Antonia Me Llevó A La Locura

Capítulo 15

Estaba totalmente desubicado, no sabia que era real y que no, empecé a tomar gotas de valeriana para calmarme, por varios días estuve mas calmado, pero a pesar de todo no lograba dormir, ni con los medicamentos, decidí aumentar mi dosis y me tomaba pastilla y media, así lograba dormir un par de horas.

Una tarde salí a caminar por la villa y me dirigí al lago, me senté en el muelle un rato, allí yacía su cuerpo, nadie jamás se enteraría de lo que realmente sucedió, no tenía de qué preocuparme, aún así, mi conciencia hacía su trabajo y no me dejaba vivir en paz.

Estando allí, empecé a escuchar su voz llamándome, "ven amor mío, sumérgete y pasemos la eternidad juntos" me decía, era ella, desde el mas allá me invitaba a unirmele en su tumba. "Ven, Ernesto, ven a mi" escuchaba una y otra vez, no sé por qué, pero estaba contemplando la posibilidad de hacerlo, realmente no podía vivir sin ella.

De regreso a casa la vi asomada por la ventana de mi cuarto, ingresé rápidamente pero no la encontré, miré hacia el jardín y ahí estaba, cortando rosas, la llamé pero parecía no escucharme, solo me miraba y lloraba; 
salí de la casa pero no había nadie, ¿acaso me estaba volviendo loco? O ¿su fantasma me estaba atormentando?

Estaba cansado, quería terminar este sufrimiento, necesitaba retomar mi vida, aunque después de toda la mala fama que me creó sería prácticamente imposible, sin embargo quería luchar, pero sentía que ya no tenia fuerza para hacerlo.

No sé que hora del día era pero me quedé dormido en el sillón, soñé con ella, me reclamaba y me pedía que me entregara por asesinarla. Me desperté algo alterado, pude divisar una figura femenina cerca a la puerta, se me acercó poco a poco y me dijo: "Mi alma no descansará hasta que pagues por tu crimen y aquí estaré siempre para recordarte lo que hiciste", pude ver su rostro pálido y demacrado, era mi Antonia, quede paralizado, era un espectro frente a mí reclamando justicia.

Noche tras noche la veía en cada esquina de mi villa, me perseguía por todas partes, se reía de mi diciéndome que yo no era nadie, que lo poco que conseguí fue gracias a ella, me recriminaba el haberla matado.

No hallaba forma de huir. Cada vez tomaba mas medicamentos para dormir, no sabia si era de día o de noche, no podía más, esto no era vida para mí, así que decidí ir a la policía y contar todo lo que había sucedido, prefería estar en la cárcel pero con la tranquilidad de saber que su cuerpo estaría en un lugar santo y su alma descansaría al fin en paz.

Tomé valor y me dirigí a la estación, le conté todo lo sucedido a quien me atendió, me retuvieron mientras investigaban, pasé toda la noche encarcelado. Al siguiente día, el comandante me dijo que ya estaba todo hecho, que el cuerpo había sido recuperado y que sería entregado a la familia oportunamente; en cuanto a mi, me sentía mas tranquilo, debía esperar el juicio para recibir mi sentencia, mientras tanto me trasladarían a una pequeña cárcel en espera de dicho proceso.

Estuve por 3 días allí y finalmente me llevaron a otro lugar, cual fue mi sorpresa... ¡no era un reclusorio sino un manicomio! Yo no estaba loco. Me desesperé y empecé a gritarles que era un error, que yo no estaba loco, me amarraron muy fuerte, intenté soltarme pero las personas que me sujetaban me inyectaron algún tipo de tranquilizante y perdí la conciencia.

Desperté en un cuarto blanco acolchonado, me sentía muy mareado, Antonia estaba allí, me miraba muy fijamente llena de odio, "¡Ya confesé! ¿Qué mas quieres que haga? Déjame tranquilo, vete y descansa en paz" le grité a su espectro esperando que desapareciera, se reía de mi, disfrutaba lo que veía "Te dije que tú y tu perra me las pagarían" me dijo.

Seguí gritando pero no se marchaba, le di la espalda y me acurruqué en un rincón esperando que desapareciera, escuche la puerta y al voltear había un enfermero, "no me hagas dormirte de nuevo amigo" me dijo mientras me enseñaba un jeringa, me calmé y me quedé en silencio.

No sé cuantas veces más la vi observándome desde la ventana, no volví a gritar, no quería que me inyectaran, en ocasiones me permitían salir de ese cuarto, pero no soportaba ver a todos los locos que residían en ese lugar, no entendía por qué me habían llevado allá.

Empecé a tomar una especie de terapia sicológica en la que me ponían a escribir y dibujar, me pedían que hablara de Antonia, en varias ocasiones pregunté por qué me tenían allí pero nadie me respondía.

Perdí la noción del tiempo...
Empecé a verla mas seguido, siempre recriminando el haberla asesinado y afirmando que jamás se iría de mi lado tal y como yo siempre lo deseé, muchas veces me salí de control y terminaba sedado.

No estaba loco, no lo estoy, pero nadie me cree...

Pedí que me facilitaran papel y lápiz para escribir esto, creo que era la única manera de mantener algo de cordura, el desespero no me deja vivir y he pensado quitarme la vida, pero tal vez no tenga la valentía de hacerlo; si estás leyendo esto, es porque quizás di ese paso, morir para estar junto a Antonia por toda la eternidad.

 



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En el texto hay: asesinato, ambicion, empoderada

Editado: 12.10.2020

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