Capítulo Trece
Un nuevo día se asomó por encima de las montañas, y a pesar de que me desperté cómodamente envuelto en la piel de Elijah más que en sus sábanas, yo no me sentía del todo bien.
La noche había estado increíble- de eso ni hablar-, pero inevitablemente debía pensar acerca de todo lo que comenzaba a descubrir acerca de aquel nuevo mundo.
Lo último que le había dicho a mi papá, era que si yo lo consideraba prudente, me alejaría de él y de todo lo que Alianza representaba. Puede que justo esa declaración, me estuviese angustiando un poco…
Estaba hablando de volver a estar solo- en el exterior-, donde cada cosa se estaba volviendo aún más incierta. Se trataba de abandonar a mi hermano en caso de que él no quisiera irse conmigo. Muy en el fondo, también saltaba la cuestión de no poder tener otra noche como la que había experimentado junto a Elijah.
No me agradaba demasiado ese escenario.
Pero, también estaba todo aquello que mi papá ocultaba. Eso era una porquería si lo pensaba detenidamente. Solo hacía falta que el resto de Alianza se enterase de que mi papá tenía alguna clase de trato con Long, para que el caos se desatase en el campamento.
Ese era un desenlace que yo no quería presenciar.
Estaba atado de pies- pero solo de pies, porque mis manos siempre iban a estar libres y listas para disparar una flecha.
Tras el instante de reflexión, apenas pude apartar todo eso de mi mente, y tan pronto lo hice, sentí el vacío en mi estómago. Era un tipo con hambre después de una noche movida.
Con una sonrisa incómoda le agradecí a Elijah por permitirme “dormir” en su choza, y él tuvo la decencia de acercarse y darme un beso, como si lo ocurrido, hubiese sido algo más que un revolcón ilegal- después de todo, él tenía más de veinte y yo diecisiete.
De vuelta en el mundo exterior, me crucé con Matthew durante el desayuno. Él lucía una marca rojiza en la frente, lo cual me daba un poco de placer matutino. Como añadido, estuve sentado con Elijah todo el rato, hasta que tuvimos que ocuparnos en varias cosas. Eso parecía estar torturando a Matthew, quien se negaba a quitarnos la vista de encima.
Había que salir a cazar nuevamente, recolectar agua, leña y así reponer lo que se había perdido durante el ataque de la otra noche. Además, se estaba planeando mover el campamento, por lo que era necesario reabastecer un poco las reservas antes de pensar en una mudanza.
Debo reconocer que a partir de ese día, yo me encontraba en una fase similar a "chico enamorado". Supongo que me gustó Elijah después de nuestra noche de ejercicios, a pesar de que él me daba lo mismo antes de saber cómo se veía sin ropa y sin pudor.
O puede que existiera un poco más que eso ocurriendo en mi torpe cabeza...
No se sentía como si hubiese estado centrando el mundo en ese hecho, o en una sola persona- no-, tan solo estaba tratando de que los seres de otro mundo, los infectados, BHARN y todo lo que había en medio, no me consumieran el pensamiento.
Digamos que Elijah se había convertido en una muy buena distracción momentánea para los ratos libres. No era nada serio, ni tampoco era algo tan casual como para que no significase nada para ambos.
¿Me arriesgaría a entrar en un hospital maligno por él?
Puede que no.
…
Para la tarde de aquel día, ya comenzaba a sentirme inquieto de nuevo… No por las cosas que podían estar pasando, sino por las que quizá yo ignoraba.
Inevitablemente, me estaba convirtiendo en una persona ansiosa que de repente estaba bien, y que del mismo modo podía caer en una especie de bucle meditatorio y depresivo, que me hacía reevaluar todo lo que me había ocurrido hasta la fecha. Sobre todo, analizaba cómo la nueva información que tenía, modificaba o justificaba todos los sucesos ya pasados. No era una práctica para nada sana, pero me resultaba casi imposible evitarla.
Pensaba un poco sobre el hecho de que mi padre había dado a entender que Matthew estaba infectado con esa enfermedad, y que yo no tenía forma de saber si él lo sabía. Bien podía ir y preguntarle, pero aparte de que no quería dirigirle la palabra, también temía que pudiese causarle una crisis nerviosa, al soltarle de frente la estrecha posibilidad de que él podría terminar convertido en uno de ellos.