Lo admito, lo admito; mi cuerpo es demasiado pequeño para contener estos celos que crecen más y más. No hace falta que me lo afirme todo el mundo, al final de cuentas para mí consuelo o mí desgracia, me he dado cuenta sin ayuda de nadie. Al principio creí que era normal, cariño, pero me temo que estoy exagerando al punto de no querer escuchar explicaciones de nadie, ni siquiera de mí mismo cuando esto sucede. Qué horror. Realmente lamento haberte hecho pasar por esas escenas de celos que con frecuencia daba frente a tus conocidos, o tus amigos, que vergüenza… debí causar muchos problemas, ¿no es así? Ahora comprendo por qué te mostrabas enfadada conmigo. Vaya, yo debí ser la persona que debió ayudarte a calmar tu enojo en esas situaciones y no tú el mío. Sé que soy orgulloso con respecto al tema y lo lamento, de verdad lo lamento. No sabes cuán difícil es hacer una autocrítica de esto, ¿sabes?, Pero, por otra parte, me alegra haber reconocido esta parte tan mala de mí y no sé si debería decir que estoy orgulloso de ello. Quiero cambiar antes de seguir siendo un patán, y continuar dañando y ensuciando tu inocencia, al punto en que quieras abandonarme por mi falta de seguridad o quizá confianza.