Antología juvenil

Capítulo 4 Comenzando a conocerte

 

Iskander

 

Miraba el celular, ya pasaron once días desde que peli rosada había llegado a la casa de los abuelos. En aquel momento, antes de retirarse después de la cena, le pedí su número de celular para concretar las citas. Únicamente le marqué para confirmar que si era su número verdadero. Algunas chicas suelen ser un tanto quisquillosa y ella parece ser una de esas.  

—Joven Iskander, ¿otra vez sonriendo solo? — últimamente me pasa cada que pienso en la peli rosada—. ¿Ya desea desayunar? Le hice arepa asada con mucha mantequilla y huevitos revueltos con tomatico y cebollita como le gustan.

Me gusta mucho el acento de los paisas, hablan mucho en diminutivo, no he podido imitarlos. Yo tengo marcado las palabras de modo firme como era costumbre en los santandereanos. Y a la rosada peligrosa se le marca mucho el acento costeño.

—¡Ea Ave María! Por supuesto, pues hombre.

Luz Dary, la señora de confianza desde que mis abuelos se radicaron en Medellín, ya hace unos seis años soltó la carcajada ante mi mala imitación de su acento.

—¡Mirá pues!, tendrá que quedarse varios años para que nos imite.

—Me gusta escucharlos. ¿Erza ya desayunó?

—Lo hizo con su abuela.

—Gracias, Luz Dary.

Después del delicioso desayuno con chocolate y queso adicional, me bañé. Llamé a mi madre por una videollamada.

—Hola, mi amor.

—Madre. ¿Hoy es la segunda audiencia?

—Sí.

—¿Cómo va todo?

—Iskander, disfruta las vacaciones. Papá ha sido un gran apoyo en temas legales, si tu padre no acepta mis condiciones lo amenazaré con mostrar todas esas infidelidades con las empleadas domésticas. Quédate tranquilo. Solo pido lo justo por los veinte años de casados, y la custodia de mis hijos.

Eso me llenaba de alegría, que mamá peleara por nosotros. Nos quedamos en silencio por un rato.

» Cuida que Azra no coma tanto.

—Se encuentra con la abuela, y ya la conoces.

—Mamá a toda hora ofrece comida.

—Tú lo dijiste…

—¿Qué pasa hijo?

—Mamá… sabías que la chica que me ha estado golpeando es nieta de los mejores amigos de los abuelos acá en Medellín.

—¿En serio?

—Sí. Y hoy la voy a invitar a salir. —alzó una de sus cejas—. No pienses más de la cuenta. Es que la vez que me reventó la cabeza ella corría porque su madre estaba mal en la clínica y la señora murió. Además, ella va a pagar los gastos de la salida. Es lo mínimo que puede hacer.

—Iskander. ¿Qué te he enseñado?

—No es una cita mamá. Voy a llevarme a Esferita para que ella no se sienta mal.

—¿Necesitas dinero?

Negué. Tenía suficiente en la cuenta, lo único que hace nuestro padre es darnos dinero.

—Sabes que tengo y no voy a gastar.

—Te he enseñado a ser un caballero, aunque solo lo practiques con tu abuela, tu hermana y madre.

—¿Eso es un reproché? —comenzó la cantaleta—. ¡Te das cuenta por qué no te cuento nada! —suspiró.

—Gracias, hijo por la confianza. Pero ella acaba de perder a su madre. Ponte en su lugar, ¿Cómo te sentirías si llegaras a perderme?

—¡No digas eso ni en bromas!

—¿Cómo te gustarían que te trataran en tal caso? No hay casualidades hijo. No te hablo para que tengas una relación amorosa, ¡Eres muy niño! Pero sí, una amistad sólida y esas se logran a tu edad y bajo circunstancias dolorosas. Cuando te lo propones eres encantador.     

—Te agradezco el consejo. Te amo mamá.

—Y yo a ti.

—¿Quieres hablar con Azra?

—Ya me llamó para mostrarme el desayuno que le hizo Luz Dary. Va a llegar más gordita. Que Dios me los bendiga.

—Igual mamá.

Una vez terminé la llamada me puse a pensar en la peli rosada, ese tono de cabello le queda muy bien, además sus ojos azules seguían opacos… Tomé el celular. Era tiempo de cobrar mis indemnizaciones.

 

 

Emily

 

Asaba las arepas con la abuela, no hace mucho llegó el abuelo con ese queso delicioso que se desmenuza sobre la arepa llena de mantequilla, para echarle el queso encina. Ellos son costeños y también me encanta la arepa con huevo, las carimañolas, las empanadas, los quibbes, los palitos de queso. Pero el desayuno típico de Antioquia era delicioso y más acompañado de un rico chocolate. Sonó mi celular, lo saqué del bolsillo de mi jean.

—Abue con mucha mantequilla. ¿Aló?

—¿Desayunas arepa paisa?

Alejé mi celular para mirar quién me marcaba y mi corazón se aceleró al ver el nombre de Iskander.



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En el texto hay: amor romance amigos

Editado: 12.06.2022

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