Antonia Me Llevó A La Locura

Capítulo 4

Como la extrañe… por muchos años desee saber de ella, lo que me estaba volviendo loco, la veía en cada rincón, la sentía cerca, en ocasiones hasta creí escuchar su voz. 
4 años sin saber de ella, fue muy duro para mí, pero no hubo un solo día que no la pensara.

Esa noche que llegaron mis padres a casa me notaron extraño, pero les dije que estaba cansado y me fui a mi cuarto, lloré, no me da pena aceptarlo, pasé muchas noches sin dormir, la busqué hasta donde me fue posible pero no la pude encontrar, con el pasar del tiempo fui haciéndome a la idea que no la volvería a ver.

Cuando terminé la escuela, tenía muy claro que estudiaría, literatura, pero para ello tuve que irme a la ciudad, fue muy fácil para mí pasar a la universidad, aunque realmente debo aceptar que me sentía algo viejo, pisaba los 22 años cuando ingresé y varios de mis compañeros tenían de 18 a 20 años, era un mundo nuevo para mí y aunque siempre fui una persona solitaria llevaba una relación cordial con todos; me gustaba ir al taller de pintura, dirán que soy tonto pero tenía la leve esperanza de encontrarla allí.

Un día nos invitaron a una charla que darían varios artistas reconocidos, yo realmente no quería asistir pero era obligatorio, estaba casi dormido después de 2 horas de charlas, nos dieron un receso, salí a comer algo y luego regresé al auditorio, la charla que seguía era de una pintora… ¡qué aburrimiento! debía esperar una charla más para que llegara a la correspondiente a mí facultad, salió una elegante mujer muy bien vestida llevaba un sastre de falda y chaqueta en color rojo, un sombrero de ala grande, lentes grandes y oscuros y sus labios de un tono rojo similar al de su vestido, el decano la presentó como Sofía Müller de Stevens, por el nombre imaginé que era Alemana o algo así, muchos empezaron a aplaudir animosamente, tal parece que era una mujer muy famosa, la verdad era la primera vez que escuchaba su nombre Se acercó al estrado y dijo: “Gracias”, mi cuerpo se paralizó completamente al escuchar su voz, era la voz de mi amada Antonia, estaba seguro.

A medida que fue dando su conferencia me convencía más y más que era ella, me fui moviendo discretamente por el auditorio para acercarme al estrado, al terminar su exposición entraba a una serie de preguntas del público, pero no me permitieron hacer las mías pues no pertenecía a su facultad, uno de los estudiantes preguntó si había la posibilidad de una firma de autógrafos y dijeron que si, esa era mi oportunidad de confirmar mis sospechas.

Antes de pasar a un salón para la cuestión esa de los autógrafos el decano informó que la prestigiosa y reconocida Sofía Müller a partir de la fecha dictaría clases en la universidad, una gran noticia para mí, quise hacer la fila para los autógrafos pero se me olvidaba el pequeño detalle de la conferencia de mi facultad, la verdad no le puse atención, no podía dejar de pensar que a unos cuantos metros estaba mi Antonia… Al fin terminó y fui a hacer la fila, cuando llegué me informaron que sólo se atendería por 5 minutos más, había mucha gente y era evidente que no iba a alcanzar, además que también les daban prioridad a los estudiantes de pintura, lo bueno del asunto es que daría clases y ya me daría mis mañas de hablarle.

Comencé a idear innumerables planes para acercarme a ella, pero no quería ponerme en evidencia, así que decidí seguir con mis rutinas normales, mis visitas esporádicas a los talleres de pintura, total, ya me conocían varios estudiantes, entraba, miraba lo que estaban haciendo y hasta opinaba sobre sus trabajos, hasta me tenían un apodo… “El crítico falso”, ya en algún momento se daría el encuentro de manera natural, aún así de lejos permanecía pendiente de cada uno de sus movimientos sin que nadie se percatara.

Un día me encontraba almorzando en la cafetería, estaba un poco distraído, tenía un par de ideas rondando mi cabeza para una novela que pensaba escribir, alguien se sentó en mi mesa y dijo: “Espero no le moleste mi compañía”,  inmediatamente reconocí esa voz, era ella, la miré y le dije: “Tranquila no hay ningún problema” y seguí comiendo, no sé si es que no recordaba quién era yo o simplemente quería ser indiferente conmigo.

Mi cabeza empezó a dar vueltas pensando cómo establecer una conversación, quería preguntarle muchas cosas pero no sabía cómo abordar el tema, al fin logré conectar mis ideas y le iba q preguntar cómo era que una persona famosa como ella había venido a parar a dictar clases en una universidad, estaba a punto de abrir mi boca cuando un estudiante un poco torpe se le acercó con un libro en la mano para que se lo firmara, ella aceptó y el chico salió bastante contento y sonriente, bajó sus lentes, me miró y dijo:  “A veces quisiera no ser tan reconocida, esto de la fama no lo deja a uno ni siquiera comer en paz”, entonces yo le contesté: “ojalá en algún momento llegue a ser tan reconocido como usted Sophia haciendo énfasis en su nombre, ella se puso algo nerviosa, se puso de pie  y dijo: “Con permiso y buena tarde”.

Quise ir tras ella pero me contuve, no quería que se sintiera acosada de mi parte, dejé que pasaran los días en completa calma, nos cruzamos un par de veces en los pasillos y recibía siempre un saludo formal de buenos días o buenas tardes según fuera la ocasión.


Un día tuve que quedarme ayudando a hacer el inventario de la biblioteca de mi facultad, la verdad no tenía ganas de irme a casa pues sería llegar a ver televisión solo, me gustaba más estar rodeado de libros, terminé muy tarde en la noche y cuando salí estaba cayendo una fuerte tormenta, como costumbre rara que tengo no contaba con un paraguas ni nada para taparme, solo una delgada chaqueta que tenía puesta, me la quité y la puse sobre mi cabeza, salí corriendo hacia la entrada, corté camino pasando por los talleres pero la lluvia se intensificó aún más, era demasiado fuerte, vi que uno de los talleres estaba abierto y decidí entrar, escuché una voz que me dijo: “Tranquilo, siga y no se moje, no me molesta su presencia”. Era ella, estaba de espaldas pintando pero no se había percatado de quién era el que había entrado tan aprisa, muy impulsivamente le contesté: “Gracias Antonia”, se dio la vuelta se me acercó, me tomó fuertemente del brazo y me dijo: ”Antonia ya no existe”.



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En el texto hay: asesinato, ambicion, empoderada

Editado: 12.10.2020

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