"Shake it out, shake it out, shake it out, shake it out, ooh whoa..."
—Un día digno de olvidar, tal vez quemarlo...—le digo a Eric cuando estamos abrazados y acostados sobre su cama, es tarde, no he podido conciliar el sueño y él tampoco.
—Esta faceta tuya me asusta un poco, cambias radicalmente a comparación de tu habitual actitud, eres demasiado silenciosa y tu mirada es calculadora, fría.
—En lugar de explotar, yo imploto. No suelo exteriorizar lo que de verdad me afecta, nunca, no encuentro el sentido.
—Creo que deberías intentar explotar un poco, corazón. A veces es mejor— acaricia mi cuerpo y yo estoy pasando mis dedos por sus tatuajes del pecho. Me encojo de hombros desanimada.
—Tal vez...— mi voz pierde la fuerza y se quiebra magistralmente, no lo puedo aplazar más. Las lágrimas son como una tempestad, tan caóticas, frías y desbocadas. Eric me acerca mucho más a su cuerpo, a su calor intentando mantener mis piezas lo más cercanas que puedan estar y repite una y otra vez que él está aquí para mí, que nunca me abandonará.
Cuando mi llanto se ha convertido en una serie de suspiros incontrolables, de pronto un sueño demasiado intenso e irresistible me azota, como si me hubiera tomado veinte pastillas para dormir. Pierdo la fuerza y la consciencia.
[...]
—Bien, que quede claro: esta es la primera noche de luna llena, estarán en el juego hasta la primera noche de luna llena después de dos ciclos lunares. Les desearía suerte, pero no me gusta la idea de ustedes ganándome y saliéndose con la suya. Espero que tenga la suficiente cordura como para soportar lo que les tengo preparado.
Se escucha como si la voz saliera de altavoces, todo está tan oscuro que ni siquiera soy capaz de ver mis propias manos. Volteo a todas partes en busca de Eric, pero no logro vislumbrar nada, comienzo a entrar en pánico y la risa de la cruel hechicera resuena en todo el lugar, hace eco. Entonces estoy en un lugar cerrado, estoy bajo techo. En cierto modo es preocupante, porque si no hay ventilación suficiente puede que sufra una ataque de pánico.
<<Debes tranquilizarte, no empieces a sugestionarte, vencerás, concéntrate>>. Eso grita mi interior y tiene razón, instintivamente llevo mis manos al cuello y busco el collar que me obsequió Calixto, sigue ahí. Suelto un suspiro de alivio y me aferro a él. Cierro los ojos, no sabiendo qué esperar realmente pero me mantengo muy alerta.
Decido caminar hasta encontrar alguna pared o límite, empiezo yendo por mi derecha, doy unos veinte pasos con extremo cuidado, hasta que mis manos estiradas frente a mi cuerpo chocan con una pared fría, se siente rugosa. No pierdo tiempo y sin despegarme, camino en busca de alguna puerta, de alguna cerradura, un pomo, una división; algo. Al pasar los minutos en compañía del sonido de mi respiración y de mis pasos, siento que me estampo contra algo que resuena, como si hubiera algo detrás, o como si estuviera hueco. Muevo mis manos por todos lados hasta que encuentro una especie de picaporte, lo giro y éste maravillosamente cede. Mi respiración se vuelve mucho más agitada que antes, trago saliva y comienzo a abrir la puerta con suma lentitud. No se escucha nada del otro lado, me asomo un poco y puedo ver algo de luz, segundos después reacciono y me doy cuenta de que es la luz de la luna que refulge en su punto álgido. Doy un paso adelante, sin quitar mis ojos de esa luz que en estos momentos es celestial para mi.
Sin embargo, el alivio que sentí desaparece cuando no hay piso y comienzo a caer. Mi cuerpo se golpea contra objetos rígidos, escucho cómo algunas truenan a medida que las golpeo, suenan como ramas. Abro los ojos y veo cómo un manchón de tonalidades verdes combinadas con algunos colores pasan. Estoy en un bosque, selva, jungla, manglar... no lo sé, pero la idea me inquieta de sobremanera. Sin darme tiempo a reaccionar, mi cuerpo se detiene gracias al impacto contra el suelo, el dolor es horrible, me retuerzo en busca de aire para llenar mis pulmones, cada parte de mi cuerpo, por diminuta que sea aúlla de dolor. Así, sin más, entre mi agonía, me desmayo.
[...]
Empiezo a recuperar la consciencia, los recuerdos en calidad de flashes llegan a mi, la pesadilla fue muy vívida, lo peor es que la recuerdo a la perfección, cada maldito segundo. Me quejo y me empiezo a remover en mi lugar, pero un dolor espantoso se hace presente en todo mi cuerpo. Eso provoca que abra mis ojos de golpe, para mi sorpresa me encuentro sobre tierra algo húmeda, rodeada por infinidad de árboles tan altos que desde donde estoy no se puede ver el final de éstos. Hago un esfuerzo para incorporarme, tardo algo de tiempo pero al final lo logro. Voy lo más despacio que puedo hasta el tronco más cercano y me apoyo en él. Miro a mi alrededor, árboles, sólo árboles por todos lados. No hay nadie cerca, no hay nada.
Reviso mi ropa, estoy muy abrigada, con botas pesadas y resistentes, jeans gruesos, llevo no sé cuantas blusas y camisas, una chamarra impermeable, un gorro de lana. <<¿Qué rayos?>>. Estoy tan confundida, que espero que sea otro sueño; es muy retorcido si es la realidad, porque ¿cómo pude aparecer aquí de la nada? Es imposible... espero que lo sea, ya no creo que ese concepto quepa dentro de mi vocabulario.
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Editado: 14.01.2019