Antología Básnich Primera edición (2019-2022)

23. Mariposas en los labios

He lapidado vuestras piedras preciosas,
como Salzillo te hice escultura con mis manos.
Destilas el néctar de hermosura,
mis ojos ciegos te contemplan, y te hablan.

Sobre ti tallé el más hermoso deseo,
con felonía libidinosa de un beso incorregible,
en tu mina de larimar dos zarcillos te hice.

He clavado la flecha sobre vuestro valles con flagelo,
y vuestras inocencia pura he dilapidado,
como mercader que compra todos tus pecados
me hice Adán, por ti salí del Edén.

Recibí alquilado el polen de su piel
y labré con mis labios tus idilios
y cual anillo rutilante te forjé:
lentamente, raudo, salvaje y suave;
sobre este dedo solitario y su avidez.

He escurrido como agua entre tus piernas,
entre intersticios de rocas vapulea mi lengua,
tras el herido horizonte de sus labios felices,
con osadía de mi boca que te roza una y otra vez.

Despierto con mis ojos a su diestra,
en su cuerpo escurrido, desparramado...

Caigo como agua de una cascada sobre un nido
para morir soñando en el catarsis de su oasis,
al verla undívaga en mi lecho, exenta de aquellas plumas,
despojada hasta del silencio que murmura,
mostrando con desfachatez el brote de aquellos frescos senos,
y un poco más abajo palpita la gloria de su desnudez.

Como grávida de nadie; su torso de seda me llama,
bajo un timbre desesperado, loco y delirante.
Respondo al recóndito llamado, con erupción perversa
y la dureza de un diamante.

He camuflado en vuestra somnolencia,
para despertarle con un beso imposible,
que malicioso tus deseos esgrimen,
desde las vísceras, metal, fuego, plasma, acero
y las mariposas que salen por primera vez de tus bocas.

Juango Rincón

 




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