Nueva Felicidad
Lo primero que hago al escuchar risitas proviniendo de la cocina, es fruncir el ceño. No digo que no sea algo normal reír de vez en cuando, no somos robots ni nada por el estilo, me refiero al tipo de risa que es. La reconozco. Así se reía Jess por cada chiste tonto del niño bonito, era algo realmente cómico de ver.
Ojeo la zona asomando un poco mi cabeza para observar de quien se trata.
Vaya.
Es mi papá viendo con adoración a Marta, ella está acorralada contra uno de los mesones de la cocina, visiblemente sonrojada, y papá la tiene atrapada con sus brazos sosteniéndose del mesón de la cocina de ambos lados del cuerpo de ella. Dejando por un momento las bromas de lados, me permito observar el rostro de mi papá. Nunca había visto esa expresión de felicidad en su rostro, claro que lo había visto sonreír, pero este tipo de mirada.
Es una mirada completa de adoración.
Me alegra saber que por fin mi papá fue valiente y le dijo sus sentimientos, me encantaría que me dijera algunos detalles, pero sé que aquello será imposible ya que mi papá es muy reservado. Sólo espero que su confesión haya sido mejor que la mía, espero que Marta no lo haya hecho sentir mal con sus palabras o con acciones.
¿Estoy feliz por eso? Claro que sí, ¿dejaré pasar esta oportunidad para burlarme de ellos hasta la muerte? Claro que no.
Entró animadamente pisando con fuerza para anunciar mi llegada, pero ellos están tan inmersos en su conversación que no me notan.
── ¡Buenos días, tortolos! ──Ellos se separan de un salto, y me miran con clara vergüenza── Vaya, amanecimos románticos. ¿En qué momento se dieron cuenta de los sentimientos del otro? Ya era hora, uff. Por lo menos ya no puedo sentir toda esa tensión sexual que había entre ustedes desde hace semanas.
Como si fuera posible, Marta se sonrojar aún más. Antes de que mi papá pueda recriminarme o algo, entra Clara en la cocina, quien es evidente que estaba al tanto de la escena, su sonrisa traviesa lo demuestra.
── Las cosas como son, mamá. ──Dice Clara, evitando enfocar su mirada en mí. Aún me odia.
Fue un momento de bromas y risas, fue relajante ver a mi papá más feliz que antes, al igual que Marta. No sé por qué me tardé tanto en darme cuenta de que esos dos sentían algo, si no fuera porque mi papá me lo dio a entender, nunca lo habría adivinado, me culpo a mí mismo por estar pensando únicamente en mis problemas. Me siento egoísta.
A pesar de ser un momento agradable, puedo notar una que otra mirada que me da Clara, poniéndome incómodo. Sé que me odia por lo que pasó, podría tratar de hablarle, pero ¿de qué? Puede que haya manejado mi mal carácter, pero sigo siendo torpe con las palabras, o eso me dice Jess.
Incapaz de poder soportar más su mirada, termino mi desayuno y lo lavo a pesar de las quejas y protestas de Marta.
── Estaré en mi habitación. ──Notifico y mi papá asiente, me da una mirada que comprendo al instante. Quiere hablar conmigo.
Al sólo llegar me siento más relajado que hace un momento, no había notado mi falta de experiencias con mujeres hasta no hace mucho. Digo si, se coquetear y puedo hacer que caigan ante mí en menos de un segundo. Pero, ¿entenderlas? Eso me parece algo completamente imposible de lograr, se la pasan diciendo indirectas y dando señales que los hombres por más inteligentes que seamos no entendemos en absoluto.
¿Por qué demonios son tan complicadas? ¿Por qué no simplemente dicen lo que quieren?
Sí, más de una lo ha hecho, incluida Clara, sin embargo, sigo sin entenderla.
¿Entonces para que me estoy quejando? Seré idiota.
Escucho un par de golpes suaves en la puerta y me extraño. Pensé que tendría que esperar una hora a mi papá teniendo en cuenta de que estaba con Marta, supongo que ella lo jaló de las orejas para que la dejara trabajar. Lo veo razonable.
Suspiro y me levanto, me encamino hacia la puerta y al abrirla. Mi sorpresa y confusión crecen a la par. Es Clara, sólo que se ve extraña, se ve nerviosa y su rostro está completamente ruborizado. Sus ojos se encuentran con los míos, cansado de tanto misterio y silencio, abro mi boca para hablar, pero ella al notarlo me interrumpe.
── Han pasado tres años desde aquella tarde, debemos hablar. ──Eso no me lo esperaba, me hago a un lado y ella pasa sin dudarlo.
Supongo que ahora es mi momento para disculparme, ¿no?
── Oye, Clara. ──Ella se tensa, sigue dándome la espalda── Me disculpo por haber sido tan insensible contigo, claramente no eres culpable de mis problemas o caos mentales que tenga. Debí haber encontrado una forma más amable de decírtelo. Lo siento.
Casi puedo sentir el tick tack, del reloj de la sala principal debido al silencio a continuación. Ella no se mueve ni se voltea, y cuando finalmente lo hace, veo la sorpresa clara en su rostro.
Sé que soy un idiota, pero ¿es tan imposible creer que me estoy disculpando?
Casi puedo escuchar la voz de Alexandra diciendo que sí a mi pregunta.
── Disculpas aceptadas. ──Musita en voz baja── Pero... ──Se detiene.
── Pero... ──La aliento a seguir.
De un segundo a otro, veo como sus nervios se van y se endereza en su sitio, mostrando firmeza y valor. Se acerca un paso, yo sólo la miro expectante a lo que dirá.
── Ya han pasado tres años. ──Repite── Ella no te ha buscado ni llamado, no sigas esperándola. Estás aquí perdiendo tu tiempo en una tonta que no merece ni siquiera tu amor, yo estoy aquí, ahora, no como ella que sólo está en tu pasado y recuerdos. Sólo tienes que abrir los ojos y seguir con tu vida. Tal vez la amaste en algún momento, pero sólo te sientes culpable por lo que pasó.
Me quedo tan quieto como una estatua al escucharla, me quedo mirando cómo se acerca y sin pena alguna coloca sus manos en mi pecho. Sigue hablando.
── No somos niños, somos adultos. No tiene que ser una relación formal si no lo deseas.