Antología juvenil

Epílogo

Agosto 2022, New Haven, Connecticut

 

 

Iskander

 

Ayer fue mi primera clase en la universidad de Yale. Tengo la oportunidad de estudiar leyes en la mejor de Estados Unidos. Así podre librarme de mi padre. Buscaré la manera legal para tomar lo que me pertenece y devolverle la tranquilidad y libertad a mi madre. Él cree que estoy calmado… Y no se imagina que seré su caballo de Troya.

No quise quedarme en el campus de la universidad. Sigo amando mi privacidad y de Turquía vine directo a New Haven, Connecticut.

Mi madre terminó de arreglar el apartamento donde voy a vivir. En unas horas tiene vuelo, volverá a tomar posesión de sus almacenes a nivel mundial, luego de estos años luchando con una fuerte depresión.

—Nada más falta hacer el mercado.

—Sí, no hay nada que comer.

Azra ya no estaba tan gordita, de hecho, por lo ocurrido hace un año ella está adelgazando y mamá luchando a vivir por nosotros.

—Estás a dieta.

—Por eso digo. No hay ni una lechuga.

—Yo voy a comprar lo que quiero comer. Ustedes tienen vuelo en unas tres horas.

—Estaremos al otro lado del país —dijo con nostalgia.

—Sí, pero lejos del señor Demir.

La estada matando el que no ha podido divorciarse, hasta que no sea un profesional. Y para más desgracia, así no se lo haya comprobado. Sé que fue el causante del accidente del novio que mi bella madre tuvo en Estambul. Por un mes permaneció el hombre en cuidados intensivo y posteriormente murió, eso era lo que la deprimió aún más. Cuando trata de salir adelante o emprender algo, se lo arruina y no era ella. Era mi padre.

Por eso mi estrategia cambió, desde que… —sonreí, el recuerdo de mi Peli Rosada hace… Fue una sorpresa encontrármela en ese hotel… ya tenemos más de un año y medio de no cruzarnos por casualidad—. Toqué mi mano derecha, aún llevo la pulsera que me regaló.  

—Iskander, ¿Te estás riendo?, ¡mamá!

—Deja de molestar a tu hermano. —Esferita comenzó a señalarme con el dedo.

—Se está acordando de Emily.

—Vamos, las llevaré al aeropuerto.

—Prometiste visitarnos en las vacaciones. —Le di un beso a mi bella madre.

—Mamá, llamarás todos los días. Te prometí pasar las Navidades y las vacaciones de verano en California.

—Será la mitad de las vacaciones.

—Sabes por qué lo hago.

—No estoy tan convencida de tu plan. Más bien vamos.

 

 

Emily

 

Terminé de arreglar mis pertenencias en el lado de mi habitación compartida con otra chica de un pueblo cerca a San Antonio, Texas. Eso me dijo ayer. De todas las universidades a las que envié mi solicitud, varias me aceptaron. Sin embargo, era consciente que una costosa no podría sostener. Por esa razón me incliné por una muy buena, con un alto nivel en mi carrera, deseo ser administradora de finanzas internaciones y me especializaré en auditorías internas.

—El color de tu cabello me gusta.

Comentó Lisa, la rubia con acento texano. De aspecto un poco ordinario, muy de campo. Aunque el color de sus ojos era de un verde esmeralda muy peculiar.

—Sí, a muchos les gusta.

Sentí un poco de nostalgia. Han pasado exactamente un año y siete meses de no toparme con Iskander. No sé si sigue en Estambul. En todo caso mis abuelos ya no viven en Medellín, por tema de orden con los mellizos se vinieron a vivir con nosotros. Aunque yo ya no vivo con ellos. Ayer se fue mi padre quien viajó conmigo para saber dónde dormiría. Puede pagarme un apartamento, sin embargo, no quiero que gaste más dinero, ni se endeude más de la hipoteca que ahora tiene al comprar la casa en California. Solo espero pueda encontrar una mujer que lo haga feliz. Papá se ha cerrado al amor.    

Por fin se animó a crear su propia empresa y necesitará todos los ahorros, por eso le pedí que me envié lo necesario para alimentarme hasta que consiga un trabajo. Lo único malo era que estaríamos en polos opuestos. Mi familia quedó California y yo me instalé en New Haven, Connecticut.

—Emily, ¿podemos realizar, las compras juntas?, así me siento en familia.

—Lisa, por mí no hay problema.

—No soy muy buena para interactuar, y para sentirme cómoda en un lugar, debo hacer que compartamos cosas importantes, la comida, por ejemplo. ¿Me comprendes? Además, con eso de la pandemia, es mejor seguir cuidándonos.

—Lo intento.

—Tu padre te compró un refrigerado, los míos una estufa, odio los calentados —miré a la nevera, solo había traído mis adornos… Los recuerdos de Iskander.

—Anda, arréglate, vamos a comprar alimentos.

—Pero antes vamos a conocer la ciudad.



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En el texto hay: amor romance amigos

Editado: 12.06.2022

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