Capítulo Cinco
Me encontraba pensativo dada la respuesta de Dane. Levanté la mirada al cielo, como esperando la nieve que Peter había vaticinado poco antes, y luego volví mi vista al sudoroso Louis postrado en esa camilla.
Nos vi en la oscuridad, buscando una granja fantasma, nos vi logrando sobrevivir a esa manada, y luego lo sentí como fuego en mi interior.
Furia y frustración.
Algo estaban ocultándome, y ya- de un modo u otro- me había jugado el cuello por ellos.
No resultaba justo.
―Quiero que me digan lo que saben ―dije, con voz seca. ―Llevamos casi tres semanas juntos, y puede que no sea mucho, pero he tratado de ganarme su confianza a pesar de que yo no confiaba ni un poco en ustedes para empezar. Quizá no pasemos de esta noche si no conseguimos refugio. Pero, sea como sea, no moriré sin saber qué rayos hacen ustedes cuatro aquí afuera. —Dane trató de politizar el asunto, y quiso dar una respuesta vacía, sin contexto, pero lo detuve y exigí la verdad. ―Ustedes no parecen personas que vivieron todo esto desde el principio. Son mucho más cobardes que yo. Y yo soy muy cobarde. Casi siempre tengo miedo. Pero ese miedo no me controla, y no es como que yo lo controle, pero al menos no me hace quedar en blanco por mucho tiempo. Algo termino haciendo. Yo, busco cómo seguir aun estando aterrado.
Dane bajó el rostro, mientras que Peter logró desviar la mirada.
Lo cierto era que yo estaba a campo abierto- de noche- por primera vez en todos mis meses de supervivencia. Y todo, era por causa de estos... cuatro niños cobardes y mentirosos jugando a ser soldados...
Me sentía muerto, y no creía que eso fuese mi culpa. Pensar así, solo me hacía querer aún más la verdad.
―Huimos de Clifford River, porque ahí nos hacían cosas. ―dijo Louis, con voz quebrantada. Sus labios aún estaban húmedos por el agua que Dane le había dado a beber poco antes.
― ¿Qué cosas? ―pregunté, sin estar realmente seguro de si estaba listo para oír la respuesta. Pero- joder- sí que quería una respuesta.
― ¿Tienes idea de cómo comenzó todo esto? ―soltó Dane, con una voz llena de una superioridad desagradable.
No pude responder nada, solo negué con la cabeza.
No sabía mucho más de lo que había visto en YouTube.
―En Clifford River lo saben ―aseguró Dane. ―Todos nosotros somos... especiales, ¿vale? Peter, Louis, Lenny y yo... Y tal vez, tú también.
La sangre se me fue de la cabeza a los pies, y luego de regreso. No sabía cómo interpretar sus palabras.
“Especiales” ¿Cómo? ¿A qué se refería Dane?
Me mantuve en silencio por al menos un minuto. Luego sonreí.
― ¿Eso es todo? No me jodan chicos. ¡Eso no explica nada!
― ¿Y que más quieres saber? —rezongó Dane.
En ese instante recordé lo que Lenny había dicho:
“Él dijo que ya no había.”
― ¿Qué tipo de cosas les hacían? ―pregunté, tratando de ignorar mi pensamiento previo.
―Pues... Eso depende. Tuvimos que hacer... cosas, para poder salir... —Lenny habló con la vista clavada en el suelo.
―No hablaremos de eso, Vincent. Preferimos ni mencionarlo. ―soltó Dane.
Justo antes de que pudiese abrir mi boca para decir una palabra más, una gran luz rojiza se alzó por encima de nuestras cabezas.
Era una bengala, y alguien la había lanzado desde muy cerca.
― ¡Hay gente cerca! ¡Debe ser la granja! ―no comprendía la emoción en las palabras de Peter, o por qué eso implicaba que debía existir una granja cerca, pero inevitablemente, él se lanzó hacía la dirección de dónde provenía la luz.
Sin decir más, volvimos a levantar la camilla con Louis, y avanzamos en dirección a la pila de humo que había dejado la bengala. Peter lideraba el avance.
La idea era abrumadora. Estábamos caminando hacia lo desconocido, sosteniendo una esperanza realmente estúpida.
Me pesó el hecho no poder preguntar por qué parecían saber algo sobre la desaparición de esas cosas. Pero ya el momento de las preguntas había pasado.
En medio del ajetreo del instante, pasamos por alto un curioso olor en el aire que muy pronto se haría bastante evidente… Quizá nuestras narices estaban congestionadas a causa del frío.