prosigue.

—Es cierto, querida. Yo vivo prácticamente en la oficina de la ciudad o en la de la casa, mientras que tu haces tus múltiples...—titubea cuando llega a esa parte de su discurso, hasta que encuentra la palabra "adecuada" para decir en voz alta—. Actividades, que te mantienen fuera de la casa durante casi todo el día, aunque verdaderamente no sé cómo es que inviertes tanto tiempo con tus cosas por hacer todos los días.

La señora Anne le asesta un golpe en la pierna, que busca pasar desapercibido pero no lo logró en absoluto, hasta el chofer se dio cuenta. Desmond reacciona antes, toma su mano y la deja sobre su pierna, no dejándola mover. Eso fue demasiado incómodo, y ya no sé cómo continuar con esto, mejor me volteo para ir viendo el paisaje por la ventanilla de la camioneta.

No se vuelve a entablar ninguna conversación, sólo Eric me susurra cosas al oído, como datos curiosos de los lugares que vamos pasando o anécdotas, pero sólo es algo entre nosotros.

—Finalmente hemos llegado—dice el chico a mi lado en voz particularmente alta y con un deje de alivio.

Nos bajamos de la camioneta, él me ayuda ya que llevo unos tacones bajitos. Una vez en tierra firme, comenzamos a caminar, Eric me dice que vamos hacia donde está la diversión. Conforme caminamos, voy notando el aumento de la gente en las calles, muchos parecen de nuestra edad, también hay familias jóvenes y más viejas, es muy diverso, es tranquilo a comparación del tremendo ajetreo de Manhattan. Caminamos alrededor de diez bloques, en todos hay locales, cafeterías, iglesias, departamentos, etc. Ninguno se queda sin algún atractivo. Finalmente llegamos a un restaurante de comida hindú, que delicia.

Entramos y Desmond dice tener una reservación a su nombre, la hostess asiente y nos guía a nuestra mesa, hasta adelante va Anne, después Desmond, yo camino después de él y al final va Eric con su mano en mi espalda baja. Nos muestra una linda mesa, algo alejada de las demás, está cerca a un ventanal. Nos disponemos a sentarnos, Eric recorre mi silla para que tome asiento y el señor Barrett hace lo mismo con su esposa, Eric se sienta a mi izquierda, Anne y yo quedamos de frente y el padre y mi novio quedan igualmente.

Ordenamos y lo que verdaderamente salva el momento es la estupidez de Eric, porque se la pasó diciendo ocurrencia tras ocurrencia que hasta Anne estaba partida de la risa, eso hizo que se tranquilizara un poco y se le bajaran los humos, la cordialidad se hizo presente conforme cenábamos, la comida hindú es deliciosa, me encanta, cada quién ordenó un platillo diferente y hasta llegamos a probar de todos, siento que esto era lo que hacía falta para romper el hielo.

Son alrededor de las diez de la noche, estamos terminando de comer nuestros postres, felices, el silencio reina en la mesa pero sólo porque no podemos despegar nuestras bocas del delicioso dulce. A los minutos después de terminar con todo, el señor Barrett se dispone a pagar la cuenta, sin embargo no obtiene éxito, ya que Eric se pone de pie inmediatamente y paga completa la cuenta; viene de regreso a la mesa, camina sin preocupación, parece un modelo, luce imponente con ese ligero ceño fruncido que hace cada vez que camina en silencio, nota mi mirada sobre él, me sonríe y guiña un ojo, a lo que yo sonrío y muerdo mi labio inferior, acto reflejo él también lo hace.

Me sonrojo y me siento bien, Des y Anne están conversando de algo, mi chico llega a mi lado y toma mi mano para darle un beso a mis nudillos y abrazarme por los hombros.

—Bien, muchas gracias por la comida Eric—dice Anne con una tierna sonrisa.

—Yo los había invitado, no había la necesidad de que tú pagaras, pero aún así, muchas gracias, hijo—dice Des algo conmovido por la acción de su hijo, de su ahora único hijo.




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