Patricia era una profesora universitaria que disfrutaba de la vida. Era amable, cariñosa y todos sus alumnos la adoraban. Separada de su esposo desde hacía varios años, vivía sola en una modesta casa en los suburbios. Los vecinos solían saludarla cada vez que recorría el vecindario paseando a su perro, su vida era tranquila, pero solitaria, por eso aquel día cuando recibió la noticia de que su hijo volvería a casa y pasaría la fiesta de Halloween con ella, se había sentido sumamente feliz.
Hacía más de 10 años que su hijo Derek no vivía con ella y pocas veces podía verlo, por lo que no lograba controlar las ansias de volver a convivir con él. Los primeros días tras la llegada del joven, trascurrieron de manera normal, él parecía lucir mucho más tranquilo y calmado que la última vez que lo vio, ella se sentía orgullosa de todo lo que su hijo había logrado y por eso quería celebrar como nunca.
Pero aquel Halloween del 2014 no sería toda felicidad. El comportamiento de Derek con los vecinos no había sido nada amable en esos días que se había quedado con su madre, las personas lo veían como un sujeto extraño y muchos preferían alejarse, por eso aquella noche cuando lo vieron arrastrando un muñeco de un cuerpo decapitado con el que pretendía decorar el jardín, pusieron mala cara.
Algunos decían que lucía muy falso y de mal gusto, otros ni se molestaron en verlo, preferían pasar lo más lejos posible de ese hombre que no les inspiraba nada bueno. Derek estuvo durante horas en la entrada de la casa jugando futbol con una pelota que iba muy a juego con la temática de Halloween, una cabeza cercenada que aterraba a cada niño que pasaba cerca, sobre todo porque el joven buscaba asustarlos lanzándoselas encima.
El hijo de Patricia era molesto para los vecinos, quienes se sintieron acosados durante toda la noche, nadie cerca de él parecía poder disfrutar tranquilamente de las fiestas, por eso cuando decidió marcharse, todos se sintieron aliviados. Esperaban que no regresara en un largo tiempo, para poder divertirse con lo que quedaba de aquella noche de Halloween.
Todo lucía tranquilo en aquel lugar cuando la sorpresa más grande sucedió, un hombre que pasaba por el vecindario acompañando a sus hijos a pedir dulces, se encontró con aquel muñeco decapitado atravesado en la acera de la calle y queriendo ser un buen samaritano, decidió recogerlo y colocarlo en el jardín para que no siguiera entorpeciendo el paso de la gente, pero su corazón se paralizó y empezó a sudar frío cuando al intentar mover la terrorífica decoración, se dio cuenta de que realmente se trataba de un cadáver.
Con las manos temblorosas y la respiración agitada, sacó su teléfono del bolsillo y llamó rápidamente a la policía para avisarles de su horrible descubrimiento, en tan solo unos minutos los oficiales se encontraban en el lugar y no les tomó mucho descubrir que aquel cuerpo desmembrado era de la amable profesora Patricia Ward, quien había sido asesinada a manos de su propio hijo que luego de apuñalarla, decapitarla y jugar al futbol con su cabeza, había desaparecido.
Pero otra llamada rápida a la estación de policía informó que el asesino se encontraba tirado junto a las vías del tren. Tras su terrible crimen, el joven había decidido suicidarse y su elección para hacerlo fue arrojarse al tren que pasaba a la medianoche de aquel Halloween. Esa noche se llevó a la tumba el porqué de sus actos, pero para quienes conocieron el caso, las razones difícilmente podían ser explicadas más allá de los problemas mentales que el chico tenía y con los que había batallado por años en una institución mental, institución de la cual había sido dado de alta hacía tan solo un par de semanas, cuando se mudó con su madre.
Inspirada en hechos reales. Caso de Patria Ward. Long Island, New York, USA.
A. R. Grimán
Septiembre -2020
Barquisimeto, Venezuela