Oh, cariño, cómo me hubiera alegrado decírtelo en el momento, pero qué más da, lo sabrás cuando sea necesario y ahora procederé a decirlo.
El día lunes una enamorada tuya te saludó con un beso en la mejilla y un abrazo. ¿Sabes qué pensé? Que ni siquiera ese cariñoso saludo les llegaba a los talones, a todos los besos que yo mismo te he plantado de imprevisto. El día martes un interesado más se acercó a ti para halagarte. ¿Sabes qué pensé? Que tus oídos son igual de tontos como tu forma de notar un coqueteo mío antes de que saliéramos.
El día miércoles te invitaron a salir por la noche. ¿Sabes qué pasó por mi cabeza? Que, si llegabas tarde a tu casa, era porque no habría más autobuses, o porque no pudiste notificarme que habías llegado a salvo porque la batería de tu móvil se acabó, o que quizá estabas lo suficientemente exhausta para levantar un dedo.
El día jueves desapareciste por una semana. No tuve el mismo temor que la primera vez, porque sé, que no me abandonarías porque me amas y yo te amo a ti como no tienes idea.
No quiero que pienses que tengo en mente dejarte ir, ¡porque no es así! Necesitas tu espacio como yo necesito el mío. Tienes que hacer amigos como yo también tengo que hacerlos