Embarazo Sorpresa.
A la tercera semana sin tener noticias de Alexandra, me siento cada vez más horrible. Cada vez en mi mente el orgullo va desapareciendo y sólo pienso en poder encontrarla, pero no me atrevo a buscarla. Siento que si la llego a ver seré golpeado hasta la muerte, y a pesar de que tengo muy buenos reflejos como para que alguien pueda derrotarme. Dejaría que ella me golpeara hasta el cansancio con tal y me deje hablarle de nuevo.
Las vacaciones son realmente aburridas, a decir verdad, son como las diez de la mañana y no tengo ni una miserable idea de que hacer el día de hoy. Bajo las escaleras rápidamente y llego a la cocina, donde se encuentra Marta, la madre de Clara, cocinando unas galletas de coco que siempre han sido mis favoritas.
── Buenos días. ──Saludo porque en el día de hoy, no me han visto. Sin importarme que ya casi será mediodía.
Beso la frente de Marta y le ofrezco una sonrisa ladeada a Clara, quien se enrojece y se atraganta. Murmura una disculpa seguido de desaparecer rápidamente.
── Sigue enamorada de ti, Dek. ──Musita divertida por la huida de su hija. Alzo mis cejas sorprendido, finalmente suelto una risita.
Quiero demasiado a Marta. Ella es la mejor figura materna que he tenido en mi vida, hasta me atrevería a decir que ella me ve como un hijo también, pero hay límites. Y su hija es uno de ellos.
── Ambos sabemos que yo soy el menos indicado para ella. ──Digo con un deje de amargura mientras me sirvo café── Parece que sólo sé cómo arruinarlo todo.
Después de decir lo último en susurro casi inaudible. Tomo una tostada y me siento en el mesón que queda en medio de la cocina, remojo la tostada y doy un mordisco. Me quedo mirando mi café sin leche, sin pensarlo mucho me levanto y saco algo de leche para calentarla.
── Siempre he pensado que vales oro, hijo. ──Escucho decir a Marta mientras revuelvo con una cuchara la leche en la olla── Es cierto que eres impulsivo, pero también un chico muy dulce.
── He lastimado mucho, Marta. No creo que eso sea dulce.
── Esa chica. ──Me tenso al reconocer que habla de Alexandra── La odio por haber lastimado a mi hija, pero la quiero por hacerte feliz. Lucha por ella.
Respiro hondo para no ponerme sentimental.
── No sé dónde está.
── Búscala. ──Aconseja. Cuando estoy a punto de apagar la leche, paso de fuego lento a máximo── Dek si sigues así, eso se va a...
El aroma a quemado la interrumpe.
Ignorando su mirada curiosa, agrego la leche quemada a mi café y vuelvo a sentarme para seguir comiendo. Al sentir en aquella bebida el sabor amargo, en lugar de asquearme, como normalmente hacía, me saca una pequeña sonrisa.
── ¿Mi hijo está sonriendo? ──Mi sonrisa se va de golpe── Vaya, quien diría que Derek tiene sentimientos. ──Suelta, sarcástico.
Pongo los ojos en blanco.
── Búscate una esposa, te falta un buen acostón. ──Mascullo, seguido de tomar más café.
Al sentir la risa de papá lo miro extrañado. Aun no termino de acostumbrarme que ese hombre, un profesional, exitoso investigador entre la policía y frio como el hielo, se haya vuelto más conversador y más agradable de estar con él. No quiero pensar en que lo llevo a ser más así.
── Nah, ya estoy viejo para eso. ──Dice divertido, mira de reojo a Marta, quien curiosamente tiene la espalda tensa── ¿Tu que dices, Marta? ¿Debo seguir los consejos de mi hijo, fracasado en el amor?
Aunque quiera verlo mal por su comentario que provoco un golpe en mis pulmones, llama más mi atención la sonrisa tensa que le dedica Marta a mi padre.
¿De qué diablos me perdí?
── Es su decisión, señor. ──Sonríe sin separar los labios.
Veo a detalle cómo sale de la cocina sin decir algún con permiso como suele decir, es realmente extraño que salga de aquella forma, como si estuviera huyendo. Lo que más me impacta es la mirada de anhelación que le dedica mi padre, una vez Marta desaparece por completo y no escuchamos sus pasos, los hombros de mi padre se hunden.
── Te estás tirando a Marta. ──Suelto sin pensar.
Suelto una carcajada, disfrutando de la expresión horrorizada de mi papá.
── Siempre se me olvida lo observador que eres. ──Masculla entre dientes, su rostro sonrojado me da gracia── Pero no, no me la estoy tirando como dices.
── ¿Por qué no?
Algo inesperado pasa, la expresión de papa se torna triste y hasta puedo creer que melancólica. Es la primera vez que lo veo de esta forma.
── Ya pasó mi tiempo de enamorarme y tener un matrimonio agradable. ──Dice con acidez, donde se puede percibir claramente que el matrimonio con mi madre lo dejó bastante marcado── Además, desde que Marta notó mi atracción hacia ella, huye como un conejillo asustado cada vez que me ve.
Vaya, eso no lo esperaba.
── Marta no es como mamá.
Hasta llamar a esa mujer de esa forma mi boca se vuelve amarga.
── Estoy consciente de eso, pero ella no quiere estar conmigo. ──Me sonríe con tristeza.
¿Será que los Foster son fracasados en el amor?
Papá huyó de la cocina para que no pudiera seguir haciéndole preguntas sobre Marta. No me parece que sea algo incorrecto que mi padre tenga algo con ella, es una buena mujer amorosa y hogareña, tal vez lo que le hace falta a mi papá para olvidar su anterior matrimonio. Pero según parece, él no hará ningún movimiento para acercarse a Marta o arriesgarse. No puedo obligarlo a que lo haga.
Por lo menos ya sé que puedo mencionar cuando me ataque sobre el asunto de Alexandra.
Ya más tarde, subo a mi camioneta sin destino alguno, sólo me encuentro sentado como idiota sin saber que hacer. Me relajo en mi asiento apoyando mis manos en el volante, echo mi cabeza hacia atrás para cerrar los ojos y respirar hondo.
Estuve a punto de ir al estudio de Alexandra para ver si la encontraba por allí, digo a punto porque se me ocurrió ir, no lo había decidido. Pero al estar con la mente distraída sin querer ya estaba manejando hacia el estudio, al darme cuenta maldije y giré repentinamente recibiendo insultos de los demás conductores.