Antologia de cuentos del Druida Simarius Threll

La dama y el dragon

Estoy pensando aquí, cerca del pueblo voy avanzando pisada a pisada y no paro de pensar en aquello que me hizo mal, eh estado peleando contra tres o más motivos al mismo tiempo, es decir no quiero que entren en mi mente, esto no te  ha de interesar pero sabes que necesito ayuda; no te cuento porque solo son problemas; caminando iba cuando me encontré a Priscila, alegremente escondiendo mis penas le dije;

-Como has estado- a

lo que ella contesto

-Estoy bien estoy de maravilla has de saber que no tengo mucho de estar aquí pero has de saber también  que he venido por algo que necesito-.

Ella con una belleza radiante, una hermosa sonrisa que le iluminaba el rostro y sin pensar en nada más que en su alegría.

Era la más hermosa de los alrededores, eh de decirte que era una muchacha humilde casi como la Cenicienta pues ella tenía un ángel en todo su cuerpo, es decir ella irradiaba dulzura, una vanidad con agrado excelente, ella era indescriptiblemente hermosa.

–Que necesitas Priscilla-

Pregunte; ahora sabes lo que pasaba por mi mente en ese entonces, pues si, gracias a mi carácter supe controlar mi nerviosismo, ella me ha explicado todo, me ha dicho que venía a por un guerrero, pues había un dragón muy furioso, un dragón verde, ya habrás oído hablar de él, era muy hermoso, lo que tenia de bello es decir atractivo a la vista, lo tenia de fiero; pues has de imaginarte cuan hermoso y fiero era, era de esos dragones que escupían fuego de la nada, era un símbolo de la ira metafóricamente hablando, este dragón salía cada mes a atacar gente, robaba los rebaños, asustaba, raptaba y jugaba en el aire con las cosas, nada más que por diversión. Había momentos en los que la gente llegaba a molestarlo a su montaña, la gente llegaba a molestarlos sin querer, al salir salía todo iracundo, irascible, él no lo quería pero lo hacía, era parte de su carácter es decir, tanta energía acumulada dentro el lo hacía actuar de esa manera, eh de hablarte un poco de la ira, se dice que algunos trastornos psicológicos se deben a la mala administración de la energía en un cuerpo, en el cuerpo vital, en los recuerdos, en el alma, eh de mencionarte que también existen otros problemas pero a causa del cansancio de la caminata no os lo contare, no será sino hasta la próxima.

 

Esta era Priscilla la hermosa muchacha que os he contado, nos fuimos caminando por donde estaba la asentadera y tomamos un pequeño descanso bajo el calor de nuestro pueblo Toré; queda a unos tres días y medio del bosque encantado. Pasamos cada quien en su casa alistamos las cosas necesarias para partir, no has de creer que yo era el guerrero, has de saber que se quiso escoger un guerrero que se adaptase a los ataques del dragón, pasaron muchos por nuestras mentes; vimos en nuestras cabezas, paladines, arqueros, lanceros, ballesteros, magos, druidas, resulta que habían muchos pero contados; de los que te acabo de mencionar. Solo existía uno por cada título un maestro quien se encargaba de enseñar. 

De curioso me fui con ella, fuimos hasta donde quien estaba disponible, era un bar, allí estaba aquel ser contento, bebiendo y comiendo, el se encontraba ebrio, en una de esas caminando nos lo encontramos  balanceándose de un lado a otro.

 

-!Como estáis vosotros!-

pregunto él con la voz trémula por los mareos que le causaba el alcohol, ya infestado su cuerpo, por el cansancio se calló dormido !jaja! y el alcohol le gano la voluntad. Le ayudamos y le llevamos hasta el Inn,  ´´Por el sueño se cae no vencido pero si rendido´´.

 

Pagamos la cuenta y pues volvimos a la mañana siguiente. El guerrero ya no estaba, le preguntamos al dueño de la posada y nos dijo que había partido hace ya algunas horas muy temprano desde la mañana, preguntamos si había dejado algún mensaje pero el solo se habia ido, típico de los guerreros y los héroes el engreimiento, ja!... Coincidimos en el pensamiento, está bien nos despedimos y salimos en su búsqueda.

Estaba sentado comiendo pan y dando de comer a los pajaritos, unos bien bonitos de esos pajaritos bien hermosos de varios colores, negro con naranja y algún poquillo de rojo  eran aves medianas de distintos tipos.

 

Nos acercamos a él y le preguntamos

-oiga como esta-,

-Pues estoy mejor que ayer-,

a lo que se levanto y rego un poco mas de comida y lo demás se lo dio a un chiquillo que estaba por allí, le dio al chiquillo una buena cantidad de denarios, entre ellos había monedas de oro, el chiquillo fue corriendo donde su mamá y le entrego, resulta que la madre del chiquillo necesitaba dinero para muchas cosas, resulta que ella era justa y repartió entre las familias más pobres según su necesidad, he de decirte que la cantidad que el guerrero le había entregado al chiquillo era suficiente para mantener a todas las familias durante tres inviernos, el guerrero había observado el movimiento de las personas, encantado con la humildad de la mirada y el actuar de la madre del joven, no mostro su compasión si no una generosidad, ‘‘típica de quien tiene dinero’’, seguido esto preguntaron al guerrero si los acompañaría hasta la montaña de aquel dragón, se le pagaría una buena suma todo sea por el pueblo, Toré;



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En el texto hay: fantasia, relatos breves

Editado: 30.06.2019

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