Otra oportunidad
Camilo
Observo a mi hijo subir a su habitación sin decir alguna palabra, no me sorprende, con todas las cosas de las que se ha enterado hoy, era de esperarse que él esté perdido en sus pensamientos. Sintiéndome igual que Derek, me siento con cansancio en el sillón en la sala de estar. Veo la hora, son las ocho de la noche, hoy ha sido un día largo e interminable, cierro mis ojos, echando mi cabeza hacia atrás en busca de relajarme y aclarar mi mente.
Mientras más intento no pensar en Marta, más pienso en ella. Gruño con frustración.
── ¿Quisieras salir con...?
Ni siquiera me dejo terminar mi pregunta.
── No, tengo mucho que hacer. ──Responde sin siquiera mirarme o dedicarme una sonrisa amable, está tan concentrada en lo que hace, cuando menos lo espero se voltea hacia mí── Si me disculpa, señor, debo lavar la ropa. Para eso estoy aquí.
Suspiro alejando aquella conversación que me molesta, ella siempre busca algún pretexto, algún comentario sutil para decirme con gentileza que ella no está interesada en mí de esa forma.
En su defensa, ¿Quién lo estaría? He sido un desastre de padre y eso no es algo que tenga a mi favor, ni siquiera puedo ayudar a Derek en su vida personal. Recuerdo aquel momento en él que lo presioné para que terminara con Alexandra, la culpa se hace presente y me consume. Si alguien me dice que la falta de interés de Marta en mí, se debe a eso, lo aceptaré sin decir alguna otra palabra.
Tal vez la he estado presionando demasiado, así pasó con Mia, la presione tanto para tener un hijo cuando ella claramente no quería, tal vez lo mejor sea distanciarme. Lo menos que quiero es que Marta, su hija y Derek se sientan incómodos por mi culpa. Abro los ojos y comienzo a aflojar mi corbata para finalmente quitármela y dejarla colgada en mi cuello.
Debido a los acontecimientos de los últimos días, tengo trabajo atrasado que debo atender, y por mas cansado que me encuentre ahora, debo hacerlo. Al igual que debo organizar un grupo para que siga y vigile a Derek, no permiteré que algo le suceda, así se moleste conmigo por mis medidas.
Ahora que lo pienso, hace mucho tiempo, gracias a Mia supimos que los padres de Alex están en Andorra, no hay necesidad de ir a Chile, ¿no?
Mejor se lo preguntaré mañana, de seguro tiene una ensalada de información en su mente que procesar.
Me levanto y me encamino a las escaleras, subiéndolas con tanta lentitud que hasta mi me sorprende, parece que pasa una eternidad hasta que finalmente llego a mi oficina. Cuando tomo el pomo de la puerta escucho su voz, que es suficiente para hacer que mi cuerpo se sienta con vida, normalmente le lanzaría indirectas directas de lo que siento por ella, pero ya no le veo sentido hacerlo.
Después de todo, ella me lo ha dejado claro. No soy tan joven como Derek para insistir como un desquiciado.
Bueno, estoy viejo, suplicar es mi única opción.
── ¿Trabajará a esta hora? ──Aprieto mis labios, sólo me limito a asentir. Aquel simple gesto la toma por sorpresa, puedo verlo en su rostro. Supongo que está acostumbrada a que siempre le hable con sonrisas── Es muy tarde, señor. Usted y su hijo después de tantas cosas deberían descansar. Mañana temprano puede ponerse al día con su trabajo.
Ignoro cómo mi corazón se acelera ante su preocupación por mi, debo ser firme y dejar de hacer el ridículo.
── No se preocupe, Sra. Marta, estaré bien.
Ignoro su expresión al tratarla de usted y me adentro en mi oficina cerrando con seguro. Me quedo un momento recostado en la puerta tratando de ignorar esa molestia al haber sido tan seco con ella, haciendo caso omiso a lo que le afirmé a Derek que haría, que sería sincero y se lo diría sin más rodeos.
Pero, ¿cómo hacer eso cuando ella me ha dejado claro que no siente lo mismo que yo? Prefiero ahorrarme un poco de dolor e incomodidad.
Sacudo mi cabeza, me siento como un estúpido con crisis de mediana edad.
Despejando mi mente me encamino a mi escritorio, me siento y reacomodo mi silla en busca de más comodidad. Tomo la pila de archivos y papeleo que debo hacer. Volteo un poco a mis espaldas para encender la cafetera, nunca había tenido una decisión tan buena como tener esta cafetera a mi alcance en esta oficina.
Nadie puede culparme, ser investigador privado es algo complicado, debes tener tu mente activa y fresca para entender mejor las cosas, seguido de seguir pistas en base hasta en los más pequeños detalles que no se puedan ver con facilidad. Y sí, tal vez debería descansar en lugar de trabajar de este modo, pero trabajar para mí, a diferencia de otros, me distrae y llega un momento en el que olvido todo.
Ya listo el café, me sirvo un poco en mi taza y tomo directamente sin molestarme en agregar un poco de azúcar.
Comienzo a adelantar lo más posible mi trabajo enciendo la portátil a mi izquierda y hago anotaciones en mi libreta, leo con atención los archivos mientras tomo café. No tengo que esforzarme en mantener mi mente concentrada en el trabajo, en cuestión de segundos me dejo absorber en lo que tengo que hacer, olvidándome de todo y de mis preocupaciones.
No sé cuánto tiempo pasa, pero en cuanto estoy escribiendo mi avance en la portátil me sobresalta el sonido de la puerta, veo los archivos y veo que he avanzado bastante en poco tiempo. Pero veo la hora y casi escupo el café.
Es la una de la madrugada, excelente.
El sonido de la puerta siendo tocada nuevamente me trae al presente, me levanto pensando en que quizá es Derek que no puede dormir o algo, pero de inmediato me digo que no puede ser, porque, el nunca acude a mi cuando algo le molesta. Abro la puerta peinando un poco mi cabello y me paralizo de la sorpresa de ver a Marta con una bandeja que contiene arroz, frijoles y carne asada.