Antología juvenil

Capítulo 1 Primer encuentro

Enero de 2019

 

Emily

 

Hoy era el día, salí de la cama, me bañé con premura para ir a mi cita con la peluquería. Desde nuestra llegada a Nueva York hace unos tres meses le he pedido a mi madre para que me permitiera cambiar mi color de cabello castaño claro por un tono rosadito y dijo de manera textual que a mis dieciséis años podía hacerlo, ahora no tenía más excusas.

Al salir de la ducha, fui directo al closet para ponerme una sudadera, tenía práctica de patinaje y luego antes del mediodía la cita con el peluquero. Me vestí, el celular sonó y era mi padre.

—Buenos días, papá.

Era un hombre amoroso, y cuando sea mayor al momento de buscar un esposo, deberá ser como mi padre. Adoro el modo en como ama a mamá.

—Buenos días, mi pedacito de cielo. ¿Cómo amanece la princesa de papá a sus dieciséis añitos de vida?

—Muy contenta y más cerca de ser mayor de edad.

—No te irás de mi casa nunca —sonreí—. Estaré de regreso en la tarde, celebraremos tu cumpleaños a mi regreso, mamá tiene todo listo.

—Por favor ven, los mellizos están insoportable.

Eran mis primos, pero hace dos años quedaron huérfanos y mi madre quien era la madrina le insistió a papá para hacerse responsable de ellos, dado que era hija única. No era que fuéramos ricos, sin embargo, darles un hogar si podían hacerlo. Desde entonces son mis hermanos más que primos. Eso sí, cada año debemos viajar a Colombia a visitar los abuelos paternos quienes viven en Medellín en donde me divierto desde que tengo uso de razón.

A mi habitación ingresó mi madre con un pequeño pastel y los mellizos de catorce años, ahora estaban más grandes que yo.

—¡Feliz cumpleaños!

Fui abordada por varios osos aplastadores, quienes me llenaron de abrazos y besos.    

—Tengo en la línea a papá.

Mamá me quitó el celular y mis hermanos siguieron abrazándome. Me pueden sacar de quicio veintitrés horas al día, pero con una sola muestra de afecto de su parte los perdono al instante.

—Vamos a desayunar, ustedes dos deben ir a la escuela a realizar ese taller de gramática y Emily tiene práctica de patinaje.

—Mamá a las diez tengo la cita con la peluquería.

—¿Sigues con del tema de cambiarte el color de cabello?

—Quiero tenerlo diferente.

—Pero es rosado.

—Es moda mamá. Así cuando esté en las competencias de patinaje me identificarás al instante. ¡¿Por dónde va mi hija?! —señalé de modo imaginario—. Esa rosadita que va como cometa sin freno.

Los tres se echaron a reír. Eso me habían dicho los mellos que dijera. Mi hermosa madre suspiró y aceptó.

   

 

 

Iskander

 

Un año más de vida, al menos ya me falta un año para ser mayor de edad. Me encontraba arreglado para enfrentar los temas a los que debo tratar hoy con mi padre por deseos impuestos en el testamento de los abuelos. Ya no veo la hora de tener la edad para largarme de la casa. Aunque solo sean intensiones. Con ver a mamá, hecho para atrás los impulsos de tirarle en la cara las empresas de mi progenitor.  

—¡Serkan! —cerré los ojos, esto era un perfecto ¡Feliz cumpleaños! —¡Tenemos que hablar!

—¡No me molestes ahora!

¿No llegó a dormir y tiene el descaro de decirle a su esposa que no lo moleste? Jamás me casaré, pero si llega a pasar, no seré como él. A mi habitación ingresó mi hermanita de ocho años.

—Iskander… —Su voz estaba triste. Tenía una bolsa de regalo.

—Ven y entrégame ese regalo.

—Siguen peleando.

—Son temas de adultos.

Mi gordita hermanita ocultó sus ganas de llorar ante los problemas de nuestros padres y me sonrió muy lindo mostrándome sus cachetes inflados.

—¡Feliz cumpleaños, hermanito lindo!

La abracé, ella y mi madre eran las razones por las cuales aguanto. En un año tendré parte de las empresas y una vez tenga ese poder ajustaré cuentas con ese señor. Saqué el regalo y era un reloj de… Batman…

» ¿Te gusta?

—¡Me encanta!

¿Cómo le digo que ya crecí?, sus ojos brillaron, se me partiría el corazón hacerle daño. Prefiero soportar la burla de las personas, pero jamás ser causante de una tristeza al corazón de mi hermanita… no después de la perdida de Deniz.

Por eso con orgullo me quité el elegante y ejecutivo reloj que me había puesto para ir a la empresa y me puse el de mi regalo de cumpleaños.

—Te luce.

—¿Me luce?

—Con mis ahorros te lo compré y es negro, tú siempre vistes de negro y siempre me ayudas.

Puedo ser un rebelde para el mundo, un chico problema, sin embargo, solo me importa la opinión de mi madre y hermana. Nada más ante ellas me muestro como soy. Con eso me basta.



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En el texto hay: amor romance amigos

Editado: 12.06.2022

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