Mi nombre es Antonia Villa, soy una mujer exitosa, que siempre ha conseguido todo lo que se ha propuesto. Soy pintora profesional y mi nombre artístico es Sophia Müller de Stevens.
Se preguntarán qué sucedió con Ernesto, pues bien, se quitó la vida en el manicomio, en una de sus salidas del cuarto logró tomar un elemento cortante y una noche se cortó las venas.
Muchos creerán que soy una mala mujer, pues poco me importa lo que piensen, desde el día que Ernesto me engañó con Alina preparé un plan para vengarme de ellos, nadie se burla de mí y así como me deshice de mi primer esposo lo hice con ellos.
Siempre le di mi apoyo, fui yo quien lo animó a escribir y le conseguí la oportunidad para publicar su primera novela, a pesar de ello fue capaz de traicionarme, yo quería que tuviera éxito, era realmente talentoso, pero nunca me agradeció todo lo que hice por él.
No asesiné a Alina, solo la ayudé a saltar desde el puente al río, no la empujé, pero si no lo hacía, de pronto sus padres podrían llegar a tener un accidente mortal, también la obligué a escribir aquellas cartas que aparecieron después.
Fui yo quien cortó mis frenos, para obligar a Ernesto a permanecer a mi lado y lograr que dudara de la sinceridad de Alina.
Cuando estaba en busca de un lugar para vivir, di con esta maravillosa villa llena de secretos, tenía múltiples pasadizos que Ernesto desconocía y como fui yo quien la compró recibí los planos con los que pude aprender a desplazarme fácilmente de un lugar a otro sin ser vista, existía un cuarto de seguridad donde se podían monitorear todas las cámaras que estaban instaladas en ella, ahora solo faltaba el detalle de provocarlo para que me golpeara.
La situación se dio muy a mi favor, y cuando me golpeó vi la oportunidad perfecta para seguir con mi plan, estaba tan asustado que no se dio cuenta que no estaba muerta, al lanzarme al lago lo que hice fue nadar un poco bajo el agua mientras él se alejaba, salí discretamente y me dirigí a uno de los pasadizos que me llevaba al cuarto de vigilancia, desde allí empecé a seguir todos sus movimientos.
Aprovechando sus problemas para dormir, le di somníferos entre la comida para drogarlo y que empezara a perder la noción de la realidad, poco a poco lo fui llevando a la desesperación y lo obligué a confesar su supuesto crimen.
Cuando la policía fue a investigar salí y los atendí, les expliqué que había enloquecido, que necesitaba su ayuda, pues a pesar de vivir con el, ni me habla porque según el yo estaba muerta. Les pedí el favor que le llevaran la idea pues cuando no lo hacían se ponía agresivo, era mi palabra contra la de un loco, nadie le iba a creer.
Constantemente iba a visitarlo al manicomio, el creía que era mi alma atormentándolo ja ja ja ja ja, en varias ocasiones le sugerí que se quitara la vida y finalmente lo conseguí.
¡QUE QUEDE PRECEDENTE QUE NADIE SE METE CONMIGO Y VIVE PARA CONTARLO!
Editado: 12.10.2020