Antifaz Endeble (saga Disfraz #2)

Capítulo IV

Posiciones Cambiadas

Ya a la quinta semana sin saber nada de Alexandra, me estaba volviendo loco. Perdí todo mi orgullo y dignidad llamándola y enviándole mensajes como un desquiciado, sólo pensaba en lo mucho que quería escuchar su voz, con el conocimiento de que, si llegaba a contestarme, me insultaría por cinco horas sin interrupción.

Fueron incómodas las comidas en mi casa, sino soportaba las miradas asesinas de Clara, soportaba las miradas de decepción de su madre hacia mi persona. Por último, se encontraban las miradas cargadas de deseo de mi padre a Marta, y en eso no puedo pensarlo sin que me den nauseas.

La única opción que me quedaba era registrar hasta el último rincón de la casa del niño bonito para saber de Alexandra, claro que eso iba a provocar peleas entre nosotros.

Suspiro recordando que la pelea es hoy.

Estuve yendo a mis lecciones con Juan, sirvió mucho para mantenerme concentrado en el presente y no en las cosas del pasado. Sólo en las prácticas de boxeo puedo encontrar el mismo punto de satisfacción de hacer algo que me gusta, la misma satisfacción que siento al pintar. La pintura es algo que siempre quise experimentar, siempre lograba hacer cursos a espaldas de mi padre. Trajo como consecuencia mis mejores momentos con Alexandra.

Pero al mismo tiempo los peores, que me recuerdan la traición que me hizo.

No sé si la encuentre o logre dar con ella, pero mi único consuelo es que, dentro de una semana, las clases en la universidad empiezan nuevamente. Si no puedo dar con ella, estoy seguro que la veré allí. Pero mientras, a casa de Ryan.

Acelero nuevamente cuando el semáforo cambia a verde y cruzo a la derecha, avanzo unas calles más para llegar finalmente a la casa del niño bonito. Me estaciono y me bajo antes de arrepentirme, camino con mis manos en los bolsillos hasta la puerta principal, tomo una profunda respiración antes de tocar la puerta.

Escucho la voz del niño bonito pidiendo que espere, unos minutos después y abre la puerta, su ceño se frunce al reconocerme.

── ¿Esperabas a alguien más, niño bonito? ──Pregunto, sarcástico.

Me mira con molestia.

── De hecho, sí. Si me disculpas...

Antes de que me deje afuera entro rápidamente y me introduzco en su casa escuchando como me grita que me vaya, no le hago caso y sigo con mi objetivo. Por lo que puedo ver no hay nadie en este momento, y a pesar de no conocer su casa la recorro fácilmente a paso rápido sintiendo a Ryan detrás de mi tratando de detenerme. Me detengo por completo al ver una especie de estudio con un saco de boxeo en una esquina.

Antes de que pueda voltear, siento a Ryan tomarme de la camisa y golpearme con la pared.

── Suéltame, niño bonito.

── Te vas de mi casa en este instante.

Lo empujo con fuerza logrando obtener distancia entre ambos, tal vez debería irme porque es obvio que aquí no está Alexandra. Sé que el niño no esconde nada, simplemente no soy bien recibido.

── ¿Practicas? ──Pregunto, ajeno a su molestia que causa mi presencia. Esa pregunta parece calmarlo, me suelta y empiezo a caminar hacia el saco que se encuentra listo de usar.

Ryan suspira en señal de rendición.

── No.

Lo miro confundido.

── Si no lo usas, ¿por qué lo tienes? ──Mi pregunta hace que me sonría con tristeza.

── La dueña no está aquí para usarlo. ──Me tenso al comprender que habla de Alexandra── Nada se compara al ver usándolo, no me refiero a que se veía sexy. ──Aclara al ver mi ceja levantada── Me refiero a que, antes de la pintura, golpear el saco la ayudaba a despejar su mente.

Sonrío en dirección al saco, nunca dejas de sorprenderme, Querubín.

── Tiene sentido, golpea muy fuerte. ──Digo en voz baja, recordando las dos bofetadas que deje que me diera aquella vez.

── No.

Lo miro confundido.

── No, ¿qué?

── No sonrías de esa forma, como si la quisieras. ──No respondo, por lo que sigue── No puedes quererla, ¿acaso viste como se fue de tu casa? ¿Cómo cayó al suelo derrotada? No, no lo hiciste, sólo puedo comparar ese momento en que la vi, con el día que la conocí.

── ¿Cuándo la conociste? Asiente── ¿Qué pasó...

Me detiene alzando una mano.

── No te corresponde saber aquello, si no está aquí. Respetare su privacidad.

── No está en el país, ¿verdad? ──Se encoge de hombros── Sé que lo sabes.

── Qué más da. Se fue, la perdí por tu culpa.

El ambiente entre nosotros se torna tenso, como de costumbre. Entre nosotros siempre fue así, un silencio tan incomodo que es imposible ignorarlo y fingir que no está ahí. Para mí, fue obvio desde el primer momento que sentía algo por Alexandra, lo veía en su mirada y en aquella forma de tratarla. Era frustrante para mí la idea de que Alexandra comparara mi forma de ser con la de Ryan, donde obviamente, Ryan era mejor en todo.

── Ella me engañó, niño bonito.

Ryan suspira con cansancio y cierra los ojos, cuando vuelve abrirlos, se ve furioso.

── Esta es otra prueba que debes estar lejos de Alexandra, eres un imbécil. Dice, con tono duro── Estas tan ciego que no te das cuenta, y me desespera tanto escucharte hablar de esa manera que por primera vez hablare como ella. Si eres feliz creyendo eso, adelante. No la conoces lo suficiente para distinguir la verdad entre las mentiras, está mejor así, con ella lejos de ti.

Aguanto el dolor en mi pecho que causa lo malo que fui con ella, pero, ¿Cómo puedo creer en lo que él me dice? Siempre he creído que las mujeres son mentirosas, que usan sus encantos para obtener lo que quieren. Ahora no estoy tan seguro.

Ryan me mira con molestia.

── Vete. ── Esta vez, sí hice caso y me fui sin decir más.

***

Mis planes se fueron a la mierda cuando empezó a llover, no podía seguir a Alexandra con facilidad desde la camioneta debido a que la lluvia me lo ponía difícil, el parabrisas no ayudaba mucho. Apenas y pude distinguir que llegamos a ese almacén, me molesto un poco que ella no hizo ni el más mínimo movimiento para cubrirse un poco con la lluvia, con este frio se puede enfermar.




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